Agustín Ostos Robina (Viaje Íntimo de la Locura) es esencialmente poeta. Poeta de tierras extremeñas, las mismas que vieron nacer al autor del mejor soneto que he leído, Francisco de Aldana. Bueno, pues a veces nos regala prosa. Y el otro día publicó un cuento o un relato, que a veces olvido que diferencia hay entre los dos. Una mirada irónica sobre el género fantástico que me hizo sonreír y reflexionar. Me impresionó vivamente y me divirtió, difícil equilibrio. Y, entre los acordes del texto no solo hay ironía, hay otras notas. La historia me recordó aquel relato de Italo Calvino, “El caballero inexistente”, pero esto es distinto, realmente distinto.
¡Ah! Y ha lanzado el proyecto poético, junto con otros autores, llamado “Lo bueno de ser una rata”. Que a mí me parece de lo más interesante (Lo bueno de ser una rata).
I
Caminé siete noches más por la Campiña. En la primera, compartí hoguera con un enano de las Montañas del Norte que se había extraviado. Hablaba sin parar de ambiciones por conseguir, de futuros felices y dichosos y de cómo acariciaban las brisas en los riscos de su tierra. Su barba pelirroja y vello de los brazos le daban un aspecto muy simpático y rudo a la vez, aunque comía con tal ferocidad que me costó contener la risa al escuchar sus postulados sobre el arte de la minería.