By François Boucher |
Hace unos 50.000
años unos tipos en Anatolia, otros hablan de la sierra de Zargos, supieron
almacenar semillas del delicioso trigo salvaje. Así nació la agricultura.
Luego, con la cultura de las granjas, surgió un nuevo fenómeno, algo jamás
visto antes; se crearon excedentes. Sobraba comida. En lugar de repartirse se
guardó para unos pocos. Nacía la estratificación social.
Surgieron ciudades.
Nombres como Ugarit, Larak, Eridu, Nipur Ur, hasta Micenas. Todas ellas transmitiendo
la cultura de la granja y el indoeurpeo, acaso los primeros fueran los hititas en
escribirlo. Una lengua, la indoeuropea, de la que bebe el latín, el griego, las
lenguas nórdicas y germánicas. También el sánscrito. O eso dicen.
El Código de Hamburabi |
Los hombres olvidaron los grupos de cazadores, donde se valía por lo que se era, y empezaron a mirarse los unos a los otros por lo que se tenía. Unos pocos controlaban los excedentes: nacen los reyes, los nobles, los tetrarcas, los oligarcas y los dictadores. Y con la agricultura surgieron nuevos dioses. Deidades que justificaban el nuevo reparto de la riqueza. La agricultura, a lomos de una única lengua, el indoeuropeo, se expande por el mundo siendo Europa su vía de mayor éxito. En América y China también descubren el secreto de la domesticación.
Luego, era
inevitable, el hombre se reproduce, a la sombra de la naturaleza domesticada,
rompiendo el equilibrio. Luego, era inevitable, llega la arquitectura, las
grandes ciudades. Más tarde los distintos feudos y hasta los reinos que
desembocan en los estados de hoy. Mañana, con los excedentes otra vez en muy
pocas manos, llegará el gobierno de las corporaciones, la nueva aristocracia,
que hasta hoy manejan los excesos desde las sombras llamadas “los mercados”.
Luego, quién sabe. Antes mucho antes, los hombres vivían en sociedades
colectivistas que expulsaban al posesivo. Invertidos, hoy el posesivo es el rey
de la pista.
La antigua Babilonia |
¿Se imaginan lo que valdría un presidente del Banco Mundial en una sociedad de cazadores-recolectores? ¿O uno de esos archimillonarios que compran deuda soberana para así controlar esa estructura arcaica, el estado? ¿Alguien los imagina galopando tras un ciervo?
Hace unos 50.000
años empezó el Neolítico, la agricultura. Coincidió con el fin del período de
las glaciaciones hasta hoy, un período de interglaciación hasta que el largo
invierno vuelva a reinar sobre la tierra. Dicen que entonces en la tierra
habitaban muy pocos humanos, el aire era limpio, los mares ricos y la tierra
generosa. Del nómada al injusto sedentario.
Ah, y ahora que
pienso. El otro día paseaba por Barcelona con un de los oráculos, mi amigo
Julian. El australiano me dijo, acerca de si es mejor un gobierno de
corporaciones o un gobierno elegido: «para un estado una persona es un voto.
Para una corporación, una persona es un dólar». O un yuan. Hay que mirar al
futuro.
Y este tipo de cosas,
que intento confusamente narrar, siempre hay alguien que las cuenta mejor. Para
eso también están los libros y el cine, para entretener y explicar verdades y saudades.
Una escena de El Tercer
Hombre. La escena de la noria, con el mítico y siempre genial Orson Wells.
Qué interesante mirada a los orígenes Igor!
ResponderEliminarAsí que en aquellas montañas de Turquía empezó a solucionarse y a joderse todo, y luego lo hemos ido "perfeccionando", poco a poco, hasta hoy, y hoy tenemos lo que Hay. Muy bueno.
Un abrazo
Monsieur, qué escena maravillosa nos deja de broche final!
ResponderEliminaroiga, qué le parece si ponemos a todos esos a galopar tras los ciervos? Yo creo que algo saldríamos ganando.
Buenas noches, monsieur
Bisous
La vieja metáfora: el mismo río pero siempre distinto agua.
ResponderEliminarPodrán ser distintos orígenes los que lo impidan, pero nunca los habitantes de este planeta formarán una sociedad igualitaria. La prevalencia de un hombre, una casta o una doctrina sobre las demás es parte inherente al propio mundo.
Bonita reflexión, Igor.
