Turismo, o las crónicas de viajes a días, reflejos y
sueños de alguna gente. Este es el título y el subtítulo del debut
literario del escritor argentino afincado en Barcelona Julio Quintas, un hombre Reducido a la escribitud. Ni más ni
menos. Un debut literario tan humilde en su puesta en escena, tan silencioso en
su salida a la calle, que la mayoría de mortales no deben tener ni la más
remota idea de lo que hablo. Un debut literario fantasma por voluntad del
autor. Algo que aumenta mi admiración hacia este libro. Y eso que, a quien le
interese encontrar algo distinto, no lo de siempre martillado con otros nombres
y escenarios de cartón-piedra, los relatos de Julio Quintas son de lo mejor que
he leído últimamente. Es un colega, he cervezeado con él, y eso no resta que el
libro me dejara estupefacto, primero, y luego entre divertido y maravillado.
Tengo
una buena noticia para los que sientan curiosidad. Julio Quintas ha puesto el
libro de relatos en descarga gratuita en formato PDF (sólo PDF) en el enlace
que adjunto: DESCARGAR AQUÍ .
Y ha hecho una edición en papel, para inmensas minorías, que no está a la
venta. Gran parte de los relatos son cortos o muy cortos. Parecen, al
principio, desconectados, islas en un mar caótico. Como explico más abajo, eso
no es más que una apariencia.
«Yo
viajo a ahora. Viajo a cualquiera. Viajo al presente de personas vivas y éste es
un cuaderno de mis viajes, de algunos de ellos. Viajo a presidentes, a suegras.
Viajo a transeúntes. Paseo por ellos que me albergan sin notarme. Igual que una
ciudad, despliegan sus itinerarios, me intoxican con sus miedos viejos, me
ofrecen sus callejones, sin saberlo; igual que a un turista, los destinos me
ignoran y así se evitan olvidarme».
Pero,
¿qué dice este hombre? Me costó algunos relatos entenderlo. Julio Quintas
propone viajar a Frank Sinatra y al vecino de abajo. El plan es éste: imagínese
una pizarra en la que poco a poco se van iluminando una serie de puntitos. Cada
luz es un relato leído. A medida que uno se adentra en los viajes del
protagonista la pizarra va llenándose se luciérnagas atrapadas en la telaraña
narrativa de Turismo, hasta ordenar
un todo que simulaba jugar al azar.
Farol, el libro está bien cohesionado en forma fragmentaria.
Cada
viaje, cada relato es un meterse en la mente del otro, de algunos de los
hombres, mujeres y hasta gatopótamos imaginados por Julio Quintas. Turismo es un retrato del alma humana desde
una óptica insólita, la mente del otro, con una estructura narrativa novedosa y
hasta con un punto experimental, al menos para mí. Es un viaje alucinado,
divertido, conmovedor, perplejo ante lo humano. En este viaje de los pobres, el
mental —los ricos prefieren first class—,
uno cierra el libro como si le hubieran dado un empujón y de repente se
encontrara de pie, en otro sitio, sin saber demasiado bien cómo. El libro,
citando el autor es «un libro de viajes. Son los relatos de los viajes de un
individuo a sus vecinos, a algún amigo, a alguien que pasaba por allí. Un
itinerario por unos cuantos asombros; por las miradas, los sueños y los espejos
de gente, por recuerdos y miserias presentes, y por la mirada que los mira».
Lo
cierto es que Turismo va más allá. Es una exploración poliédrica en lo humano,
que es algo casi ilimitado: los sueños, las miserias, el sexo, el fútbol, la
música, el trabajo, el tiempo, los espejos, la literatura, y la vida cotidiana
mirada desde otro prisma. Los relatos. Consciente de lo injusto, tengo mis
relatos preferidos. Lo que no hay son relatos cojos. Insisto en que este libro invisible satisfará
a los lectores cansados del menú de restaurante de barrio, que van bien para
una urgencia, pero que siempre acabas olvidando. No diré nada de nada de cuáles
son mis relatos favoritos y bajo ningún concepto prestaré la edición que poseo
en papel, contrariando la petición del autor de “cuando lo hayas leído,
dejárselo a alguien que lo lea”. Ni de coña, y esto no admite negociación.
