11 dic 2018

Arde París

Si le hubieran dicho a Hitler, quien ordenó a su general acantonado en la Ciudad de las Luces que la hiciera saltar por los aires, que serían los mismos franceses los que harían arder París, se hubiera reído un rato.
¿Qué está pasando? Llegan los de Vox (vox Populi, vox Dei est, imagino…), los ingleses se van de Europa, hay gobiernos autoritarios en Polonia, Ucrania, Rusia, Hungría, en el gobierno de Austria hay ultraderecha, en Italia también. Los nazis hace mucho que volvieron a Alemania. China jamás será una democracia como Atenas, que tenía 30.000 ciudadanos, no hay que olvidarlo, y no 3 Mil Millones o así.
 
Fuente: El Mundo.
Y luego está el presidente del país más poderoso e influyente del planeta, que no es Bob Esponja-el-mejor-amigo-que-puedas-tener, sino Donald Trump. El peor amigo que puedas tener y un tipo que sabe escuchar qué quieren oír una buena parte de los norteamericanos, los que están hasta los cojones de todo. Creo que ese es su gran mérito.

Porque todo esto en una sociedad justa no pasaría. El arte sucede y esto no sucedería. Creo que hay muchas circunstancias que se están dando para explicar los populismos y el auge de los ultras y los gobiernos autoritarios en todas partes. Pero hay una, una gran razón que es la base de todo. La razón es que una parte de las sociedades de los distintos países del mundo sabe que los han dejado de lado. Que está fuera. Que no cuentan. Que sus gobiernos gobiernan para favorecer una pequeña élite y no al todo. Estos son los chalecos amarillos, los que en Francia se han quedado colgados. Arde París.

Todo esto agravado por la Globalización, que ha conseguido formar no una minoría rica nacional sino mundial. El discurso de reparto de riqueza e incremento de la igualdad era otra mentira propagada disciplinadamente por los medios de comunicación. La Globalización no es más que el discurso, la ideología, del gobierno de las grandes corporaciones. No puedo dejar de pensar que el Imperio Romano sucumbió cuando una pequeña élite concentraba casi toda la riqueza. ¿Para qué luchar por Roma entonces? Adjunto un mapa europeo. Es el porcentaje de personas dispuestas a luchar por su país.


Vienen años turbulentos. Las economías avanzadas van a volver a toser. Unos ganarán y otros perderán. Lo peor es esta sensación que tengo desde hace unos meses de que vamos hacia un mundo en conflicto. Que poco me gusta, que poco me gustan los ultras, los autoritarios y los gobiernos de hoy que gestionan junto y para unos pocos. Gran parte de los ciudadanos de muchos países distintos hemos perdido la ilusión, acaso siempre fue una ilusión, de que éramos amos de nuestros destinos y podíamos controlar nuestros trabajos y nuestras vidas. Que lejos y cerca quedan los tiempos que inspiraron la película Arde París.



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26 sept 2018

Muere uno de los peores, Burt Reynolds

En uno de estos días que han transcurrido ha fallecido el actor norteamericano Burt Reynolds. Posiblemente uno de los peores actores de Hollywood. Su filmografía está cargadita de películas que nadie recuerda como no se recuerda una hamburguesa del McDonalds o no se recuerda cómo eran las cenefas del papel pintado de aquella habitación de hace decenios.



En realidad, ahora que ha muerto y así lo recuerdo, quién era este tipo Burt Reynolds. Con personajes de ese calibre a veces tengo la sensación de que me han tomado el pelo. Que Burt Reynolds le ha tomado el pelo al mundo entero. O igual no. ¿Nunca se tomó nada en serio este hombre? ¿Ni su profesión, ni el cine, ni el arte? Igual tenía otra manera de pensar. Hasta, al menos en un plano teórico, se podría plantear que Burt Reynols era, a su modo, un tipo inteligente que vio las cosas de otro modo. Igual interpretó que el mundo y el vivir son una broma tan gigantesca que todos nos lo tomamos muy en serio.

