28 abr 2010

Cuento de Terror Japones

cuento terror japones
La guerrera y los demonios.
"El trasgo de Adachigahara", segunda parte de este relato de terror de la literatura japonesa. El final del relato fantástico me deja una duda: ¿es buena o letal la curiosidad del monje?

Entonces la vieja se marchó definitivamente dejando solo al peregrino. La única luz de la casa era la de una linterna macilenta, porque el fuego se había apagado por completo. Por primera vez en toda la noche, le asaltó la idea de hallarse en una casa encantada y las palabras de la vieja prohibiéndole acercarse al cuarto del fondo, despertaron su curiosidad y le produjeron miedo.

¿Qué ocultaba en aquel cuarto que no quería que se acercarse? El recuerdo de su promesa lo mantuvo algún tiempo inmóvil, pero llegó un momento en que no pudo resistir su tentación de mirar el interior del cuarto prohibido.
Se levantó y se acercó lentamente al cuarto del fondo. De pronto, la idea de que la vieja se enfadaría mucho con él por no obedecerla le hizo volver a su puesto.
Pero como el tiempo transcurría con gran lentitud y la vieja no volvía, se apoderó de él un gran miedo y una irresistible curiosidad por ver qué ocultaba aquel cuarto. Debía descubrirlo.

«No sabrá que he mirado si no se lo digo. Echaré una mirada antes que vuelva», se dijo el hombre.
Se levantó y se acercó de puntillas. Con mano temblorosa empujó la puerta corredera y miró. Se le heló la sangre en las venas al ver aquello. En el cuarto había gran cantidad de huesos humanos. Las paredes estaban llenas de salpicaduras y el suelo cubierto de sangre. En un rincón se amontonaban los cráneos hasta el techo y, en otro, los huesos de los cuatro miembros. El hedor que despedía aquello quitaba el sentido, y horrorizado, muerto de miedo, cayó al suelo por no poder contenerse. En aquella posición permaneció largo rato, temblando y rechinando los dientes, incapaz de alejarse de aquella visión espeluznante.
—¡Qué horrible! —exclamó—. ¡En qué espantosa guarida he caído! ¡Si Buda no viene en mi auxilio estoy perdido! ¿Es posible que esa buena vieja sea realmente el trasgo antropófago? ¡Cuando vuelva se me presentará en su verdadera forma y me comerá de un bocado!

Esta idea le devolvió las fuerzas y, cogiendo el sombrero y la alforja, salió corriendo cuanto sus pies le permitían. Corría en la noche sin mirar dónde ponía los pies, pensando sólo en alejarse del antro del trasgo. No se había alejado mucho, cuando oyó pasos detrás de él y una voz que gritaba:
—¡Detente! ¡Detente!
Corrió redoblando la marcha, sin hacer caso, y a su espalda resonaban los otros pasos cada vez más cerca, hasta que reconoció la voz de la vieja, más recia cuanto más se acercaba:
—¡Detente! ¡Detente! Mal hombre, ¿por qué mirabas el cuarto prohibido?
El sacerdote olvidó del todo que estaba cansado y sus pies batían el suelo más veloces que nunca. El miedo le prestaba fuerzas, pues sabía que si llegaba a caer en poder del trasgo, sería una de sus víctimas. Con toda su alma repitió su oración a Buda:
Namu Amida Butsu, Namu Amida Butsu.
Y tras él corría la espantosa bruja, con su cabello dado al viento y su rostro convertido en el de un demonio, ya que ella no era otra cosa. Llevaba en la mano un largo cuchillo ensangrentado y seguía rugiendo tras el sacerdote:
—¡Detente! ¡Detente!
Por fin, cuando el sacerdote ya no podía más con sus piernas, se hizo de día y con las tinieblas de la noche desapareció el trasgo y él se vió salvado. El sacerdote comprendió que se había encontrado con el Trasgo de Adachigahara, cuya historia oyera muchas veces sin creerla. Atribuyó su salvación a la protección de Buda cuyo favor había impetrado, y por tanto, cogió su rosario, inclinándose ante el Sol naciente, rezó sus oraciones en acción de gracias. Luego reanudó el viaje hacia otras comarcas, alejándose con satisfacción de aquella planicie habitada por un genio del mal.