Acabo
dejando aquí tres relatos cortos de esta inesperada y sorprendente proeza, Turismo, por el que he viajado al Sr.
Tomás, a Larita, a Umpiérrez, al altísimo Zampetti, a los espejos de Irene y a
tantos lugares manchados por el alma humana, tierna, extraña, inimaginable.
ROLES
«Primero fueron casi vistazos, intuiciones atendidas, luego un trabajo
de campo metódico y consistente, los que me llevaron a confirmar que Rodolfo
Basurto es el barrendero de los sueños.
En la vigilia es anestesista, por acción u omisión; amigo del Dr.
Mendizarrosa y árbitro de baloncesto en la liga juvenil de tercera regional,
por afición. Esposo, y padre de dos, por opción. Rodolfo Basurto es, por si todo
aquello no fuese suficiente, el barrendero de los sueños. Y me refiero, sin
miedo a equivocarme, a todos los sueños. Desde los soñados en Saskatchewan
hasta los que crecen en los durmientes de Potosí, uno en el que Vishnu pone una
multa de tránsito a un cocinero que hace una siesta en Bangalore, o el colorido
de un turista que transita su colocón en Christiania. Donde haya un sueño con
barrendero, allí está la viva imagen de Rodolfo Basurto: algo como un contrato
en exclusiva con nadie, del que no hay constancia, al que él no ha dado expreso
consentimiento.
Basurto es el barrendero que se ve, o que no se ve, al fondo de
cualquier sueño. Se ha desempeñado como un extra muy digno la mayoría de las
veces, pero también ha cumplido roles protagónicos, ocasionalmente destacados
al punto de opacar a algunas luminarias del Sueño, como Satán, Lilith o la
chica de Vigilantes de la bahía. Ha llegado a tiempo para malograr sueños idílicos,
se ha revelado imprevisto salvador de apesadillados en situaciones espantosas,
ha sido Caronte remando su elegante barrido sobre extensiones de arenas
doradas, ha recogido cristales rotos en bodas judías, o decorado con su
diligente presencia sueños en plazas. Podría, incluso, haber sido él el
barrendero que empalaba a Stephen King con su escobillón, en lo que el escritor,
durante una entrevista, describió como su «peor pesadilla». Según explicó, tuvo
lugar en una siesta mientras escribía El resplandor; desconozco si Basurto ya se
encontraba en funciones entonces.
No he podido confirmarlo, pero tengo motivos para creer que sería el
propio Basurto quien recoge los residuos de los sueños, una vez abandonamos la
escena. Esto explicaría que los recuerdos de los sueños desaparezcan siempre
que no recolectamos los restos de inmediato, antes de que Rodolfo deje el
espacio reluciente como una patena. Y, porque aquellos sueños cargados de
significado, especialmente emotivos, épicos, los péplums oníricos, dejan mucho
escombro tras de sí, es que aún nos resultaría posible quedarnos con algo de ellos,
pues al pobre Basurto le tomaría varias horas despejar el enchastre.
Por razones obvias, jamás hubo un barrendero en los sueños de Basurto.
Sólo así se comprende que sea el hombre sensibilísimo que es, y que en su
vigilia arrastre constantemente un saco cada vez más abarrotado de pesadumbres,
sensualidades, tenebrosidad, destellos, y su complejo sentido del humor.
Rodolfo Basurto es el barrendero de todos los sueños. Se lo contaría
si no fuese tan inconveniente; sé que le enorgullecería saberlo.»
HÁBITOS Y MOTIVOS
«Los hay que caminan por la acera pisando siempre las juntas de las
baldosas, o sin pisarlas jamás, o siguiendo un patrón geométrico. Se garantiza
así que algo suceda o deje de suceder: ganar una porra o curarse de un herpes,
por ejemplo. Alguien chasquea metódicamente la lengua al acabar de cepillarse
los dientes por la mañana, para asegurarse de que no morirá ese día. No hablan
de ello, disimulan.
Canta, Alicia. Canta siempre que puede y con todo el empeño del que es
capaz. Canta con los ojos cerrados. Cantando imagina que cuando haya cantado lo
necesario, o trascienda el umbral de empeño requerido, sus ojos se convertirán
en los de una sirena, que al abrirse verán una multitud de marineros
embelesados.»