Porque, en contra de lo esperado, Burt Reynolds sí hizo una gran película. E hizo una buena actuación. Si fue así, ¿por qué no repitió? Es una pregunta que me hago respecto a otro actor denostado, Tom Cruise, que me impresionó en el film del director maestro Michael Mann. La película es Colateral. Y el señor Cruise está más que convincente en su papel de asesino. Cruise lo borda, ¿entonces…?

Y el amigo Burt hizo un papelón en Deliverance (1972), junto a John Voight. ¿Quién dirigía…? John Boorman, una bestia del cine que regaló al público grandes obras como La Selva Esmeralda o Excálibur, que hace decenios comenté en este mismo blog.

Deliverance es una de las películas más inquietantes que jamás he visto. Descansa Burt, espero que te vaya bien. Un día de estos volveré al río de Deliverance y volveré a verte. Ah, es lo que tiene el celuloide.


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9 sept 2018

Mi madre odiaba a los Rolling Stones, nos el Reguetón.

Mientras sigue la Guerra de los Lazos yo pienso en el reguetón, que rima con botón. Ah, es que antes de los lazos hubo una guerra de botones. Pienso en el reguetón, que va bien, va por buen camino y es realmente la música de la gente joven. ¿Por qué estoy seguro de eso? Porque el reguetón me molesta. Cantan como si se hubieran puesto un calcetín de alta montaña en la boca. El reguetón es el rock de ayer. Agobia a los adultos, sus letras molestan a los adultos (que poca memoria) y eso es una señal empírica de rebeldía.



Mi madre tiene razón. Los Rolling Stones eran sucios, bebían, se drogaban… Mi madre odia los Stones, yo los adoro. Fueron también unos genios de la música. Es curioso. Pronto el reguetón y estilos parecidos sonaran de música de fondo en ascensores o en anuncios de colonias, coches o ioguetaras. Las sociedades capitalistas lo asimilan todo, todo lo hacen suyo y cada vez a mayor velocidad lo que implica que a mayor velocidad deben salir cosas nuevas. Larga vida al Reguetón. El otro día escuché el Thunderstruck de los AC/DC en no sé qué lugar serio y oficial. Pronto sonará el reguetón de música de fondo en el discurso del Rey en Navidad.



Y mientras unos ponen lazos y otros los quitan y yo tengo la sensación de ir todo el día colocado con algún tipo de cola superpotente, he descubierto un gran poeta. Polaco. Lo descubrí vagueando por la red, que en poesía cumple bastante bien su función. A lo mejor porque un poema suele ser en formato breve, de lectura ágil. Czeslaw Milosz se llama. Nobel en 1980. Nació en Lituania. Vivió y creció en polaco. Escribió un ensayo que estoy leyendo, El Pensamiento Cautivo. Vio llegar al ejército nazi y vio llegar al ejército Rojo. Una joven oficial rusa comandado una columna metralleta en mano bajando por una colina. Y escribió poemas como este.

Lo que era grande

Lo que era grande pequeño resultó.
Los reinos palidecían cual cobre cubierto de nieve.

Lo que deslumbró ya no deslumbra más.
Las tierras celestes ruedan y lucen.

A la orilla del río, tendido en la hierba,
Como hace mucho, mucho, suelto barquitos de corteza.

Así que tarde o temprano, como la guerra de los botones, la Guerra de los Lazos se olvidará. El reguetón será sustituido por música pop coreana, todos ellos andrógenos, bailongos y asexuados, el Real Madrid se sacudirá de los dedos de Floren, el capitalismo será sustituido por otro orden similar, Méjico comprará deuda norteamericana para que su vecino del norte no se hunda y pueda seguir comprando sus productos tecnológicos, los nietos de mis nietos viajarán por galaxias lejanas, el cambio climático consistirá en la llegada de una nueva época glaciar, más de la mitad del Mediterráneo será una pista de hielo, los gatos formaran reinos silenciosos en bosques impenetrables y alguien, muy de vez en cuando, pinchará Time is on my side, de Rolling Stones, que eran unos sucios y drogadictos ingleses que reformularon la música negra para millones de ¿usuarios o personas?