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27 abr 2010

El trasgo de Adachigahara

Os presento este cuento de terror, sacado de la tradición del Japón antiguo. Un cuento japonés de terror clásico. Su estructura es muy sencilla, su lenguaje, también. Me seduce su desnudez. Por su dimensión, lo voy a subir en dos fragmentos.


trasgo cuento terror
El trasgo de Adachigahara.


"En la provincia japonesa de Mutsu había, hace mucho tiempo, una planicie llamada Adachigahara. Decía la gente que habitaba aquel paraje un trasgo antropófago que tomaba la forma de una vieja. De vez en cunado desaparecía algún viajero y ya no se le volvía a ver. Las comadres que se reunían en torno de los braseros por las tardes y las muchachas que limpiaban el arroz en las fuentes por la mañana, contaban espantosas historias de los desaparecidos, atraídos a la cabaña del trasgo y devorados, ya que sólo se alimentaba de carne humana.

Nadie osaba acercarse a la guarida del trasgo después de oscurecer, y aun durante el día procuraban alejarse, siendo advertidos todos los viajeros del peligro que corrían por aquellas temidas cercanías.


Un día, al oscurecer, llegó un sacerdote a la planicie. Era un viajero trasnochador y sus hábitos indicaban a un peregrino budista que iba de santuario en santuario a rezar en busca de la santidad o del perdón de sus pecados. Se había extraviado y, como era ya de noche, no encontró a nadie que pudiera mostrarle el camino o advertirle el peligro de aquellos parajes.

Después de caminar todo el día estaba cansado y hambriento, y la noche de otoño era fría, de modo que tenía prisa por encontrar un albergue donde pasar la noche. Se encontró solo en mitad de la planicie y en vano miraba a todos lados en busca de un techo.
Por fin, después de errar varias horas, distinguió a lo lejos un grupo de árboles y vislumbró entre el follaje un débil rayo de luz. Y exclamó con gozo:
—¡Ah! Sin duda encontraré allí una cabana donde pasar la noche.
Guiándose por la luz, dirigió sus cansados y doloridos pies hacia aquel lugar con toda la rapidez que le fue posible y no tardó en llegar a una mísera cabaña. Al acercarse, vió que estaba en pésimas condiciones, que la empalizada de bambú estaba rota y las hierbas y malezas lo invadían todo. Los biombos de papel que servían de ventanas, estaban agujereados y los maderos de la casa se doblaban de viejos y apenas podían sostener el techo. Se abrió la puerta de aquella choza y salió una vieja a mirar, a la luz de una linterna.

Desde la empalizada la llamó el peregrino diciendo:

—¡O Baa San (mujer anciana) buenas noches! ¡Soy un caminante! Perdóname, pero ando extraviado y no sé qué hacer, pues no tengo dónde descansar esta noche. Te ruego que tengas la bondad de permitirme pasarla bajo tu techo.
La vieja salió de la choza y se acercó al intruso.
—Lo siento por ti. Ha sido un gran contratiempo hallarte extraviado en un lugar tan desierto. Desgraciadamente no puedo darte albergue, pues no tengo cama que ofrecerte y no está la choza en condiciones para recibir a un huésped.
—Eso poco importa —dijo el sacerdote—. No quiero más que un techo bajo el cual pasar la noche y, si me haces el favor de dejarme acostar en el suelo de la cocina, te quedaré muy agradecido. Estoy demasiado cansado para seguir andando y si me rechazas habré de dormir a la intemperie.


A pesar de estas razones, la vieja no estaba bien dispuesta a acceder, mas por fin dijo a regañadientes:

—Bueno, quédate si quieres. No puedo ofrecerte una digna hospitalidad, pero entra y encenderé el fuego, que la noche es fría.
El peregrino se alegró al oír aquello. Se quitó las sandalias y entró en la choza. La vieja cogió unos sarmientos y encendió el fuego, invitando al huésped a calentarse.
—Después de tan largo viaje debes de estar hambriento —dijo la vieja—. Voy a prepararte una cena.
Puso a hervir un poco de arroz y cuando el sacerdote hubo comido, la vieja se sentó a su lado y estuvieron hablando largo rato. El peregrino se consideraba afortunado por haber encontrado una mujer tan buena y hospitalaria. Pronto se consumió la leña, se apagó el fuego y volvió el sacerdote a temblar de frío como cuando entró.
—Veo que tienes frío —observó la vieja—. Voy a salir a coger leña, pues se acabó la que teníamos. Quédate y vigila la casa mientras yo esté fuera.
—¡No —dijo el peregrino—, iré yo a buscar leña, que tú eres vieja y no puedo permitir que vayas a buscarla por mí, en una noche tan fría!
La vieja movió la cabeza diciendo:
—No te muevas de aquí, que por algo eres mi huésped.
Y dicho esto, salió. Al poco rato volvió para decir:
—Has de permanecer sentado sin moverte de ahí, y pase lo que pase, no te acerques ni mires al cuarto del fondo. ¡Mucho cuidado!
—Si dices que no me acerque al cuarto del fondo, no lo haré —prometió el sacerdote, algo intrigado.


