Buscando papelotes y removiendo archivos en el ordenador, me encontré este poema. Tiene tela. Era su planteamiento inicial era un poema irónico, de humor satírico, que acabó por ser otra cosa hasta que lo olvidé. Lo escribió un tipo de vive en mi cabeza y del que tengo muy pocas noticias, por suerte mía. En fin, que somos muchos en uno, aunque apenas sacamos a pasear el de siempre, el que creemos que es mejor aceptado o el que creemos que se adapta mejor a este banquete de lobos que es cualquier sociedad. Aquí estampo este poema con corazón, antes que vuelva a perderse por los recovecos de Windows.
E. Hooper |
Si un sábado de luces bajas
te sobreviene la tristeza,
no me lo reproches mucho, corazón.
De los rostros que perdieron el habla
aún podría trazar las sonrisas,
también los ojos en las esquinas.
Si decaigo, lánguido sobre la tarde,
no me prestes atención.
Son las fuerzas que buscan remanso
para fluir con el trino del mañana
y así abarcar lo que hoy fallece.
Te parezco serio y sombrío,
oyes murmullos en la quietud
me anticipas que se han marchado.
Son sólo unas horas. El tiempo
y su juego de máscaras macabras.
Así, calla y aguarda
que estoy por aquí cerca escuchándote,
espesando entre alambiques luces del
alba.
I.K
Pues sigue rebuscando para traernos cosas así. Es precioso, Tiene cierto poso de melancolía y quizá algo de esperanza. O al menos es que yo quiero ver que hay esperanza en cada luz del alba.
ResponderEliminarBesos
¡Oh! Gracias por el comentario. Ver que gusta justifica las dudas y el riesgo. Y sí, tiene un poso de melancolía y de esperanza. Sin ella, ya no hubiera sacado el poema a la luz, que no son tiempos para poesía triste. La luz del alba. Siempre estará allí, agazapada, esperando.
ResponderEliminarBesos.
PRECIOSÍSIMO POEMA, CORAZÓN.
ResponderEliminarILDUARA
Hubiera sido una pena que estos versos se pierderan. Me gusta el ritmo uniforme y la estoica postura que a mi me parece ver. Yo, que siempre desconfío de la esperanza, aquí la aprecio porque se manifiesta como un potencial para el devenir: la certeza de poder y la seguridad de que las propias fuerzas son capaces de remontar las corrientes contrarias. Bueno, así lo veo yo.
ResponderEliminarSaludos.
Excepcional, Igor. En este sí que me has conquistado. Bien podría haber firmado estos versos el bueno de Sabina o Ismael Serrano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Caramba, muchas gracias por los comentarios, auténtica gasolina para más y más creación. La lección que me guardo es que la clasificación que uno hace sobre una novela, una poesía o un cuento sólo es válida para uno mismo, que ante la literatura cada lector transforma la pieza y le da otro color.
ResponderEliminarEntre el invierno que se ha ido y la primavera que llama a las puertas.
Desde luego el título le cuadra perfectamente, puesto que sí, es un poema con corazón, un corazón afligido; y desde luego es todo menos irónico. Un saludo.
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