La verdad es que El Taxi tiene más de cuento fantástico
que de cuento de terror. Y también es cierto que me noté extraño en distancias
tan cortas, máximo de 150 palabras para un microrelato de terror. En fin, ahí llega El Taxi.
El Taxi
Al 147 de Cartagena, dije. Era un taxi de noche con pantalla antibalas. El taxista apenas giró la cabeza. Al menos este era callado. Me relajé contemplando la ciudad dormida, las luces que quedaban atrás, los últimos transeúntes tragados por la noche. Me fijé en que apenas frenábamos, como si el taxi se deslizara. Subimos por una gran avenida salpicada por los destellos de neón donde los semáforos se abrían para nosotros, como si por un instante la ciudad estuviera a nuestros pies. ¡Eh!, pero adónde va. El tipo se había salido de ruta. ¿Me oyes? El taxi aceleró a todo trapo. Golpeé el cristal. ¡Párese! ¡Qué pares, cabrón! Tomó una calle sin nombre y empezó a subir la oscura ladera de una montaña, hacia el único caserón de la cima, en el que tras las ventanas se intuían unos invitados que al vernos se agitaron, excitados.
Autor: El feoderati Igor Kutuzov y las personas que se pasan por aquí haciendo tan valiosas aportaciones y comentarios. Un microrelato de varios autores, pues.
De la placidez a la desconocida agitación en 150 palabras. Aceleración y frenada en pocos metros: mérito para quien lo consigue.
ResponderEliminarUn abrazo
Celebro que te guste. Esto de los micros es como ir de tapas, un sabor, una sensación...
EliminarUn abrazo.
150 es muy poco para a los que nos gusta leer. Me ocurre, con este post, como lo que me pasa con algunas pelis de final abierto: necesito que me lo den más mascadito o mi cabeza empieza a divagar neuróticamente.
ResponderEliminarAquí no tienes límite, acábalo, anda.
Señorita Rotger.
EliminarPrometo y puedo prometer que para finales bien cerrados, el del segundo libro de Vamurta. Ahí todo estará masticado y claro. Aquí, en 150 palabras..., pero también es una opción acabarlo sin dudas.
Te ha quedado redondo, una de esas historias en las que se siente la soltura que sólo puede dar tu constancia en el oficio de escritor.
ResponderEliminarHay una frase que me choca: "Al menos este era callado y no hablaba". Me suena redundante, algo que choca en un relato tan condensado.
Miércoles, que tienes toda la razón del mundo. Ahí he derrapado. Por suerte mía, esto es un relato electrónico susceptible a ser cambiado que eso lo que voy a hacer inmediatamente.
Eliminar¡Te debo un café con scones!!!!
Ahora vuelvo.
Yo, sin embargo, prefiero ese final abierto. Como dice Miércoles, se nota la soltura del escritor que ya ha cogido el truco al oficio. A mí me ha parecido muy interesante, Igor.
ResponderEliminar¿Zombis, caníbales? ;)
¿Psicos o sexual? ¿O gente que quiere jugar a la caza del humano? Toda vale. Me alegra que te guste.
EliminarUn abrazo.
Uaaaaau, en 150 palabras has condesado una gran atmósfera... no se yo que hubiera pasado sin la limitación. Creo que es una de estas historias que crecen en la mente de cada lector. Me encantan los relatos en que los protagonistas pierden el control de la situación y se encuentran en situaciones límite. Me encanta! Y si pudiera elegir, eligiria que continuara... Besos
ResponderEliminarSin la limitación escribí otro, LA BRUJA, pero se me fue a 266 palabras, snif, y lo dejé en el congelador. Me alegra que te guste, la atmósfera quizá fuera lo importante. Lo puedes continuar, cada uno le puede dar el final que queira. ¿Invitados excitados? Qué van a hacer con esta víctima tomada al azar?
ResponderEliminarBesos.
Si aún se admiten cambios, mira qué te parecería cambiar en la última frase: "hacia el único caserón de la cima, en el que tras los cristales" por "hacia el único caserón de la cima, en el que tras las ventanas", porque ya has repetido "cristales" un momento antes.
ResponderEliminarOtra opción es cambiar cristal por mampara, pero yo de todos modos pondría ventana, que siempre es más específico.
Muy bueno el final abierto. Yo también voto a favor.
Saludos.
Coño, voy a cambiarlo pero ya. Mauro, muchísimas gracias. Tienes toda la razón. "Ventana" es perfecto. No, si al final saldrá algo decente. Esto me recuerda al "cuento de la sopa de piedras". Debería decir algo de eso ya que es muy útil para estos tiempos de crisis.
