24 sept 2015

Jonás

Jonás
Sumergido en un mundo táctil,
las luces te hipnotizan, Jonás.
No hay vastos prados,
no hay grandes soles.
Tomas asiento y te levantas
para saltar de pantalla
en la bolsa de un estómago
que se expande sin freno
alimentando una ballena
que nada en un océano irreal:
flujos, pulpa de datos, binarios,
imágenes con falsas vidas
en las paredes, en los techos
tan relucientes que te reflectan.
Tu pupila se dilata,
tu pulso palpita,
en esta marea de alucinaciones
tu cerebro es incapaz,
cede, se funde y se agrega
a la marea, a la nebulosa
por donde navega,
en pulsos, la ballena. §

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