Del libro que he publicado en Google Play y Amazon (37 Relatos para leer cuando...) de historias cortas, los relatos se pueden dividir en dos bloques: los de ciencia-ficción y fantasía por un lado, y por otro, los de corte realista, muchos de ellos, y humor. Una mezcla peligrosa, sin duda.
Subo aquí el relato “La última cena”, siendo este
el penúltimo que publicaré en el blog. En agosto volveré a subir el relato
“Siesta”, porque muchos no lo conocen y por mostrar las ilustraciones que se
hicieron de esta historia.
Me quedo con ganas de subir muchos más, pero en
fin, los relatos los podéis adquirir en:
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La última cena
Una gran explosión solar. Una lengua de fuego que se desprendió,
reverberando en todo el sistema. Los planetas cercanos, Mercurio y Venus,
convertidos en bolas incendiadas gravitando por inercia alrededor del gran
padre, la gran madre. La eclosión golpeó la Tierra con fuerza, provocando un
instantáneo y dramático aumento de las temperaturas, convirtiendo los océanos
en ollas burbujeantes. La vida en los continentes se desvaneció. Diríase que la
materia rompía la ley de la gravedad y se iba hacia arriba, hacia un cielo
fisurado. El fuego lamió la corteza durante más de un día, carbonizando todo lo
que en ella había. La atmósfera se llenó de cenizas y vapor de agua, una mezcla
pegajosa y caliente. Más adelante, las cosas volvieron a su lugar.
Paulatinamente, durante años. El anillo de nubes provocado por la evaporación
de los mares precipitaba grandes lluvias que lo adelgazaban hasta hacer
desaparecer la gran tormenta.
No toda la humanidad ha sido volatilizada. Una nave de exploración con destino
a Júpiter vuelve a casa, protegida de la hecatombe por la distancia. Una nave
de la desaparecida Unión Euroasiática. Dos hombres viajan en ella, Mijáil y
Lian-U, dormidos en sendas cápsulas crionizantes. Siguiendo las instrucciones
de vuelo, el ordenador central dirige el aterrizaje del trasbordador a la base
inexistente cercana al Mar Caspio. Los astronautas despiertan pasadas unas
horas. Al traumatismo de volver a la vida tras dos años y tres meses en blanco
se añade la confusión. Se encuentran en la nave y no en un hospital, arropados
por sus seres queridos. La lectura de las condiciones exteriores mediante los
sensores y un rápido vistazo por las dos minúsculas escotillas los hace pensar
que un error de programación los ha dejado en Marte. Pero no, un examen atento
de los datos de posición indica que sin duda han vuelto a la Tierra. «Lian-U, voy
a descender. Quédate en la nave mientras estoy fuera», dice Mijáil.
Cuando, tres cuartos de hora después, Mijáil vuelve enfundado en su traje
espacial, la absoluta desolación del paisaje se refleja en su mirada
extraviada.
«No hay nada. Absolutamente nada». Lian-U insiste. Intenta establecer
comunicación con otros, con posibles supervivientes, por todos los medios de
que dispone. Discuten. Han descartado una guerra nuclear o erupciones
magmáticas. Toma cuerpo el impacto de un gran meteorito cuando hallan, en los
registros de navegación, las sobreexposiciones y cambios producidos por el
estallido en el sistema solar. «El sol», concluye Lian-U, «quién lo iba a
decir».
El vehículo de exploración avanza despacio por una llanura de tierra
resquebrajada que no tiene principio ni final. Al tercer día tras el aterrizaje
emprenden aquel inesperado viaje tras cargar el transporte de superficie con
todas las provisiones, tecnología y herramientas que les es posible. El
horizonte, liso como la hoja de un hacha. La tierra seca. La temperatura
exterior asciende a 79º y no hay una sola nube en el cielo. El transporte cruza
un mar de arena. Mijáil y Lian-U tienen clara la dirección. «Debemos ir al
norte», dijeron al unísono. Al cuarto día desde que empezaron a rodar alcanzan
la latitud 59º 57’ Norte y una Longitud de 30º 19’ Este. Según los antiguos
mapas de la Tierra están cerca de San Petersburgo. La temperatura exterior ha
descendido hasta los 56º. Continúan, pero el combustible se está agotando. Cae
la noche, que es violácea. No han divisado un solo montículo ni una depresión.