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6 ago 2018

Rumbo Sur

Publico en el blog esta poesía, Rumbo Sur, del libro Poemas y Canciones de Hierro (Lluís Viñas Marcus, 2018). Un poema largo, poco adecuado para el mundo de pantallas rápidas. Siempre habrá alguien con la paciencia suficiente para leerlo. 


El poema funciona como una canción en algún lugar del Mediterráneo. De este modo, cierro el hilo de Canciones de Hierro, ya que a principios de año publiqué un nuevo libro de poemas y habría que darle espacio.



Rumbo sur

Rumbo sur, rumbo sur,
la luz nos abrasaba.
Bendecida era la ligereza
del bosque de pinos,
hacia el gran Delta.

Bosque de pinos en la boca del mar,
la alegría retorcida del Mediterráneo
que honrábamos siguiendo el camino,
la cesárea ocre entre el agua y la tierra,
vida retenida y con esmero peinada
por el cielo azul, vasto, sin nombre.
El camino del tiempo también,
cuando tú y yo nos conocimos,
nos empujaba la urgencia
como si una perfumada tragedia
nos hubiera amortajado, con dulzura,
en un foso del pasado.

Rumbo sur, rumbo sur,
Las playas largas se pierden,
se funden bajo el resplandor
de un horizonte sin formas,
hacia el gran Delta.

Madre tierra roja, el verde diminuto
y oxidado chispeando, minúsculas flores,
la ruta pedregosa se hundía
y volvía a emerger,
giraba y volvía a entrar en el mar,
que recibía el acantilado y lo detenía.
Las sacudidas de nuestras vidas,
los golpes del amor, la balsa del anhelo.
Nos encaramábamos sobre las playas
de piedras blancas que se adentraban
bajo la línea de las olas, espumeantes
y cansadas, resignadas  a cabalgar
y deshacerse sin remedio
sobre un mundo ajeno
como nuestros cuerpos
frágiles sobre la realidad.

Rumbo sur, rumbo sur,
Calas curvadas
cual cimitarras,
cangrejos y escarabajos,
hacia el gran Delta.

Nuestra hija buscaba esmeraldas
subterráneas. En vano, tú y yo
las habíamos auscultado.
Tú removías los cuchillos
ignorando los escarabajos que surgían
de nuestros pies. Ordenabas cuchillos
y hojas afiladas que luego enterrabas
con un sentido que no entendía.
El ermitaño saliendo de la concha.
Yo dejaba las entrañas sobre las piedras,
declamando sin sentido,
sin hallar mi propio conjuro
para perforar las horas y de ese fingido
desprecio obtener una partitura.
Indolencia, de quien destronado
y prisionero de sí es, y todavía no,
¡no!, así viajando por el sendero
rumbo sur, bajo la luz prometida del Delta.

Rumbo sur, rumbo sur,
puertos lejanos,
blancas nubes,
gaviotas y veleros,
hacia el gran Delta.

Toda una larga mañana,
por fin una entera mañana
que borraba las preguntas
y el dónde iremos, destino,
eco llevado por el aire
de mar a tierra ardiente.
El futuro no designaba amenazas
y los dados del azar dejaban de rodar.
Por fin la música decía, derramada.
Saliendo de un giro
hallamos la herradura de un puerto
con veleros que llegaban
y partían hacia otra horas
pero ninguna de las promesas,
ninguno de los cantos
de cristal nos hirió.

Rumbo sur, rumbo sur
siempre adelante,
quiebros de frontera
del mar indiferente,
dejando caer todo eso
que no seremos jamás,
hacia el gran Delta.

Donde los pinos estrujados
no ponían el pie,
justo delante de las olas,
la roca reluciente
de espuma se desataba.
Sobre el salto del viento
la gaviota cantaba al aura
que nos arrancaba
astillas del presente.
Debe ser esto la libertad,
saberte sin peso
frente a las medidas de las cosas.

