Israel creó la
cárcel de Gaza y echó la llave al mar, se
ha dicho muchas veces. Y parece que hasta hace un tiempo era así. Ahora el
estado de Israel parece arrepentirse de haber erigido tal prisión y pretende,
simplemente, demolerla. En cualquier caso, y a riesgo de equivocarme, me parece
que en esta dramática historia entre israelís y palestinos no hay buenos y malos,
pues todos son malos. Lo que sí hay es una historia entre fuertes y débiles.
Fuertes militarmente, fuertes políticamente, pues Israel es un apéndice de los
EEUU en Oriente Próximo, fuertes económicamente, contra un estado fallido, horrorosamente
corrupto y cuyos raíces y situación son claramente injustos. El pueblo
palestino no tiene futuro para dar a sus hijos, pues la guerra dura desde hace
más sesenta años y el Estado de Israel se asegura, cada cierto tiempo, que el
odio que la genera no caduque, matando a miles de niños, mujeres y hombres
desde la cómoda distancia y seguridad de un F-16 o un carro de combate Merkava.
Pero aun y así los palestinos, demográficamente, no
paran de crecer. En 1948 los palestinos eran 1,4 millones de habitantes y en
2008 se estimaba que eran 10,5 millones en todo el mundo, más de cinco millones
en Cisjordania y Gaza. En 1948 los israelís en Palestina —donde antes de la
creación del Estado pasaron décadas comprando tierras a los Palestinos— no
llegaban al millón y hoy son cerca de ocho millones, con un 21% de población
árabe. Por tanto, la demografía sería una razón de peso para que Israel
reconsiderara su política de muerte, demolición y odio asegurado de los
palestinos transmitido de generación en generación por los propios bombardeos
indiscriminados, fósforo blanco incluido sobre el Líbano en 2006. Además, la
pirámide demográfica palestinas es radicalmente joven mientras la de Israel,
como en todos los países desarrollados, empieza a parecer una pirámide del
revés.El futuro es inexpresable. Hay otro cambio que se
está produciendo paulatinamente en el ámbito militar y que es más acusado en
las guerras asimétricas, como la Segunda Guerra del Líbano entre Israel y Hezbolá.
Los milicianos de Hezbolá destruyeron con simples antitanques a decenas de los
todopoderosos tanques israelís (si buscáis en Internet, ojo, que todo ha
quedado lo más enterrado posible). Que con un arma que puede costar, a ojo, 150.000
euros o menos se pueda destruir otra que cuesta entorno los 90 millones de
euros, significa que las guerras asimétricas cada vez lo serán menos. Y lo
mismo está ocurriendo con los sistemas antiaéreos y los misiles antibuques,
algo que los militares de todo el mundo comprendieron con el uso de misiles
Exocet durante la guerra de las Malvinas. La tecnología tiene efectos
inesperados en todos los ámbitos. Hoy se puede organizar un ejército defensivo
competitivo con relativamente poco dinero. Otra razón para que el Estado de
Israel cambie de política.Ya no entro en razones humanitarias, éticas,
morales. El mundo occidental es muy hipócrita, y yo también, pues formo parte
de este lado. Nos desgañitamos por una tragedia y olvidamos otras. En la vecina
Siria está muriendo más gente y ya nadie se preocupa por ellos. No parece haber
efecto. De hecho, Wikileaks desveló los más grandes escándalos en décadas y no
pasó nada de nada. En el gobierno de Israel sí se ha producido un cambio que
antes no existía, la entrada de los ultraortodoxos, que creen, como cualquier
grupo radical, poseer las llaves de todas las puertas del cielo y de la tierra. Lo mismo les ocurre a
los de Hamas, pues consideran que ellos atesoran toda la verdad. Sólo faltaría
que en este polvorín se sumara la pugna entre sunitas y chitas en el Islam,
para acabarlo de enredar. Hoy los palestinos no ven horizonte alguno y sí
perciben el intenso odio por las muertes, el sometimiento, la guerra, algo que
también han sufrido los israelís, aunque en menor proporción, por ser ellos los
fuertes. Cuando el día de mañana no importa, no importa seguir luchando hasta
morir.El futuro es inexpresable pero viendo esta nueva
fase de esta guerra, pienso que acabará como la Guerra de los 100 años, por agotamiento de las partes, cuando de
aquí a unas décadas hayan muerto muchos más, cuando la destrucción sea tal que
en ambos bandos hasta los testarudos entiendan que se deba llegar a algún
acuerdo. ¿Por qué no antes?