ResponderEliminarMuchísimas gracias.
Un abrazo.
jajaja! Y qué te parece "salido de ruta" por "salida de ruta".
ResponderEliminarMuy bueno Igor, inquietante esa excitación de los invitados al ver acercarse el taxi.
Un abrazo.
Realmente, mañana empecaré un curso de cítaras bielorusas...
EliminarVoy a tocarlo, ¡por tercera vez! A ver, 150:3= 1 errata cada 50 palabras.
Bueno, lo escribí volando y siempre me fijo en la expresión. Un defectillo.
Saludos.
En algunos de esos microrelatos conjuntos y tal he participado y es, como mínimo, divertido.
ResponderEliminarY esos invitados... ¡me dan un repelús!
Saludos, feoderati.
jajajaja, Igooorrrr, pero que es esto??? medio blog participó jajajaja, me encanta, es buenísimo, muchas gracias por participar, por supuesto, y bueno, a los que te leen, también están invitados, claro esta, así que si quieren unirse, ya saben. Que guayyyy, pues al final que pensé que la gente no se uniría a esto y ya verás que libro más chulo nos esta quedando.
ResponderEliminarun besazo y relato recogido.
Un feoderati cualquiera de alguna província en los limes...
ResponderEliminarTamara, gracias a ti. Además, presentabas la iniciativa con gracia. Ya ves, participar no cuesta nada, ser exacto, un poco más. ¡Uf! Suerte de los comentarios.
Saludos.
Oiga, pues no sé, no sé que decirle sobre lo de la fantasía y el terror. A mí, que un taxista me llevara donde yo no quiero ir ya me inquietaría, pero si encima hay alguien agitándose inquieto esperando nuestra llegada, la verdad, es como para estar algo más que aterrorizado.
ResponderEliminarMenos mal que es un cuento, un fantástico cuento de terror.
Un abrazo.
Eran las diez con cuarenta piloteaba mi nave, era mi taxi un Volkswagen del año 68...
ResponderEliminarEn una ocasion unos amigos tomaron un taxi para ir de regreso a su casa pero como vivian en el extremo mas alejado y obscuro de la colonia (justo antes del descampado)el taxista se asustó al creer que lo iban a asaltar y los dejó una cuadra antes sin cargo
La màgia es troba en el que som capaços de suggerir més que en el que mostrem.
ResponderEliminar“El Taxi” n'és la proba fefaent.
M'has deixat un bon regust a la gola, senyor Kutuzov.
Et desitjo una feliç i esfereïdora Nit d'Ànimes!
Muy buen relato , me ha gustado mucho. Me uno a ti , un placer conocer blog tan interesantes , un saludo manu.
ResponderEliminarAh si quieres pasarte por mi blog , encontraras mi relato en primera plana ,
Joder, en este cuento el lector encuentra mucha empatía. Ya sea por lo mundano de la situación o por que pintas con pequeños detalles la escena, haces al lector co-partícipe y eso es tremendamente bueno.
ResponderEliminarMe ha recordado a ese cuento de Cortázar en el que el lector es el asesino.
PD: no sé por qué, pero me he imaginado a los invitados del caserón salivando como los perros de Pavlov jajaja.
Un diablo sobre ruedas ;) Me gusta su economía, y su contención, realzan más el fondo. No lo aseguraría, pero creo que el primer este, el que era callado, leva tilde. No lo sé seguro, ya te digo ;P
ResponderEliminarUn abrazo :)
uff. Mucho en pocas palabras. Emocionante. Gracias
ResponderEliminarExcelente historia, creaste una atmosfera en tus letras, ahora esperar otra historia, me despido
ResponderEliminar__________________________________
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Genial, me hace recordar algunos viajes en Taxi en Capital Federal (Argentina). Sobretodo la noche que subi y un hombretón de color se dio vuelta y me preguntó ¿Adonde?. La verdad es que tenía ganas de decirle, "Hasta la esquina nomás".
ResponderEliminarAbrazos
Ya te digo, Igor, que para mí es de terror. Porque el caserón al que enfila el taxi me da muy mala espina. Eso de ir a un sitio misterioso me recuerda a La cabina de Mercero qué, sí, fantástico, pero aterrorizando de paso.
ResponderEliminarSí, tiene un punto. Un terror indefinido, que me gusta el destilado que deja. El caserón esconde mis miedos, o el de quien lea este cuento corto de terror.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué acelerón al final! Muy bueno Igor.
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