En su ausencia, las llamaradas convirtieron las placas terrestres en un espacio
continuo, sin cortes ni protuberancias. El todoterreno se ha apagado.
Aprovechando el relativo frescor nocturno, deciden seguir a pie hacia el norte,
siempre hacia el norte.
«Algo encontraremos. Estoy convencido de que cuanto más nos acerquemos al
Polo, más probable será encontrar una forma de vida», sostiene Mijáil. Caminan
con ropas ligeras, las mochilas llenas de agua, tabletas de hidratos de carbono
y unos pocos utensilios. Esperan encontrar pronto el mar. Se preguntan si el
agua estará muy caliente o no.
Poco después del amanecer, hallan el anhelado mar. La ribera es un
acantilado, un corte vertical de más de seiscientos metros que se extiende a
este a oeste. Abajo se escucha el eco de las olas rojas. Todo el mar es rojo
como la piel de una manzana. Inalcanzable. Se asoma el sol, haciendo que el
aire empiece a ser irrespirable.
«Si seguimos la costa por el norte encontraremos un modo de llegar al
mar», dice Mijáil. «¿Y luego qué?», pregunta Lian-U. Deciden enterrarse bajo el
suelo para evitar la deshidratación, dejando únicamente su rostro fuera de la
arena, protegido por sus ropas. Cuando caiga la noche será el momento de
moverse. Casi no hablan durante el día, aplastados por el calor. Mijáil sale de
su agujero. Lian-U está muerto. No ha resistido. Tomando su agua y provisiones
empaquetadas, come. Tras la cena reemprende la ruta. Mientras camina bajo la
luz de la luna, vigilando no acercarse al acantilado, va diciendo: «seguro que
hay un modo de llegar al mar, cerca del agua las posibilidades se multiplican.
Es tan sencillo como recordar que la vida tuvo su origen en ella».
FIN
Presto!
ResponderEliminarAtención al título que incluye una clave.
Saludos.
No encuentro la clave del título jajajaja, como no se refiera a la última cena de Jesús, y que tenga que ver con lo del penúltimo... Ya nos dices jejejeje.
ResponderEliminarEl relato genial siempre consigues sacar algo bueno de todas las cosas.
Un besazo.
Buenas,
EliminarClaro, la última cena de Jesús. Pero fíjate que es lo último que hace Mijáil, que es el último hombre en la Tierra.
Bueno, de hecho, dos cosas hace en último lugar.
Besos.
Un buen relato. Angustioso, pero eso se trata ¿no?
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, la verdad, no pretendía ser especialmente angustioso. Es como cuando dibujas, que nunca logras trazar lo que querías exactamente, si no eres Goya, claro.
EliminarSaludos.
Qué horror, monsieur. Y pensar que no estamos tan lejos de un momento como ese! Lo acabaremos consiguiendo sin ayuda del sol.
ResponderEliminarLo de la unión euroasiática ya lo veo más difícil.
Buenas noches, monsieur
Bisous
Ja, ja. Geopolítica. A saber cómo será el mundo del futuro. ¿Rusos y chinos de la mano? Bueno, los del norte tiene grandes espacios vírgenes y los del sur mucha, mucha gente.
EliminarBesos.
Al protagonista le auguro un futuro desolador, algo parecido al que se cierne en la actualidad sobre muchos de nosotros que sin erupción solar de por medio, pero sí con burbuja, estamos al borde del precipicio.
ResponderEliminarSaludos.
La verdad, Rapanuy, no hay muchas razones para ser optimista. Aunque, fíjate, que Mijáil, sin serlo, en un plantea desolado, sigue hacia el norte, apurando una posibilidad muy remota de sobrevivir.