Rumbo sur, rumbo sur
apagamos nuestra voz,
nos dejamos llevar,
sombras de luz, mariposas
entre las flores y susurros
de la brisa, reflejos
sobre el mar quieto.

El Delta estaba cerca.
El último corte era un torrente
que moría en un cañaveral
transformado en laguna
bajo los labios del mar.
La prisión de la carpa que tú alimentaste.
El pasillo estrecho en el que nadando
arriba y abajo no podría escapar.
Un retrato posible,
una cenefa de días inciertos
y tardes sordas.
Incauta para las trampas
complejas de las ciudades,
como un Teseo que se estrella
contra el perímetro del laberinto,
así la carpa, así nosotros.

Rumbo sur, rumbo sur,
mañanas tibias,
pendiente abajo
hasta caer
sin principio ni fin,
hacia el gran Delta.

Alcanzamos las playas doradas
donde el sol funde el mundo
estallando sobre la arena.
Recogíamos las conchas brillantes
del mañana hundiendo
el cuerpo en las aguas de hoy,
volviendo a nacer acaso,
contentos de ser, jugando con el viento,
ondeando las toallas como banderas
de un reino carente de hitos,
como nuestras sombras y los condados,
de los hombres y los sueños
hechos sombras corriendo por la arena
hasta desdibujarnos,
hacia el oeste, confundida la línea
de la costa con el sol poniente. 
Rumbo sur, por el oeste surgió
el primer lucero y más allá,
en la confusión del horizonte,
la luz del antiguo faro. §

Rumbo Sur, by Igor.


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5 ago 2018

El Síndrome Mishima

A 31º a medianoche el mundo se ordena de un modo distinto. Ayer, en la pegajosa noche de Barcelona, me di cuenta de que pasado, presente y futuro oscilaban en un único plano deforme bajo la ola de calor. Los libros del pasado y los que algún día leeré se confunden con los recién leídos. Repaso los que he releído recientemente que a su vez fueron leídos hace años. El Síndrome Mishima reaparece en la confusión.



El Síndrome Mishima podría definirse como la “relectura de aquellas novelas que en un pasado causaron una fuerte impresión y que, tomadas de nuevo, años después, resultan de un aburrimiento mortal”, según la definición de la prestigiosa Universidad de Cambridge Analytica. Que son un coñazo, vaya. Esto pensé no hace mucho volviendo al siempre polémico escritor japonés Yukio Mishima. Me ha pasado lo mismo con muchos libros, aunque a veces se da el efecto contrario. Habría que bautizarlo también. Este verano he vuelto a leer García Márquez y lo he disfrutado más, mucho más, que en la primera lectura en esa extraña Barcelona post-olímpica. Ferdinand Céline es de los escritores inmunes al Síndrome, pues estoy con Muerte a Crédito y el libro me sigue pareciendo un portento.

Y me sabe mal, hice el intento de volver a leer Bajo el Volcán, de Malcolm Lowry, y acabé en un bar pidiendo cerveza fría. La culpa la tuvo un tipo, un tipo que parecía normal, que vi el otro día en la playa leyendo este libro. ¿Cómo se puede leer Bajo el Volcán, una novela depresiva donde las haya, en la playa? Leí que Lowry, una vez, escribió una novela de humor. Buscaré esa novela de Lowry, un libro que se me antoja imposible, conocedor que a su vez éste puede sucumbir al Síndrome Mishima.

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4 ago 2018

El gran ano urbano, España y la independencia.

La prensa no ha muerto todavía. Ni los que van por libre, aunque en nuestros tiempos de cólera, ésta es una especie de sapiens en grave peligro de extinción. El periodista Antoni Puigverd, de los pocos que leo, me sorprendió el otro día con esta crónica.  Contenido, forma, libertad. No juzgo la opinión, sí reseño que me sorprendió, como este hallazgo literario, el gran ano urbano, toda una imagen.


