19 ene 2019

Lucian Blaga, ese loco poeta

Primero fue la estupefacción. Lucian Blaga (1895-1961) es un gran poeta y es un poeta diferente. Luego llegó una sospecha: ¿hay un juego en sus versos? ¿Está jugando como lo hace cierta gente muy inteligente o es emoción verdadera lo que emana de sus versos? ¿O son las dos cosas? En cualquier cosa, el fin de este escrito es solo llamar la atención sobre este poeta, filósofo e intelectual rumano de los tiempos del telón de acero que hoy, a un lado y otro de la línea que fue, muchos poderosos parecen añorar. Qué bueno era tener un enemigo.



La traducción es de Darío Novaceanu, publicada en la UNAM, potente e inquieta Universidad de México, para mí, todo un referente en poesía española.

Para los lectores

Allá está mi casa. Más allá es sol y el huerto con colmenas.
Vosotros pasáis por el camino, miráis por entre las rejas
y esperáis a que os hable. ¿Cómo empezar?
Creedme, creedme,
se podría hablar sobre cualquier cosa cuanto se quisiera:
sobre el destino y sobre la serpiente del bien,
sobre los arcángeles que surcan con su arado
los jardines del hombre,
sobre el cielo hacia el cual crecemos,
sobre el odio y la caída, sobre tristezas y crucificaciones
y más que nada sobre el gran correr.
Pero las palabras son las lágrimas
de los que quisieron llorar y no pudieron.
son tan amargas todas las palabras;
por esto, dejadme
pasear mudo entre vosotros,
salir a la calle con los ojos cerrados.

El roble

En la clara distancia siento desde el pecho de una torre
cómo suena el corazón de una campana,
y en los dulces sonidos
se me antoja
que gotas de silencio y no de sangre
son las que corren por mis venas.

¿Por qué, oh roble, en el umbral de la selva,
cuando a tu sombra me acojo
y me acaricias tus trémulas hojas,
por qué me vence con sus alas frágiles
tanta paz?
Imposible saberlo. Tal vez con tu tronco
muy pronto han de hacer mi ataúd.
Y es quizá el silencio que me espera
dentro de mi ataúd el que ahora siento.
Gotea e mi alma desde tus hojas
y mudo
escucho crecer en tu tronco el ataúd.
Mi ataúd
creciendo en ti a cada instante que pasa,
oh roble en el umbral de la selva...

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