EliminarSaludos.
Vols dir que és ciència ficció? Estic d'acord en què és un relat angoixant, transmets molt escrivint. Ahir vaig estar mirant les primeres pàgines del llibre per amazon i m'agrada molt. Felicitats :)
ResponderEliminarEs una buena pregunta. No sé si es un relato de ciencia-ficción, un relato de fantasía o un cuento postapocalíptico.
EliminarMe alegra muchíssssimo que te esté gustando lo que estas leyendo. Creo que es un libro muy entretenido.
Besos.
Aunque sea un retorno a la Tierra, aquí no van a aparecer simios ni vida ni nada por el estilo, y me temo, por el título, que Mijail lo tiene claro.
ResponderEliminar¿Cómo hacer crecer hasta el infinito un planeta de recursos finitos? Por eso y por la avaricia el capitalismo, que había sido útil, muere. Como Mijail.
EliminarSaludos.
Coño Igor si no has dejado nada, solo un Adán sin Eva enfrente de la nada.
ResponderEliminarSaludos.
Ja, ja. En este relato de ciencia ficción y fantasía no queda ni el tato.
EliminarUn abrazo.
El responsable de la vida en la tierra se torna en su verdugo, despilfarra su energía calorífica y todo es llanura yerta, desaparecen los picos y los valles: encefalograma plano para nuestro planeta, avisen a sus familiares que no hay nada que hacer.
ResponderEliminarEstupendo.
Caluroso abrazo.
Muy buenas las descripciones Igor. Me gusta especialmente esa imágen del acantilado altísimo e inabarcable sobre ese mar, que murmura, y de color rojo. Ninguna esperanza para el último habitante, una segunda oportunidad para la tierra que reinicia su ciclo desde ese mar. Enhorabuena.
ResponderEliminarResponsable de la vida en la tierra se convierte en su verdugo, su energía del calor perdido y todo lo que es evidente rigidez desaparecen los picos y valles: con muerte cerebral para nuestro planeta
ResponderEliminarSí. Es verdad que este relato que mezcla la ciencia-ficción y la fantasía es un tanto desosegante. Pero hay otra cosa, muy propia de estos raros humanos: el astronauta, que es un científico y se guía por evidencias, a pesar de todo, sigue buscando la vida. Lucha por sobrevivir, aunque como el título indica, "La última cena", no lo logra. ¿Diseñados para sobrevivir?
ResponderEliminarSaludos y gracias por comentar, opinar, leer y discernir.
En la Última Cena Jesús afirma que se convertirá en carne y sangre, así que con el paso del tiempo (millones de años), de nuevo habrá carne y sangre en la desolada Tierra que nos describes. Aunque no sé si merece la pena...
ResponderEliminarSaludos querido Igor.
(Que jodida la existencia del pobre Mijáil hasta que se muera)
Seguro. ¿No había una teoría de regeneración natural de la Tierra? Bueno, no domino eso.
EliminarAcaso Jesús fuera un profeta y un gran poeta. La metáfora de la carne y la sangre es espléndida.
Saludos Dissortat.
Y Mijáil no se rinde hasta el final.
Personalmente me agradan las historias donde alguien se despierta despues de un laaaargo sueño y descubre que algo se ha jorobado en su ausencia, hay una pelicula especialmente curiosa llamada Pandorum, no es la cima del genero "me despierto y todo esta jodido" pero en conjunto incluye varias cosas interesantes, te la recomiendo mucho Igor
ResponderEliminarVi Pandorum, con el inefable D. Quaid. Muy entretenida, sobre todo la primera mitad.
EliminarGin, no sabes cómo echo de menos las pelis de cienciaficción. Me podría tragar cualquier peli, incluyendo las mediocres. ¡No hacen nada!
Ridley Scott estrena una de ciencia-ficcion y terror, Prometheus, en breve.
Y de nuevo, Adán y Eva, la Edad del Hielo, la muerte de Jesús en la Gran Cruz... Y de nuevo a empezar una vez más.