Entonces la vieja se marchó definitivamente dejando solo al peregrino. La única luz de la casa era la de una linterna macilenta, porque el fuego se había apagado por completo. Por primera vez en toda la noche, le asaltó la idea de hallarse en una casa encantada y las palabras de la vieja prohibiéndole acercarse al cuarto del fondo, despertaron su curiosidad y le produjeron miedo.
¿Qué ocultaba en aquel cuarto que no quería que se acercarse? El recuerdo de su promesa lo mantuvo algún tiempo inmóvil, pero llegó un momento en que no pudo resistir su tentación de mirar el interior del cuarto prohibido.
Se levantó y se acercó lentamente al cuarto del fondo. De pronto, la idea de que la vieja se enfadaría mucho con él por no obedecerla le hizo volver a su puesto.
Pero como el tiempo transcurría con gran lentitud y la vieja no volvía, se apoderó de él un gran miedo y una irresistible curiosidad por ver qué ocultaba aquel cuarto. Debía descubrirlo.
«No sabrá que he mirado si no se lo digo. Echaré una mirada antes que vuelva», se dijo el hombre.
Se levantó y se acercó de puntillas. Con mano temblorosa empujó la puerta corredera y miró. Se le heló la sangre en las venas al ver aquello. En el cuarto había gran cantidad de huesos humanos. Las paredes estaban llenas de salpicaduras y el suelo cubierto de sangre. En un rincón se amontonaban los cráneos hasta el techo y, en otro, los huesos de los cuatro miembros. El hedor que despedía aquello quitaba el sentido, y horrorizado, muerto de miedo, cayó al suelo por no poder contenerse. En aquella posición permaneció largo rato, temblando y rechinando los dientes, incapaz de alejarse de aquella visión espeluznante.
—¡Qué horrible! —exclamó—. ¡En qué espantosa guarida he caído! ¡Si Buda no viene en mi auxilio estoy perdido! ¿Es posible que esa buena vieja sea realmente el trasgo antropófago? ¡Cuando vuelva se me presentará en su verdadera forma y me comerá de un bocado!

Esta idea le devolvió las fuerzas y, cogiendo el sombrero y la alforja, salió corriendo cuanto sus pies le permitían. Corría en la noche sin mirar dónde ponía los pues, pensando sólo en alejarse del antro del trasgo. No se había alejado mucho, cuando oyó pasos detrás de él y una voz que gritaba:
—¡Detente! ¡Detente!
Corrió redoblando la marcha, sin hacer caso, y a su espalda resonaban los otros pasos cada vez más cerca, hasta que reconoció la voz de la vieja, más recia cuanto más se acercaba:
—¡Detente! ¡Detente! Mal hombre, ¿por qué mirabas el cuarto prohibido?
El sacerdote olvidó del todo que estaba cansado y sus pies batían el suelo más veloces que nunca. El miedo le prestaba fuerzas, pues sabía que si llegaba a caer en poder del trasgo, sería una de sus víctimas. Con toda su alma repitió su oración a Buda:
—Namu Amida Butsu, Namu Amida Butsu.
Y tras él corría la espantosa bruja, con su cabello dado al viento y su rostro convertido en el de un demonio, ya que ella no era otra cosa. Llevaba en la mano un largo cuchillo ensangrentado y seguía rugiendo tras el sacerdote:
—¡Detente! ¡Detente!
Por fin, cuando el sacerdote ya no podía más con sus piernas, se hizo de día y con las tinieblas de la noche desapareció el trasgo y él se vió salvado. El sacerdote comprendió que se había encontrado con el Trago de Adachigahara, cuya historia oyera muchas veces sin creerla. Atribuyó su salvación a la protección de Buda cuyo favor había impetrado, y por tanto, cogió su rosario, inclinándose ante el Sol naciente, rezó sus oraciones en acción de gracias. Luego reanudó el viaje hacia otras comarcas, alejándose con satisfacción de aquella planicie habitada por un genio del mal."