PENALTI EN CASAS
«Creo que sería un exceso calificarme de pusilánime. Se trata de
simple comodidad, como levantarse de la silla para ir a repantigarse en el
sofá. Noto que con la experiencia me vuelvo más ágil; es un traslado corto pero,
en otro momento, la tensión quizás lo habría tornado arduo. Al llegar a Casas
la situación es, sin duda, más llevadera, aunque tampoco es como comerse un helado.
— …eres un cachondo, Rodríguez, sí, pero resulta que te lo voy a
patear a dónde me salga de los huevos, ¿sabes qué te digo? Que este calvito es
amigo mío y lo vas a ir a buscar al fondo… Es un muerto Rodríguez, sólo hay que
ver como salió en el centro del primer gol, nada más le faltaba el tutú… ¡si
Orlandi no hacía un gol desde la guardería! En el fondo es peor, porque si me
lo ataja esta momia voy a tener que salir disfrazado… Bien acomodadito,
balonito… ahí, quédate quietito ahí, majete… eso… Qué silencio, alienten un
poco, joder… serán cagados… después para insultar se lijan la garganta… Está
chalado Rodríguez, me hace muecas ahora, ah no, me parto de risa, mejor no lo
miro. Venga, le pego fuerte y alto… no, ni hablar, si Platini la mandó a la
grada en el ‘86 y todavía se acuerdan todos, mañana: «Casas, como Platini» en
los periódicos, con las dos fotos… no, es preferible que me lo ataje el
cadáver… al medio tampoco, Rodríguez está tan loco que es capaz de quedarse
parado y hacerme quedar como un gilipollas… Para ya de hacer muecas, colega,
por el amor de Dios… es un muerto, pero mira que es gracioso el cabrón… Uy, ya
pitó, ¿qué pasa, referí? ¿se te enfría la cena?… Venga, tiremos la moneda, Rodríguez,
le pego bajo y esquinado… a la… izquierda… sí, a la izquierda que la meto
siempre, venga, va, respiramos, y… al lío…
...Aynojoder,
quetodossabenquealaizquierdalametosiempre…
lamadrequelos…
jod… uf… ¡venga, a la der…»
Turismo
Autor: Julio
Quintas
Información
proporcionada por: Julio Quintas
Identificador:
1410102304644
Fecha:
10-oct-2014 12:11
UTC
Pues están bien los tres. Me han gustado mucho (lo que me he reído con el ultimo).
ResponderEliminarEste libro de relatos, como mínimo, te sorprenderá. Lo que ya constituye una buena noticia. Además, el autor está empecinado en dejarlo en descarga gratis en PDF y sin registros, lo que ya es de por sí otra buena noticia. En fin. Ya verás que el relato del penalti tiene espejo y contraespejo. Muy bueno.
ResponderEliminarVoy a ver que tal.
ResponderEliminarGracias por la recomendación.
Saludos.
Sorprendido, honrado, agradecido, motivado. "Contento como un perro con dos colas", decía mi padre. Entre otras muchas cosas, es usted un tipo muy generoso, Igor.
ResponderEliminarAsí me quedé yo tras leer el libro, contento como un perro amarillo con dos colas. Amarillo porque su libro de relatos tiene algo de rompedor. ¿Generoso? Me lo dice usted que deja su libro para bajar gratis.
ResponderEliminarY recuerde, leo más que escribo, y a uno le empieza a costar encontrar platos apetitosos en este universo de novelas negras escritas en serie, sombras de Grey escritas con diez faltas por párrafo y historias copiadas sin reparo de antiguas historias.
Un saludo, camarada.
¿Hay algo más tentador que un libro gratuito? Aún encima con esa recomendación. Lo he bajado antes de terminar tu entrada.
ResponderEliminarHasta la dedicatoria es una pequeña historia.
No, no hay nada más tentador que un autor interesante, que ha sacado un magnífico libro de relatos —que acaso ni el mismo autor sea consciente de hasta que punto su libro es interesante, distinto y rompedor— y que además lo deja ahí, para que se pueda bajar gratis y sin registros ni tarjetas de crédito.
ResponderEliminarSaludos.