02/08/2018

Una de las polémicas de julio en las Cartas de los Lectores de nuestro diario giró en torno a la agresividad de las gaviotas, que, al parecer, atacaron a unos paseantes en Barcelona. Unos lectores las defendían. “Sólo atacan para proteger sus huevos”, sostenían. Puedo certificar que es así. Una vez, hace años, cuando todavía se podía pescar en el entorno de las islas Medes, un amigo, pescador aficionado, me llevó a visitar la Meda Gran. Las gaviotas imperaban en ella con densidad escalofriante, digna de Hitchcock. Cubrían el cielo de la isla como el ejército de aviación al completo. Rehuimos los huevos, que ellas ponen de tres en tres. No nos molestaron, pero fue gracias al pescador, que repetía sin descanso: “Si nos acercamos a los huevos, atacarán con más furia que las ratas”.
¡Qué curiosas son las reacciones que suscitan en nosotros los animales! Odiamos a los escarabajos, pero idealizamos a las palomas. Nos repugnan las ratas, pero las gaviotas suscitan arrebatos líricos. Las ratas reinan en las cloacas. Guardan nuestros secretos: todo lo que excretamos en la magnífica soledad del inodoro. Las cloacas son las tripas de la ciudad. El gran ano urbano. Un espacio tan íntimo como fétido, del que no queremos noticia. En general, tampoco nos interesan las noticias causadas por nuestras reacciones viscerales. Ello explica la curiosa selección de la violencia política en nuestro país: los independentistas sólo subrayan la de la extrema derecha, ignorando la violencia institucional de unos símbolos que, siendo de parte, son impuestos como si fueran de todos. Los antiindependentistas sólo subrayan dicha violencia institucional, pero silencian el abuso coercitivo de la ley así como la creciente beligerancia de las bandas neofalangistas. Y es que no hay paisaje más incómodo que el de las propias deposiciones. Sólo el excremento del otro nos parece maloliente. El periodismo de trinchera actúa como las brigadas municipales que, protegidas con máscaras y armadas con detergentes químicos, limpian y depuran el subsuelo de la ciudad. También el periodismo atrincherado depura, limpia, silencia las apestosas deposiciones de su bando.
Si las cloacas conforman un paisaje repelente que asociamos tan sólo al adversario, los espacios celestiales son muy disputados. Todo el mundo quiere presentarse como una paloma de la paz o una gaviota voladora. Lo que no es más que una derivación política del romanticismo que, en oposición a la promiscuidad urbana, idealizó el azul del cielo y la pureza de las cimas. Las bestias celestiales nos encantan. Graciosos gorriones, pacíficas palomas, ingrávidas gaviotas. Pero no son tan distintas de las ratas. Si estas procrean en las cloacas de la ciudad, aquellas aves se alimentan en los vertederos de basura. Nosotros también somos hermanos de ratas y gaviotas. Las ratas han convertido en patria nuestros excrementos. Y por la noche, las gaviotas irrumpen en el cielo urbano chillando con ardor borracho y guerrero.


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22 jul 2018

El Dios Subatómico

La física, llevaba a profundidades extremas, resulta inverosímil. La química, la física, la astrología en los extremos toman aromas de teología. Hawking afirma que existe/existió (no sé yo) una singularidad. Una bola subatómica, imagino que del tipo balón de baloncesto. Un solo átomo del que nace todo. Claro, es fácil decir que ese era el átomo de Dios o la semilla del Diablo, según se mire.  El poeta británico Ted Hughes seguro que diría que ese primer átomo era Cuervo. Sea o no sea, me resulta fascinante. Transcribo la noticia tal la copié de no sé dónde, antes de que el tiempo no existiera. Pero, ¿es eso posible?

El científico británico Stephen Hawking respondió en el programa StarTalk a una incógnita que ha obsesionado a los científicos desde hace siglos. ¿Qué existía antes del Big Bang y de la aparición del universo? La respuesta de Hawking se basó en la teoría conocida como la 'propuesta sin límites'.

"La condición de las fronteras del universo… la cosa es que no tiene fronteras", le dijo Hawking a Neil deGrasse Tyson, el presentador del programa y también un conocido astrofísico.
Como se sabe ahora, el universo está en constante expansión. A medida que retrocedamos en el tiempo, el universo se contrae, y hace alrededor de 13.800 millones de años todo el universo se reducía al tamaño de un solo átomo, explicó Hawking.