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24 abr 2010

Cuentos Fantásticos Japoneses


cuentos fantásticos
Jinete y Dragón

O Cuentos de Hadas Japoneses, como una edición de 1939 que tengo aquí delante, ilustrada por ese gran dibujante semiolvidado, Emilio Freixas, junto con otra del 2009, también preciosa.

Así, el post sirve para comentar algunos de los relatos que más me gustaron, y que han influenciado en Antigua Vamurta y, sobre todo, para dejar algunas ilustraciones, muchas en tinta china, sencillamente. Los cuentos fantásticos de la tradición japonesa son de lo mejor de la literatura.

Hadas, diosas y dioses, tengus, demonios, guerreros épicos y viajeros, madres desesperadas y cabezas de familia sin arroz habitan en estos cuentos. Algunos son mejores, incluso los hay muy divertidos, otros terroríficos, casi todos hilvanados con el lazo de una moraleja, una conclusión moral, para recordarnos que hay preocupaciones que se repiten generación tras generación, invariables, como el miedo, el hambre, el amor, la envidia y los sueños.

De Urashima Taro me gusta el uso que hace del espacio-tiempo, y las descripciones fáciles de un poblado de pescadores. Del Dios de la Pobreza, la sensación de que siempre hay una solución, de que al fin y al cabo, conseguimos superar las dificultades de un modo u otro. Un cuento adecuado para estos nuestros tiempos. La generosidad absoluta está presente en El agradecimiento de la grulla, un cuento poético, y la combinación de humor y terror se hilvana maravillosamente en Déjalas y Vete.

hija de la luna
Uno de mis relatos preferidos es el de un amor imposible, el de Yuki Onna, la Mujer de nieve, una historia preciosa. Y uno de los más conocidos, es el de La hija de la luna, que nos explica que hay cosas que jamás se deben mezclar.

En el próximo post (el martes, espero), voy a subir un cuento de la edición de 1939. Me he mirado la ley, y creo no romper con ninguna de sus disposiciones.

He escogido la historia de El trasgo de Adachigahara por dos razones muy simples: es corta, adecuada para un blog, y a pesar de no ser el mejor de los relatos que he leído, el terror que me causó siendo niño, me acompañó durante años. Ya veréis que es un miedo injustificado en un adulto, o no. ¡Hasta el martes! ¡Sayônara, Yoi ryokô o!
Ahí está el link del arranque del trasgo de Adachigahara: el-trasgo-de-adachigahara.

Granjero
¿Hablan los Tejones?


literatura fantastica japonesa
Guerrero, arco y dragón.

Cuento Japones
Urashima Taro, el famoso cuento japonés en el que el tiempo es relativo.

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19 abr 2010

Alicia, en el país de los niños.

Sombrero de Alicia
Cuando el vestuario es lo mejor...
Antes de seguir hablando de cuentos fantásticos, decir que ayer volví a los Cines Bosque de Gràcia, Barcelona, para ver la Alicia de Tim “necesito toda la pasta” Burton. ¿Qué le ha pasado a Tim?

De Avatar decía que era un fastuoso espectáculo visual, y de Alicia esperaba algo parecido, pero salí de la sala oscura con una sensación de vacío, la misma que se experimenta tras el atracón de Navidad o cuando, tras una fiesta de cumpleaños, los invitados se largan y te dejan con el resto de la tarta, deshecha y absurda sobre la mesa.

¿3D? Esa tecnología debe estar al servicio de la historia. No es un fin en sí mismo. La película marea de tanta vagoneta en la mina arriba-y-abajo, de tanto cohete, explosiones de color y giros bruscos, picados a velocidad de Stuka y travellings imposibles.

Y asqueado por el  final, tan patético e infantil como lo son la inmensa mayoría del señor que paga, el productor, el señor Diseny. Alicia es una película de niños, nada más. ¿Una buena película de niños? Creo que sí, pero en la cola para comprar las entradas, la arruga era mayoritaria. Algo falla.
Otra vez me dejé llevar por el márketing, un caramelo envenenado, una forma de comunicación unilateral. Mea culpa.

