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By Igor. |
La irreverencia, creo, es una de las posibles ventanas a la inteligencia,
puesto que el/la irreverente cuestiona todo lo que le han servido en la mesa, y
cuestionado el menú en cuestión, cuestiona el legado, lo aprendido, la herencia
o el sistema de puertas giratorias y, de paso, siendo esto no poco, cuestiona
el mundo de lo humano.
En las fiestas de Gràcia encontré esta figura. Me hizo reír. Estaba en
agosto en la Plaça Rovira, cuyo nombre es un homenaje al fracaso del arquitecto
Rovira, que quiso hacer un trazado de Barcelona para que fuera la París del Mediterráneo.
El trazado esta en el suelo, grabado sobre
bronce, delante de la mirada escrutadora del propio Rovira, que te espera
eternamente a que vayas a saludarlo.
¡Hombre! Si también tengo fotos de ese
plan urbanístico, una telaraña de diagonales con grandes plazas actuando como
ejes rectores. La Barcelona que no fue, como hoy, casi, casi, casi, la Barcelona
ha dejado de ser irreverente.
Ah, por cierto, el Plan Cerdà, el que se impuso,
nadie lo quería en Barcelona. Solo recordar que de sus famosas islas o manzanas,
en el plan original, tan solo se edificaban dos lados, no cuatro. Luego llegó
lo que llegó. A saber si Leonardo da Vinci reiría o lloraría.
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El Pla Rovira. La Barcelona parisina. By Igor. |
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El Plà Cerdà. La Barcelona Racional. |
No en sentido estricto, pues la irreverencia supone la falta de respeto a lo que nos resulta impropio o ajeno, me parece bien. Siempre los contestatarios, que todo lo cuestionan son objeto de crítica, pero estén o no acertados, lo que sí que hacen en abrir mentes, obligan a pensar. Y eso... es mucho.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso es mucho. También me molestan los que van en contra de todo, simplemente por llevar la contraria, pero es que hasta esa subespecie está en peligro de extinción. Al final tendrán razón los pensadores cristianos de la Edad Media, el mundo es plano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué interesante lo de la concurrencia de los dos planes.
ResponderEliminarVenció uno y el otro perdió. Anda que qué historia llevará esto detrás.
Hoy todo el mundo alaba el Plà Cerdà, el Eixample. Pero en su día, en Barcelona, nadie lo quería. Todos querían el Pla Rovira. Ojo, que el vencedor reconfiguró toda Barcelona, eso es nada.
ResponderEliminarHoy parece que queramos olvidar eso.
Cerdà acabó su vida olvidado y medio arruinado. Fue un gran personaje, un tipo con visión.
En fin.