Un abrazo
Bueno, culpar de todo a la agricultura sería un poco injusto.
ResponderEliminarY es verdad, hoy las desigualdades parecen tatuadas en nuestro ADN.
Ay, El Tercer Hombre. Cada vez que oigo la cítara me pongo de buen humor.
Saludos.
Quina crònica més condensada sobre els orígens del "mal". Que en el fons són els origens de tot, de la humanitat i també de l'art. Ho has narrat perfectament, i ben acompanyat d'aquesta perla cinematogràfica.
ResponderEliminarBuf, que gran la frase final d'"El tercer hombre": "No te pongas tan serio Harry, al fin y al cabo, no es nada trágico. Recuerda lo que dijo no sé quién. En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras, matanzas... pero surgieron Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento; en Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz ¿y cual fue el resultado? El reloj de cuco".
Pues, nada, a escuchar la cítara! Petons
Hola Sílvia.
EliminarEse que el Tercer Hombre es absolutamente genial. Un mundo entre dos mundos, una sociedad que muere y otra que nace, los dos bloques. Y por medio ese Orson Wells maligno.
El reloj de cuco. Buenísimo.
Petons.
Interesante artículo y muy bien relatado.
ResponderEliminarSupongo que el círculo se cierra y, en breve, estaremos como hace 50.000 años. Sería lo mejor, ya que la otra opción es la autodestrucción de la especie humana.
Un abrazo Igor.
Sí que hay algo de suicidio colectivo en todo lo que hacemos.
ResponderEliminarComo dijo una escritora, "a la gente lo único que le importa es llegar a fin de mes".
¡Y ahora más!
Saludos.
...el largo invierno vuelva a reinar sobre la Tierra...
ResponderEliminarSe me hiela la sangre.
Un saludo.
Ya lo dice Martin en la Canción de Hielo y Fuego..."se acerca el invierno...".
EliminarSaludos.
Interesantísimo, Igor. ¿El presidente del banco mundial en una sociedad de cazadores-recolectores? Vale, te compro la idea, pero creemos la fantasía: ha de incorporarse a ella habiendo sido presidente del BM y conociendo este mundo tal cual es. Y de repente, un salto en el tiempo y los espacios y verse ahí.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Uf, me parece que sería el primero en caer persiguiendo ciervos. Un ataque al corazón...
EliminarLo único malo de esas sociedades (además de no haber inventado el café) es que los hombres duraban mientras el cuerpo estaba muy sano y fuerte.
¡¡Feliz Misa de 8!!
Pero, ¿dónde está el origen del mal?
ResponderEliminarEn la agricultura, que creó los excedentes que originaron las primeras diferencias sociales: los que tenían excedentes y los que no.
ResponderEliminarSalut, Dissortat.
Habrá que esperar una nueva glaciación para volver a los orígenes.
ResponderEliminarEl problema es que no avanzamos, parece que si, pero volvemos atrás constantemente y a pasos agigantados.
ResponderEliminarUn besazo.
Els mercats són l'ànima dels pobles, no em perdo cap dels mercats de les ciutats i pobles que visito. Reflecteixen el tarannà d'aquelles gents.
ResponderEliminarOsti, el tema Orson Wells, ja és picar molt alt!
Salut
A Mallorca, diuen que el Sr March va començar a fer-se ric anant a un poble lluny de la ciutat i comprant totes les remeses d`all, si un en volia, no li quedava més remei que comprar-les-hi a ell i ell, com a bon venedor, els oferia al doble preu del que les va comprar.
ResponderEliminarLa conclusió? el ser llest és l`origen del mal.
Mmmmmm... Pero antes, en las sociedades de cazadores, simplemente no existían excedentes, ni de ajos ni de nada.
ResponderEliminarLa historia del March es muy buena.
Saludos.
Una buena síntesis. La comparto.
ResponderEliminar¿Qué película es esta del vídeo?
Vale, ya he visto el título, leches XD
ResponderEliminarBuena anotación, y qué bien has elegido el fragmento de cine.
ResponderEliminarHe aquí un pobre enamorado de El Tercer Hombre y su cítara...
ResponderEliminarAyer precisamente comentaba con un par de amigos la posibilidad del mantenimiento de la especie humana de aquí a, por ejemplo, 100.000 años. Al ritmo frenético, en esta vorágine sin salida aparente, resulta harto arduo pensar tal cosa.
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