Vuelvo a casa caminando a toda prisa a mediodía porque mi barriga ruge. Parado en un semáforo, del llano paso cebra surge una pregunta puñetera: ¿quién soy? Creo que nos morimos sin obtener una respuesta.
De entrada, soy un objeto animado en relación con
otros objetos animados que me configuran. Soy la suma de lo que los otros
piensan que soy, incluyendo redes sociales en estos días. Luego, también soy lo
que creo que soy, pero no exactamente. Cuando menor sea la distancia entre lo
que creo y soy, más armonía. Y luego está lo que pienso que piensan los otros
objetos animados, por clasificación de afectos, de mí. Total, una suma de
percepciones en red de distintos seres interactuando y dándose unos a otros una
realidad cambiante.
En casa viven tres gatos. Para ellos existo, y por
lo tanto también responden al ¿quién soy?.
¿Un ser que reparte caricias y les lanza la zapatilla y que les llena el bol de
comida? ¿Nada más?
Creo que la identidad la cimentamos del interior al
exterior, en permanente diálogo con uno mismo y los otros. Una maraña de
definiciones del “yo” en la que me pierdo. (¡Teseo!, ¿por dónde andas?) Pero,
¿y esa mosca que pasa, cómo me percibe y por lo tanto me define? Y todo esto
considerando objetos animados, con vida, ya que, puesto a especular, se podrían
considerar los objetos no-animados. Es una pregunta que me corroe y no me dejar
dormir por las noches. Sufro puro terror. ¿Quién soy para la lavadora que tengo
en el patio? ¿Y para la tostadora…?
Ah… Mejor cruzar el paso cebra sin más preguntas.
Pensar en fútbol y ser feliz. La Premier
está emocionante. Cómo se nota que allí se reparten el pastel del dinero de
televisión entre todos los equipos y no como aquí, que se lo quedan el Madrid y
el Barça. Un equipo de segunda fila es el líder destacado. Es inaudito. Es
imposible. Se trata del Leicester,
cuyo goleador es un chaval de Sheffield, fichado de la ¡Quinta división
inglesa! Y Jamie Vardy es el pichichi de la Liga además. Impensable. Una
locura. Vardy lanza los penaltis con una alegría feroz, como si el mañana no
existiera, como si el mundo acabara hoy. Me chifla, me pone de buen humor ver a
este jugador chutar. Dejo un vídeo sin saber ni por qué ni quién soy.
Disfruta del fútbol y deja que el tiempo vaya contestando a tu pregunta, a sabiendas de que nunca alcanzarás la respuesta completa. Otros muchos se lo han preguntado. Te dejo una muestra ilustre:
ResponderEliminarHoy, con cielo tranquilo y tarde hermosa,
mientras la noche sin notarlo viene,
quiero considerarme y ver qué cosa
yo soy, y lo que soy qué es lo que tiene.
Un abrazo.
Pues imagínate, respecto a lo que piensan de nosotros nuestros vecinos del mundo vegetal, si te paras a considerar aquellas plantas junto a las que pasas, o aquellas más próximas a ti por cualquier razón. Muy bueno.
ResponderEliminarYo que nunca he sido forofo, ni abonado ni nada, me maravillo de esos aficionados que van a estadios de equipos muy mediocres a ver a sus colores, pero en realidad a lo que van es a sufrir, por el resultado del partido y por el frío. Lógicamente lo que se reparte de la tarta del fútbol debería tener en consideración a esta gente, y no hurtarle recursos que generan. Se olvida muchas veces que el fútbol lo rellenan muchas personas que no tienen interés por los blancos y los azulgrana, sino por los violeta, rojos, etc.
¿Le gustaría el fútbol a Hamlet?
ResponderEliminarAbrazos
Je, je. A Hamlet le hubiera gustado el póquer. O doble o nada.
ResponderEliminarUn abrazo.
A la ruleta, quería decir. O doble o nada...
ResponderEliminarEs curioso. Cuando alguien me pregunta por algún concepto complejo de física, suelo explicar para qué sirven. Ahora tú en cierto modo haces lo mismo. Parece que intuitivamente asociamos identidad con utilidad ¿Es lo mismo?
ResponderEliminarPues podemos darle muchas vueltas al asunto, pero resumir lo resumió mucho y bien Ortega: Yo y mi circunstancia.
ResponderEliminarUn abrazo.