El Canto de Ulam es un cuento de fantasía puro. Con un toque de cuento juvenil si se quiere. Es literatura fantástica mezclada con mitos arcanos bajo la bóveda de Antigua Vamurta. Si en Un día y Una Noche intenté zambullirme en la mente de una mujer apasionada, Ermessenda, en Ulam pretendo ver el mundo a través de los ojos de una niña. Los pequeños, a veces, resultan fascinantes, pues aún no están muy contaminados por los miedos y manías de los mayores. Y a través de Ulam entrar en lo desconocido, el bosque, la música y, por supuesto, los territorios gobernados por el guardián de los sueños.
Ulam, un Relato Fantastico. |
El Canto de Ulam (primer fragmento)
«—Ulam… Ulam, ¡despiértate! —dijo su padre.
Hasta por la mañana hacía calor ese verano. Oyó el revuelo de las gallinas cuando el viejo cruzó el comedor, en el que también dormían. La luz entraba limpia, muy clara, por la puerta que el hombre había dejado abierta al salir. Ulam bostezó y saltó del camastro, dispuesta a devorar el pan con aceite que le había dejado sobre la mesa. Dio un manotazo a una de esas gallinas atrevidas que había osado acercarse a su desayuno y con la camisola se secó el sudor de la noche. Cuando acabó la comida, salió al patio trasero para saber qué podía esperar de aquel nuevo día. Allí estaba su padre, solo, sentado sobre una gran raíz, arreglando uno de los lazos que de vez en cuando les proporcionaban una sabrosa perdiz de bosque.
—Buenos días —saludó con voz soñolienta.
—Hija, hoy hay que ir al bosque. Casi no nos quedan hierbas.
Era verdad, en la despensa de la casa los ramos de plantas medicinales habían ido desapareciendo, vendidos junto a los huevos y la caza en el mercado de Verdela. Debía volver al bosque a por más. Ulam no se quejó. A sus ocho años bien sabía que sin las monedas del mercado no había bocado en su casa. Y ella era hija única, desde que un mal parto se había llevado junto al dios Onar a su hermano y a su madre, a la que no conseguía recordar.
—¿Podré jugar?
—¿En el bosque? No. Ya sabes lo que se cuenta. —Su padre guardó silencio, sus enormes manos intentaban cerrar un nudo de cuerdas delgadas—. Ya jugarás cuando vuelvas. Y acuérdate de la comida.
Ulam volvió a la choza y se calzó sus duras alpargatas. Había que partir pronto, pensó, pues el calor del mediodía no le gustaba. Cogió su flautín y se despidió de su padre. Atrás quedaron las casas del pueblo, muchas abiertas para dejar pasar el poco aire de aquel verano. Siguió el camino del sur, estrecho y polvoriento. Dejaba la pequeña aldea de casitas de piedra y cal, aplastadas las unas contra las otras como un rebaño de ovejas. Casas de payeses y humildes artesanos del corcho y del vidrio organizados alrededor de la plazoleta del pueblo, en la que sobre la arena se levantaba un sencillo altar a Sira, quien velaba por la bondad de las cosechas.
A su izquierda veía los naranjos cargados de fruta y, a la derecha del camino, los campos de trigo a punto para la siega. Ulam se sentía feliz aquella mañana, para ella el bosque era un laberinto en el que a cada recodo podía hallar un pequeño tesoro. Luego, cuando hubiera recogido suficiente artemisa, hinojo, salvia y con suerte algunos tallos de lavanda, podría volver y preparar la comida. Cuando llegara la tarde, por fin, saldría a buscar a sus amigos para ir a la orilla del río, allí donde los baños alejaban por un tiempo el verano.
Ulam podía oler el bosque, que se extendía hasta donde no llegaba su vista, hacia el sur y hacia el norte, en territorio murriano. Un enorme bosque de pino y encinas, de matojos duros y suaves lomas de laderas gastadas que hacían que la arboleda pareciese, vista desde lejos, un mar dormido.
