Esperó el tiempo suficiente. El microraptor apareció.

Me gusta el prólogo de David Roas que define los
ingredientes necesarios para el microrrelato: velocidad e impacto. Y me gusta
el libro, que destila óxido y otros humores corrosivos. Nuestro presente lo
merece, una mirada crítica encapsulada en historias cortísimas. Aquí un
ejemplo:
ORWELL (JUGUETES ROTOS)
«La policía del estado reclutaba menores para recoger chatarra que las
fábricas robóticas regurgitarían convertida en drones de combate para silenciar
los lamentos hambrientos de los niños de las excolonias.»
Aquí les dejo el enlace, por si están ustedes
interesados en este vuelo: http://editorialnazari.com/es/catalogo/860
El ejemplo es ilustrativo, que junto a tu opinión hacen deseable la lectura de este libro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues ahí va mi microcomentario al microrrelato: larga vida la microraptor.
ResponderEliminarUn macrosaludo.