ResponderEliminarBesoss.
Un excelente libro, Igor. He disfrutado mucho la lectura de estos relatos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ah, cómo me alegra que disfrutaras el libro de 37 Relatos para leer... Creo que es entretenido. También hay relatos sobre la crisis y la actulidad, incluso una reflexión sobre la Guerra Civil, pero sobre todo son historias entretenidas.
ResponderEliminarBesos.
Dios, qué angustia.
ResponderEliminarÉSte ya lo había leído. Me gusta mucho
Un relato angustioso, al más puro estilo del maestro Lovecraft.
ResponderEliminarel paisaje muerto, lineal, el relato está impregnado de una atmósfera agobiante, casi no se puede respirar, y cuando llegamos al mar el acantilado se corta de una manera salvaje y aún produce más terror, más agobio. y lo más terrorífico de todo: la soledad de ese último caminante.
me ha encantado Igor.
Has dado en mi punto débil... uff... No hay cosa que más miedo y ansiedad me dé que la idea del Apocalipsis. Prefiero una legión de zombies en mi barrio a que nuestra Pacha Mama muera, se convierta en una gran bola de fuego surcando el cielo ;)
ResponderEliminarLa última cena... El título nos revela el final de la humanidad, el final del último hombre vivo sobre la faz de la Tierra. Aunque el relato queda abierto e incita a la imaginación, el título no deja lugar a dudas. Muy bien pensado.
Me encanta, es cruel, agónico y aleccionador a la vez (a mi entender) La narración del Gran Final por un poeta de nuestro tiempo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarQué implacable ímpetu los lanzaba a seguir y seguir. Es una fábula sobre el misterio que nos empuja. Es como si no hubiese esperanza en las etapas del camino, solo la hay delante. Como eso que se dice de la vida, que es todo lo que te sucede mientras haces otros planes (nosé si de Lenon).
ResponderEliminarHe trasladado este comentario a donde está ahora. Es que no quería que se interpretara como que disentía de la anotación firmada por Tamara Losa. En absoluto, lo que pasó es que me confundí de tecla y lo puse allí.
ResponderEliminarLo que puse fue: ese ímpetu por seguir y seguir sin desmayo, quemando etapas que podrían haber sido metas también, me recuerda aquello que creo dijo Lenon: la vida es aquello que te pasa mientras haces otros planes.
Perdón por lo manazas que soy.
Buenas, no te preocupes.
ResponderEliminarPues ahí está el corazón del relato. Eso es lo que quería explicar, más allá de la metáfora de la destrucción.
En este relato de cienciaficción lo central es la idea que los humanos somos capaces de luchar por sobrevivir más allá de cualquier idea de final.
Lenon, pues dio en el clavo.
Saludos.
Estaba por aquí de visita, leyendo sus cuentos, y me gustaría que echara un vistazo a esta convocatoria patrocinada por RelatosPulp.com. Es un taller literario de autores noveles que tocan el género de la ficción Pulp. Tal vez le interese:
ResponderEliminarhttp://www.relatospulp.com/noticias/sobre-la-web/193-halloween-tales-edicion-2012.html
Aprovecho para dejarle mi admiración. Un saludo y le sigo.
Hola Rubén, se agradece la visita. Conozco la web RelatosPulp. Es conjonuda. Lo malo es que estoy acabando la seguna y última entrega de la novela de fantasía épica Antigua Vamurta y no puedo abrir nuevos frentes.
ResponderEliminarEso sí, en 2013, literariamente, estaré libre como un pájaro. Volveré a husmear en Relatos Pulp para ver si puedo subir alguno de mis relatos ya publicados.
Un abrazo.
Al principio pensé que era un final abierto, luego vi el detalle del título. Me alegro de que no lo hayas transformado en un Adan, que eso está muy usado. Me gustó :D
ResponderEliminar¡Me alegra que ese detalle no pasara desapercibido! Y es que le da mayor sentido a este relato de ciencia-ficción no muy optimista.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
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