Esta bola subatómica se conoce como singularidad. Dentro de esta pequeña y enorme masa de calor y energía, las leyes de la física y el tiempo tal como las conocemos dejan de funcionar.
Dicho de otra manera, el tiempo tal como lo entendemos literalmente no existía antes de que el universo comenzara a expandirse. Por el contrario, la flecha del tiempo se contrae infinitamente a medida que el universo se hace cada vez más pequeño y nunca alcanza un punto de inicio claro.
"Los eventos antes del Big Bang simplemente no están definidos, porque no hay forma de que uno pueda medir lo que sucedió en ellos. Dado que los eventos anteriores al Big Bang no tienen consecuencias observacionales, uno puede cortarlos de la teoría y decir que el tiempo comenzó en el Big Bang", concluyó el científico.

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19 jul 2018

Poder Floren


Me río de Superman y de ese ser acomplejado, Batman, el de las sombras. El que tiene poder de verdad es Floren. Algún día, un día muy lejano, sabremos lo que ha llegado a mandar este tipo de apariencia educada llamada Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de un buen cacho de España. Recordad el caso Castor, joder, si hasta así hago yo negocios. Porque el Estado (tú, yo y alguno más) pagó las pérdidas del negocio petrolero fallido, previo acuerdo.

Pero la bomba ha sido este verano. Segundos antes del arranque del Mundial de Rusia se lleva al entrenador de la selección española, crea niebla de guerra respecto a Cristiano y presenta a Lopetegui en Madrid. Así como si nada. Se vio a la Roja convertida en la Floja en Rusia. La verdad, no hay buenos jugadores jóvenes y con los viejos, en fútbol, más vale no contar. Pero es que el seleccionador se había pirado como una auténtica rata invitada por la flauta mágica de Floren. Nuestro amigo Floren.

Que no haya pasado nada, que los grandes medios de comunicación libres y unidos apenas haya abierto la boca, que sólo el presidente de la Federación haya reaccionado con altura, solo significa una cosa: todos tiene miedo y todos deben más o menos al amigo Floren.

¡Ah! Se aproxima lento como una iguana el Ferragosto. Tiempo de libertad, tiempo de tiempo.
¡¡¡Saludos!!!

Ahora que recuerdo. Había un grupo punk que tenían una canción que no paraban de repetir Florence o algo así. Espero que algún día alguien aporree su puerta de ese modo. Qué sociedad la nuestra.





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16 mar 2018

Sé Fremen no Femen

En las últimas noches vuelvo a viajar a Arrakis. Al desierto profundo de Dune. Bajo las cavernas habitan los Fremen, los adapatativas tribus del desierto cubiertos con sus destiltrajes a fin de ahorrar agua. Furtivos, duros, dotados de un mundo simbólico. No como las Femen, cuyo mensaje está implícito en la cámara que las inmortaliza.


Leí Dune. Ahora retorno, como un buen jedi, a la saga. Normalmente las sagas están compuestas por un buen primer libro. Luego viene el segundo que se sostiene por el primero. Y en el tercero todo se desvanece. En la saga de Dune no. Hablo con gente diversa todos los días y hago la prueba. Mando un señuelo. Un mensaje encriptado y me doy cuenta que nadie o casi nadie recuerda el Dune de Frank Herbert, ahí avanzada la década de los sesenta del siglo pasado. Pura ciencia ficción con aires místicos que lejos de hundir la saga, el lado espiritual la realza. Dune es un prodigio del arte.
También leí el Dubliners de James Joyce. Maldito Joyce. Un maestro retratando historias comunes a través de las cuales retrata y sangra el vacío de la vida, a lo que yo más temo. Nadie como Joyece para dibujar grietas. En fin. Una obra maestra, como Dune, pero de digestión depresiva, al contrario que Dune.
Sé Fremen, amigo mío, amiga mía.



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