3 abr 2011

Pessoa, poemas e infancia

En la larguísima poesía Lluvia oblicua, hay un movimiento, el VI, que trata sobre los recuerdos de la infancia.

Muchos son los grandes poemas de Fernando Pessoa. Innumerables. Pero hay tres o cuatro que siempre rebotan entre las redes refritas de mi telaraña neural. Hay una que me retrotrae a la infancia como ninguna otra poesía de ningún otro escritor. Es un poema falsamente sencillo, bello, llano y lleno que túneles que, de resbalar por ellos, puedes alcanzar otro tiempo, regado de saudades.
 
VI (Lluvia Oblicua)

El maestro sacude la batuta
Y lánguida y triste la música empieza...

Me recuerda mi infancia, aquel día
En que yo jugaba al pie del muro de una quinta
Arrojándole una pelota que tenía de un lado
El deslizar de un perro verde, y del otro lado
Un caballo azul que corría con un jockey amarillo...



Prosigue la música, y estás en mi infancia
De repente entro yo y el maestro, muro blanco,
Va y viene la pelota, ora un perro verde,
Ora un caballo azul con un jockey amarillo...


Todo el teatro es mi quinta, mi infancia
Está en todos los lugares, y la pelota viene a tocar música,
Una música triste y vaga que pasea por mi quinta
Vestida de perro verde que se vuelve jockey amarillo...
(Tan rápida gira la pelota entre los músicos y yo...)


La arrojo de vuelta a mi infancia y ella
Atraviesa el teatro todo que está a mis pies
Saltando con un jockey amarillo y un perro verde
Y un caballo azul que aparece por encima del muro
De mi quinta... Y la música arroja pelotas
A mi infancia... Y el muro de la quinta está hecho degestos
De batuta y rotaciones confusas de perros verdes
Y caballos azules y jockeys amarillos...


Todo el teatro es un muro blanco de música
Por donde un perro verde corre detrás de mi nostalgia
De mi infancia, caballo azul con un jockey amarillo...
Y de un lado para otro, de derecha a izquierda,
Donde hay árboles y entre las ramas, al pie de la copa,
Con orquestas que tocan música,
Donde hay filas de pelotas en la tienda donde las compré
Y el hombre de la tienda sonríe entre los recuerdos de mi infancia...


Y la música cesa como un muro que se derrumba,
La pelota rueda por el despeñadero de mis sueños interrumpidos,
Y de lo alto de un caballo azul, el maestro, jockey
amarillo que se vuelve negro,
Da las gracias, posando la batuta encima de la fuga de un muro,
Y se inclina, sonriendo, con una pelota blanca encima de la cabeza,
Pelota blanca que le desaparece por las costillas abajo...

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24 comentarios:

  1. Y todo ese colorido me ha puesto triste. Será que tengo hoy un día de nostalgia, por la que a veces me dejo atrapar.

    Feliz tarde, monsieur.

    Bisous

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  2. Quién recorriera las calles adoquinadas de Lisboa, ésta tarde, mañana, cualquier día...

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  3. "Es un poema falsamente sencillo"... Dices bien, Igor, las obras buenas, muchas veces dan esa impresión.
    Saludos
    Pilar

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  4. Buen poema colorista ,aunque me produjo nostalgia.
    Besos y hasta pronto.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Igor disculpa si no te comento pero,me ausento por motivos de salud
    Cuídate un mundo.
    Besos.

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  7. Morgana,
    Tranquila, no tienes ni que comentarlo. Espero que vaya bien. Todos tenemos mil cosas, y participar requiere tiempo, así que... ¡Cuídate!

    Dissortat, sí. El paraíso perdido y no hablo de poetas anglosajones. Saludos.

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  8. Quería dejarte como comentario un poema de Benedetti sobre su infancia que es de los más bonitos que he leído jamás pero no hay manera de que lo encuentre.
    Lo tendrás.
    Soy tozudo.

    Saludos.

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  9. Ja!!!

    Lo encontré.


    ABRIGO

    Cuando sólo era/ un niño estupefacto/ viví durante años/ allá en colón/ en un casi tugurio de latas/ fue una época/ más bien miserable/ pero nunca después/ me sentí tan a salvo/ tan al abrigo/ como cuando empezaba/ a dormirme/ bajo la colcha de retazos/ y la lluvia poderosa/ cantaba/ sobre el techo/ de zinc


    Quizás lo conocías pero por si acaso no aquí lo tienes.

    Saludos.

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  10. Uno de mis favoritos. Gracias por recordármelo.
    Es, como siempre, un gran placer.

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  11. Siempre hay un regusto triste, aunque sea porque la echamos de menos, en la infancia.

    Aprecié algo en el anterior comentario que dejé que no me gustó y por eso lo repito aquí abajo.

    Salut

    Ah, i estic jo força lluny del Maestrat per a pujar i baixar amb tan poc de temps com tinc. Una abraçada, Lluís)

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  12. Yo, que pensé que Benedetti me cansaba. Me trendré que comer mis palabras.
    Precioso, precioso poema, Toro!

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  13. Hola Dissortat.
    Lástima que esté lejos. No he estado nunca en el Maestrar, pero para mí es una tierra de mitos que deseo pisar.
    Saludos.

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  14. Fuaaaaa, Pessoa y voy y llego tarde. Espectacular, como siempre. Incluso leyéndolo en un día soleadísimo como hoy por aquí, puedo oir un ritmo de lluvia tras los cristales. Que pasada :D

    Un abrazo :)

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