Una reflexión sobre la guerra psicológica.
Tras luchar como si no hubiera vida más allá de los límites del tatami, en el vestuario hablábamos sobre la segunda guerra mundial. No sé por qué. La conversación derivó, ya guardados los kimonos, sobre la guerra psicológica. Uno de los compañeros, de ese tipo de hombres que no hablan mucho, dijo:
«Yo lo estuve pensando. En Internet no hay casi
nada sobre guerra psicológica. Pero, me gusta la historia. Empecé a leer sobre
los romanos y llegué hasta hoy. Fíjate en la invasión napoleónica. Antes de
lanzarla había los afrancesados. Igualdad, fraternidad y algo más. Cuando los
soldados franceses invadieron la península, los aplaudieron. Cuando empezaron
los desmanes y las ejecuciones, ya era tarde. Lo mismo pasó con la Unión
Soviética. ¡El poder para el pueblo! Hasta que supimos de los gulags. La arma
psicológica más poderosa son los ideales».
Me fui para casa fumando el cigarrillo que no
debiera, con los alvéolos bien abiertos y limpios tras el judo. Oía un crujir
de no sé dónde, entre las estrellas a lo mejor, como si el mundo tuviera una
gran grieta, que no había visto antes, que lo partiera en dos.
Igor, guapo, hace mucho que soy invisible. Pero entro en tu casa de vez en cuando y ahora ya si, he tenido que romper mi voto de silencio. Por ti, cualquier cosa :)
ResponderEliminarPues ya sabes que sigo tus silencios.
EliminarY en tu blog esos silencios llegan a tener una intensidad de agujero negro, potentísima.
Besos.
Guarra sicológica que no atemoriza, sino que engaña...muy interesante :) Supongo que crear una quinta columna y aterrorizar y masacrar a los que no quieran formar parte de ella es la estrategia bélica más antigua. Alejandro, Aníbal, los mongoles (bueno, estos pasaban de la zanahoria y le daban sólo al palo xD)
ResponderEliminarMe encanta el judo, aunque ya hace mucho que dejé de practicarlo...
¡Un abrazo! y cuidado con la utopía, que a veces se dispara sola en el pie ;)
Ay, joder, ya sé que diciendo esto nos queda muy poco. Sin ideales somos perros que quieren llegar a final de mes, y lo demás no importa.
EliminarPor eso me gustan los del 15-M. Tiene fallos, les falta músculo, ¡pero sueñan!
El judo; es un arte infinito que admite infinitas variaciones. Como la música.
Un abrazo-
Joder, Guerra, no guarra...aunque bueno, lo uno sea la otra...sorry.
ResponderEliminarQuin gran oracle, Igor. Tant per qui el dóna com pel lloc on sorgeix, als vestuaris després d'una classe de judo. M’ha recordat un còmic de l'Astèrix,“La zitzània”, quan un romà arriba al poble dels gals amb la intenció de crear baralles entre els habitants i d'aquesta manera destruir-lo. Tot comença quan dóna un gerro a l'Astèrix afirmant que se'l mereix per ser el millor del poblat. Així comença una mena de guerra psicològica entre els gals. Tot plegat em fa pensar que l'art de la guerra (si se li pot dir art) es basa en l'engany, suposo. I els ideals són el gran engany, com tan bé dius, que esquerda el món en dos.
ResponderEliminarPues lamento mucho decir que la idea no es mía, sino de un compañero del judo, snif, snif. Y es una buena idea para pensar un ratico.
EliminarRecuerdo una frase de un general norteamericano, de finales del XIX, que dijo, tras muchas guerras:
"al principio pensé que íbamos tras la bandera. Ahora veo que vamos tras el dólar".
Petons.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVeo que no soy la única que sale del gimnasio queriéndose "portar mal". Durante un par de años era salir de la piscina para entrar en la hamburguesería.
ResponderEliminarJa, ja. ¡Y la cerveza! Después de chorrear con el kimono, vaya, ese reequilibrio de líquidos es como alcanzar el karma.
EliminarY porque no hay un Frankfurt cerca....
Hoy por hoy lo único que nos queda son los ideales y la esperanza, y sí, si nos quitan eso nos convierten en autómatas sin sueños, en aquellos que solo valen lo que marcan sus nóminas.
ResponderEliminarMe encanta el cauce que llevan algunas conversaciones que comienzan en lo insustancial y se vuelven graves y transcendentales, sobre todo cuando te arrastran a meditar y a coger papel y boli. Esas conversaciones no tienen precio. :)
Y como siempre, dejas tu huella en lo escrito, Igor. El final del post me encanta.
1 abrazo.
Oiga, pues su amigo, el judoca reservado, no anda desencaminado del todo.
ResponderEliminarUn saludo.
Y que importante son los ideales, amigo Igor, e igual de importante es luchar por ellos.
ResponderEliminarTienes razón, después del judo, ¿fumar? eso esta muy mal jejejeje. Un besazo.
Guerra psicológica.Yo siempre relaciono esas dos palabras con aquellas sirenas que llevaban los Stukas debajo de sus panzas cuado se lanzaban en picado...
ResponderEliminarPor cierto, después de recoger los resultados de mis analíticas ayer, te incito a que te fumes ese cigarrillo si te produce un gran placer. Al final nuestro cuerpo, por mucho que lo cuidemos, acaba haciendo lo que le da la gana.
Saludos, Igor.
¡JA! Me detectaron colesterol a borbotones, el otro día. ¿Cómo puede ser? Soy Ben Gun, mi reino por un pedazo de queso.
EliminarEl cuerpo va por libre, clarísimo.
Y esos Stukas. Además eran muy precisos.
Salve, Dissortat.
te merecías ese cigarro. Destierra la culpa. Después de esa conversación uno se lo merece todo
ResponderEliminarCrear en el ser humano un estado emocional propicio es como humedecer la tierra después de la siembra: aunque la semilla sea mala dará fruto. Cuando éste se recoga y deguste percibiremos el mal gusto, pero ya será tarde.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Muy bueno, Demián!
EliminarExacto, tienes alma de filósofo, Demián. Lo que temo es que ahora volvemos a estar empapados. Sí sé que el aire, en la calle, las voces de los ciudadanos, no son como antes. Domina el enfado y el cabreo. Preocupante.
EliminarSaludos.
Abarcar lo máximo siempre es un riesgo. Es más manejable usar los ideales a pequeña escala. Pero son tan depredadores que no dejan sitio para otra visión. Por ello florecen continuamente.
ResponderEliminarJa, ja. "Florecer" me parece una palabra ideal para referirse a los ideales.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Igor,
ResponderEliminarlo curioso de todo aquello es que la guerra por más conquistas, sangre, mercado negro de armas,nunca ha traído paz y bienestar.
Es el caso de Napoleón con sed de conquistar toda Europa se quebró los dientes con Rusia al punto de casi perder a Francia.
Pero es lo mismo en la actualidad, acaso la guerra en los países árabes han traído paz, no, solamente engendró la plaga del terrorismo para combatir el capitalismo.
¿Y acaso, no es también en esa misma zona que Los Templarios lucharon en vano?
¿Podemos siempre pretender en la actualidad que el fin justifica los medios? Sobre si todos sabemos bien que la finalidad buscada por los gobiernos, es el gobierno mismo, como un parásito viviendo del pueblo. ¿Acaso el Euro ha sido para el beneficio del pueblo?
Conquistas ideológicas, conquistas económicas, conquistas por medio de la fuerza no alcanzan nada porque no se puede conquistar lo que es del pueblo.