¿Qué salvaría? El loco-que está loco-que no, dotado de una cierta altura y profundidad, a juego con su gracioso sombrero de copa. La Reina Roja, graciosa en todos los planos, y el trabajo de diseño y producción.

De Tim Burton decir que la obra que más me gusta de él es un trabajo menor, lejos de los muñecos y la fantasía. Ed Wood. Larga es la sombra de Bela Lugosi. Un film de poca monta que es una obra maestra, apuntalada por un portentoso Martin Landau.

En resumen, con lo que me costó la entrada, hubiera sido mejor comprarse alguna obra de algún autor desconocido, como ese señor, ¿cómo era?, ¿Lewis Carroll?

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14 abr 2010

Literatura Fantástica Japonesa


cuentos japoneses
Fantasía Japonesa.
Lo que me seduce de la literatura fantástica japonesa es su naturalidad para contar las historias más inverosímiles. Todo parece posible. Todo encaja y todo parece posible en sus cuentos fantásticos tradicionales.
Obras maestras del cine, como "El viaje de chihiro" o “El castillo ambulante”, del maestro Miyazaki no surgen de la nada.

La tradición está para ser descuartizada, claro está, pero el paso de los días te la devuelve, como un cadáver que llega a la orilla sin que nadie lo haya convocado.

Naturalidad, sencillez y hasta un punto de rotura. Por ejemplo, un tipo llamado Urashima Taro se monta sobre una tortuga marina y vista el Palacio del rey del mar, como si tal cosa; un viejo cortador de bambúes encuentra en un tallo a la Hija de la Luna y la adopta; o un niño gigante, Momotaro, decide ir a luchar contra los demonios que aterrorizan a sus vecinos y por el camino se le unen un mono, un perro y un faisán con el don del habla. En otro cuento fantástico, un tengu alarga su nariz varios kilómetros hasta llegar al patio de armas de unos samuráis. Y eso está contado como si fuera la cosa más normal del mundo.a

La serie de cuentos fantásticos que componen la tradición nipona poseen un grado de depuración estilística, una sencillez arrebatadora, bajo la cual, sospecho yo, descansan toneladas de descartes, de oraciones omitidas, de palabras que un día, en algún pueblo o al pie de algún templo tocado por el Sol Naciente, alguien o muchos, decidieron que eran prescindibles. Y así generación tras generación.
Al igual que los tankas o esos maravillosos ideogramas trazados con negra tinta, la concisión lo es todo.


fantasía épica
La princesa se sacrifica.

En el próximo post me gustaría citar algunos fragmentos de estos cuentos, hablar de los que más me gustaron, en aquella lejana infancia, ya fábula de fuentes, que diría Jorge Guillén.




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8 abr 2010

Sobre Hombres y Mujeres

mujer judith
Poesía, mujeres y rock.
En mis lejanos años de universidad, turbulentos, muy irregulares, tenía una amiga. Ella estaba muy contenta porque había encontrado un novio en no sé que rincón oscuro de Barcelona. Él era un chico difícil de definir, de etiquetar, aunque recuerdo la intensidad de su mirada azul y la perfecta geometría de su nariz romana. Era pobre y altivo. Y anormal, brillante en su estricta coherencia particular. Un tipo distinto.
Mi amiga estaba contenta, ya que tras hacer el amor con él, no se quedaba dormido. Era capaz, como ella, de quedarse hasta altas horas de la madrugada despierto, charlando sobre la cama, cobijados bajo la penumbra de alguna pensión perdida del casco antiguo. Los otros no, se dormían al poco rato de yacer.

He tardado bastante en saber qué responderle, ahora que hace mucho que no la veo, en una suerte de silogismo:

Los hombres duermen,
Las mujeres piensan.

Y al escribirlo he recordado a un gran grupo de rock americano, los Eels, que decían:
“(…) Woman driving, man sleeping
Passing all the other cars
Searching in the black
But never turning to look back
A little metal box under the stars
Man sleeping is man dreaming
In a large apartment house
Walking and knocking on doors
Woman driving, man sleeping”



Entonces, ¿sería correcto decir?
¿Los hombres duermen
Pues los hombres sueñan.
Las mujeres piensan
Pues ellas conducen?

Prefiero la síntesis anterior, pues es más abierta a todo.