Objetivo, veraz e ilustrativo. Con interés lo he leido y asumo lo que en el post expones. Desgraciadamente, también comparto el futuro tna poco esperanzador que anuncias. A ver s i lo esperado se adelanta y la utopía deja de serlo y, con ello, la paz le llega a esos millones de gente.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias por tu comentario, Demián, ante temas tan delicados uno siempre teme no ya equivocarse, sino equivocarse en todo. Lo cierto es que es un suicidio mutuo en un mundo que ahora se está acelerando y cambiando muy rápido. El componente de odio lo cambia todo, el rey es lo irracional, y así habrá guerra, muerte y desprecio por muchos años.
ResponderEliminarSaludos.
Hace 5 años estuve en Jerusalem y de una decena de personas a las que le pregunté, ninguna tenía el convencimiento de un arreglo de paz. Es como el quiste que te sale en el brazo y te acostumbras a vivir con él.
EliminarEntiendo que ciertas actitudes chulescas por parte israeli y la apariencia del desamparado pueblo palestino, en la lejania del conflicto, lleve a una solidaridad con el perdedor, pero las intenciones de éste no son mejores.
Saludos.
No, no son mejores las intenciones de los palestinos, o al menos las de sus líderes. Son iguales, la destrucción del contrario.
EliminarDebo ir a Jersualem alguna vez, es el único viaje que tengo en la cabeza.
Saludos.
"No hay buenos y malos, pues todos son malos". Esa es la impresión que siempre he tenido. Y lo peor es que la gente fuera de esa zona toma partido como si fuesen equipos de fútbol. ¿Eres de los que les gusta ser hincha de los equipos pequeños y sin recursos, identificándote cuando los ves perder una y otra vez frente a los grandes que nadan en dinero y medios? Tu camiseta es Equipo Palestina. ¿Crees en los derechos de la mujer, la democracia y admiras a los emprendedores que convierten en próspero lo que antes era un desierto para cabreros? Equipo Israel. Lo de que unos espoleen a su propia gente para que mueran en batallas que saben perdidas y los otros maten moscas -y civiles- a cañonazos lo pasamos por alto. "Yo de mi equipo, hasta la muerte" (si soy Español se entiende que es metafóricamente hablando).
ResponderEliminarHola. A mí también me alucina cierta frivolidad en defender causas lejanas. Pero si unos y otros, con las armas que tienen a mano, intentan causar el máximo daño al otro. ¿No leen?
ResponderEliminarMe gusta la historia, y uno de mis aficiones abarca la historia militar, lo militar en general. Lo que tengo claro en una guerra es que hay que salir pitando, ya que eres carne de cañón. Siempre ha pasado. Se manipula la opinión pública, se indigna con bisturí a la ciudadanía, se propaga la figura del héroe-guerrero, y ya tienes a miles de jóvenes dispuestos al martirio en pos de la sacrosanta banderita de turno.
Saludos.
Buf. Buena entrada.
ResponderEliminarLa violencia llama a la violencia. Claro, hasta el limite que dices: el puro agotamiento. Pero dónde está esa medida límite. Es que parece que la rompen a cada nuevo estallido.
Por otra parte la no justicia genera también violencia. La impunidad es el camino más corto para reactivar rencores larvados. Así que siempre es el campo de cultivo de organizaciones radicales que se afanan en buscar el lado menos conveniente. Atizan el odio y, su causa o consecuencia, el miedo con las palabras dulces que, justo, cada parte enfrentada anhela oír.
No hay final para esta guerra que, además, está muy ligada a los cambios de alianzas del gran teatro de Oriente Próximo. Ahora los norteamericanos lucharán en Siria en favor de la dictadura —apoyada por rusos y chinos— y son aliados de facto de Irán en Iraq —apoyados por rusos y chinos—, con lo que la cosa ha dado un giro de 180º. La causa palestina es un títere para los grandes y una justificación de los radicales en Israel. ¡Todo perfecto! Si no fuera por los muertos, la falta de esperanza (que sí dan los de la yihad, lamentablemente, de ahí su éxito de reclutamiento), la destrucción. En fin.
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