La Advertencia
TAONOS (X)
La fuente de hierro
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Décima entrega del relato fantástico de Taonos.
La columna se desplazaba hacia las Gargantas haciendo temblar la tierra. Cuanto mayor era el silencio que los rodeaba, cuanto más cerrado el sendero, más fuertes resonaban las pisadas, el golpeteo de cientos de armas contra sus escudos, en aquellas tierras salvajes. Ciros encabezaba la marcha junto a su guardia y la doncella, sin acusar el cansancio del camino. Se sentía dichoso de tenerla cerca. No dejaba de asombrarse de su noble porte, de su andar sinuoso. ¿Podía temer a alguien o algo aquella dama de las montañas? Con expresión circunspecta, sus cabellos al viento parecían ser una llama dorada que guiara a la hueste.
—¿Deseáis saciar vuestra sed, mi señora? —preguntó atento, Ciros.
—Gracias. No por el momento. Deseo alcanzar pronto los Bosques de Hierro, pues allí, de las fuentes, emana un agua que borra la fatiga del cuerpo.
—Si ordenáis descansar… De los Bosques a las Gargantas apenas hay un día de marcha. ¿Es así?
—Sí, una mañana, si se camina a buen paso. —La doncella calló y giró la cabeza para mirar a Ciros—. ¿Tanto deseáis la gloria? ¿No os he avisado que en ese lugar convergen fuerzas arcanas? Agua, viento, tierra…
Ciros dudó, una voz interior le ordenaba volver a casa. Pero pensó en el número de lanzas que lo acompañaban y rió para sí. Por un instante, hasta creyó ser un niño que escucha atento los ruidos de la noche y se alarma por cualquier crujido del bosque.
—Es la mayor empresa que jamás he emprendido. Por nada de este mundo me defraudaré a mí mismo, por nada.
9 fragmentos más y esto se acaba.
Me encanta esta frase
ResponderEliminar"Por nada de este mundo me defraudaré a mí mismo, por nada."
Esta frase... ¿podría ser muchas cosas? Cuánto daño hace el pequeño tirano y juez que habita en el interior.
ResponderEliminarBesos.
La naturaleza frente a la que somos niños, jugando a sus puertas. Buena frase final.
ResponderEliminar¡Me encanta esa doncella!
ResponderEliminarLa naturaleza, cuánta inspiración. Decían que Gaudí sólo se inspiraba en ella.
ResponderEliminarLuisa, no hay que olvidar que esa doncella tiene sus motivos.
Un abrazo.
Defraudarse uno mismo... Probablemente forma parte de nuestra autodefensa y deseos innatos de sobrevivir. Creo que siempre tiene un por qué, y probablemente no represente más que la pérdida de una batalla en una guerra.
ResponderEliminarTal vez lo importante sea no decir: "De esta agua no he de beber" porque, al final, se puede acabar frente a esa fuente.
Un abrazo.
Parece que ni siquiera en otros mundos aprenderá nunca el hombre que la victoria no depende del número de lanzas, y que no es buena idea desafiar a las fuerzas arcanas.
ResponderEliminarFeliz día, monsieur
Bisous
Somos obezcados y olvidadizos. Miren al mariscal Rommel y su Afirka Corps, venciendo en clarísima inferioridad una y otra vez...
ResponderEliminarSalduos.
La columna avanza... con su caudillo y su dama. Polvo y sed. Pero el objetivo marcado da energía y promete descubrir enigmas. Medirse con el propio patrón y no defraudarse, atractivo; dependiendo del patrón elegido.
ResponderEliminarFácil y placentero el deslizarse por tus líneas una vez más.
Un abrazo.
DEMIAN
Interesante personaje este Ciros. Veremos si todas sus lanzas terminan siendo suficientes contra el peligro que parece acechar en el camino.
ResponderEliminarSaludos.
Me encantan las historias como ésta, es interesante y romántica de alguna manera!
ResponderEliminarDespués de varios días de ausencia,vengo con mono de leerte.
ResponderEliminar¡¡Me fascina tu novela!!
Besos
Pues el viernes, un poco más de Taonos.
ResponderEliminarY celebro que se lea con facilidad.
Saludos.