Entró, empezando a recorrer sus cámaras invisibles a la búsqueda de hinojo. Al abrigo de las encinas, el sol era clemente. Brisas surgidas de la nada recorrían su húmeda piel gris, refrescándola. Anduvo de aquí a allí, dando tumbos, pendiente de entrever las llamas lilas y amarillas de las flores sobre el manto aguado de los matorrales. Cerca de un pino viejo consiguió un ramillete de artemisia, pero aquel día la suerte le era esquiva. A media mañana, con el sol alto filtrándose entre los ropajes de los árboles, apenas había reunido unos pocos tallos. Se había aventurado lejos de los confines de la fronda y no sabía exactamente dónde se hallaba, aunque resultaba claro cómo volver a casa, siguiendo el camino opuesto al sol. Cansada de tanto andar, se sentó sobre una roca que irrumpía desnuda desde el suelo. Miró a su alrededor, dejando vagar su mirada entre ese ejército mudo de troncos rectos y brazos abiertos de un verde oliváceo. Acercó el flautín a sus labios, mojando un poco la madera seca. Las primeras notas se elevaron suaves entre las hojas, perdiéndose en el corazón del bosque. Tocó, hizo que la caña de su flauta vibrara con dulzura, tocó, enlazando las melodías que se sucedían unas tras otras hasta que el tiempo desapareció a su alrededor.»
Me gusta la visión de los niños. Estoy deseando leer lo que sigue ^^
ResponderEliminar¡Oh! ¡Pero qué bonito! Es el mejor cuento que he leído en mucho tiempo. Me ha parecido estar viendo una película de Miyazaki. Por supuesto, ya me he enamordado de Ulam ^_^ .
ResponderEliminarBona revetlla!
Patrícia
Cuando acabe de leer el relato completo, te daré una opinión. De momento, pinta bien.
ResponderEliminarUn saludito :)
qué maravilla
ResponderEliminaratenta a la continuación
Un començament molt interessant. Amb un ritme pausat, assossegat (jo diria), que casa perfectament amb la descripció del paisatge (molt detallat i força divers), i que situa perfectament aquesta contrada.
ResponderEliminarAmb unes poques pinzellades has aconseguit impregnar-me de les olors, l'ambient, i el paisatge d'aquest raconet de fantasia.
Ulam la petita recol·lectora de plantes aromàtiques i Ulam integrant-se armònicamentnt en el bosc amb la seva flauta de bec, son d'una imatgeria poderosa que relaciono automàticament amb fets màgics de la tradició oral i narrativa.
Seguiré els esdeveniments. Avisa quan pujaràs les següents!. ^_^
Hola,
ResponderEliminarCelebro que el cuento os interese. Es un cuento sencillo. Y sí es sosegado, aunque la tercera entrega será un poco más acelerada, tampoco mucho.
Subo el siguiente trozo mañana y el 1 de julio subo el final, así, siguiendo el curso tranquilo de la historia.
Parece que sí que se consigue situar rápidamente el escenario y las sensaciones. Qué bien. Es es algo realmente positivo.
Gracias a todos por comentar. Si cometo errores y alguien los detecta y queréis señalarlos... Y si hay algo que no guste, cualquier cosa, también.
Saludos.
Excelente Igor :D siempre tu con tus sorpresas!
ResponderEliminarSaludos desde RD xD
Me encanta esa sensación de que detrás de lo que cuentas hay todo un mundo creado que se irá desplegando más adelante ante mis ojos. Y el bosque con su carga ancestral, siempre es un sitio que hace volar la imaginación.
ResponderEliminarUn saludo :)
El bosque con su carga ancestral. Es eso, ¡claro!
ResponderEliminarVoy a leer los demás pero pase lo que pase estará bien porque la narración es perfecta, fluye de maravilla, tiene ritmo y un apacible encanto.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Romek,
ResponderEliminarEs uno de los cuentos de fantasía de Vamurta, con la idea de ser ameno.
Un abrazo.