Y hablando sobre mujeres, hombres y ratones… Y dioses. Uno de los poemas de Gabriel Ferreter que más recuerdo, dice así, en una traducción libre, que matiza, casi anula, todo lo dicho anteriormente.

OCIO
Ella duerme. La hora en que los hombres
ya nos hemos levantado, y poca es la luz
que aún no hiere.
Con muy poco tenemos suficiente. Apenas
el sentimiento de dos cosas:
la tierra gira y las mujeres duermen.
Conciliados, seguimos adelante
hacia el fin del mundo. No necesitamos
hacer nada para ayudarlo.

Y un link más de poemas de Ferreter traducidos magníficamente al español, por si le interesa a alguien. Ahí van, con alegría y suerte:   http://amediavoz.com/ferrater.htm

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7 abr 2010

Muerte en el bosque

guerrero bosque
Los bosques, los protagonistas.
En un libro de literatura fantástica, la naturaleza puede convertirse en un protagonista de primer orden. Así ha sido en Antigua Vamurta y así es en otros libros. Si en la primera parte de la novela predomina el relato urbano, pues casi transcurre enteramente en una urbe medieval, en la segunda y la tercera parte los paisajes naturales cobran mayor importancia hasta el punto de crear estados de ánimo. O eso pretendo.

La novela bascula entre un paisaje mediterráneo y otro más atlántico, el de las Colonias, y es éste último el más trabajado, por placer y a fin de transmitir sensaciones al lector. Aunque también es cierto que hacia el final del libro hay un tercer escenario natural, mucho más creativo.

Fragmentos del capítulo 18, “La Empalizada”.
Cruzaron las anchas llanuras ondulantes, marcadas por suaves elevaciones con blancos borrones dispersos en los puntos altos. En algunos cerros surgían árboles solitarios que desafiaban al frío y los azotes del viento, tercos, enraizados a una tierra baldía. La inabarcable franja de cielo azul, brillante, les pesaba. La nieve cubría parte de la hierba seca aunque el camino estaba limpio. (…)

Al mediodía del segundo día, el paisaje fue transformándose. Una vez hubieron cruzado el primer paso de la sierra, la desolación de la llanura desapareció. Espesos bosques cubrían los valles que se abrían hacia el este y el oeste. Bosques de hoja de un verde metálico, cargados de nieve. Una hoja que, oscura, se alternaba con los restos de la nevada, rota alli donde asomaba la cabeza algún caserío de piedra. Las copas de los abetos y pinos rojos arañaban una niebla baja que amenazaba con enterrarlos. Hacía frío y parecía que estuviera a punto de nevar otra vez. La luz de la llanura, gélida y limpia, quedaba atrás.

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1 abr 2010

Igor entrevistado en Párrafos Perturbados

entrevista Igor
Pues eso, Rafael González, autor de la novela “El Secreto de los Dioses Olvidados”, me ha hecho una entrevista en su blog Párrafos Perturbados..

Os dejo el link: Otros Autores: Igor Kutuzov. La entrevista versa sobre Antigua Vamurta (falsa novela histórica, libro de aventuras y fantasía épica) y sobre ese tipo al que se le ocurrió escribirla una mañana de hace algunos años.
El blog de Rafael versa sobre muchos temas: otras novelas, otras obras y vivencias personales, algo que debo aprender, puesto que es una de las razones de ser de cualquier blog, casi diría que está en su definición.
Y en una de sus secciones fijas entrevista a autores noveles, en una serie que tiene el valor de plasmar las experiencias, los sinsabores y las alegrías, las miradas de unos cuantos. Me he leído la mayoría, lápiz en mano.


Respecto a su proyecto literario actual, "El Secreto de los Dioses Olvidados" (Grupo AJEC), plantea una historia-ficción en la cual el equilibrio de poderes que hoy vivimos es otro muy distinto. Algo que muchas veces he pensado y que me seduce, este ámbito de hipótesis múltiples. (“¿Y si Rusia no hubiera sido…? ¿Y si los EE.UU no hubieran…?)
En la novela se introducen elementos de fantasía y ciencia-ficción siguiendo una trama en la que un gran secreto está a punto de reflotar. Este mes de abril, me hago con el libro.

Sobre la entrevista. He intentado no caer en la divagación, aunque esta es una de mis compañías preferidas. Si tenéis curiosidad, ahí está.


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