Vamurta, la nueva épica
TAONOS (VI)
Tempestad en la noche
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Taonos es un relato de fantasía épica dentro del mundo de Antigua Vamurta.
Tras cruzar el umbral de la puerta y explorar la aldea, los hombres grises cayeron en la cuenta de que el bastión era un punto para almacenar las cosechas, guardar carne y ganado, así como los regalos que aquellos imponentes bosques de abetos y pinos rojos ofrecían. Casi no había viviendas, sino múltiples edificaciones conectadas alrededor del anillo de la muralla. Sí encontraron herrerías, grandes almacenes vacíos, talleres cerámicos y otras pequeñas industrias. Sus moradores se lo habían llevado todo, a consciencia, y sólo habían dejado gigantescas botas de vino, difíciles de trasladar.
Gran parte de los hombres se alojaron bajo la bóveda de madera de lo que parecía un Salón del Trono, de techumbre cónica salpicada con extrañas caras de hombres y bestias con rasgos humanos. Los oficiales distribuyeron las guardias e hicieron el recuento de provisiones. Tras corroborar la escasez de víveres, se ordenó reducir el rancho a la mitad, mientras se enviaban a grupos de hostigadores a cazar lo que les fuera posible.
El humor del hermano del Conde había decaído y se mostraba cauteloso, escurridizo, como si un mal presagio lo hubiera mortificado. Ciros convocó, de nuevo, a los oficiales y les habló:
—Estamos a dos días de camino del Paso y las Gargantas. Muchas generaciones que nos preceden anhelaron conquistar esa puerta, pero hasta hoy nadie lo ha conseguido. El honor será nuestro, amigos. Cuando volvamos a nuestras casas, nadie dudará de que fue nuestro valor el que abrió el cerrojo para extender hacia la inmensidad del norte nuestras fronteras. Un hecho me preocupa, es este aire cargado de rumores y estas paredes que bien parecen tener ojos. Intuyo que los montañeses intentarán frenar nuestra marcha. Estad alerta, que nadie crea que tras los bosques que orillan el camino habitan seres primitivos, incapaces de perforar nuestros escudos —avisó con voz severa—. Otra cosa os pido, como conductores de hombres que sois. Faltará comida y la moral, que tanto requeriremos al final del camino, será herida por la penuria. Comed lo mismo que la tropa, comed con ellos. Evitad los privilegios que en justicia os corresponden, hasta volver a pisar nuestras tierras.
Los capitanes asentían, a la vez que esperaban nuevas indicaciones de su estratego, bajo la bóveda del Salón del Trono, cuando percibieron un ruidoso aleteo por encima de sus cabezas, una presencia que sobrevolaba el poblado, invisible, cruzando la tempestad. A las caras extrañas de los mandos, mirando hacia el techo, se añadió la entrada de uno de los vigías, que tras cuadrarse, les anunció:
—Una niebla espesa nos rodea. Ha dejado de soplar el viento, y alrededor de los muros hay movimiento, pero nada vemos a lo que disparar.
Cuando acabó su anuncio, se oyó un violento golpeteo en el techo, repetido por todo Taonos. Los hombres creyeron que granizaba, pero eran colisiones de tal fuerza y tan distantes entre sí, que al momento descartaron esa posibilidad.
—¡A las murallas! —ordenó Ciros.
¿Los que iban a conquistar se han metido en una trampa y ahora están sitiados?
ResponderEliminarEsperaré para saber qué o quién está fuera de las murallas, aunque también podrían estar ya dentro, si se trata de seres voladores que están descendiendo sobre Taonos, porque esos ruidos...
Yo también temería a los montañeses. La guerra de guerrillas es terrible, y las montañas el escondite perfecto. Creo que ya lo han descubierto, no?
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
los lugares aislados y protegidos como las montañas o las selvas se transforman en escondites perfectos. Crece la intriga.. habra que esperar la proxima!!!
ResponderEliminarComienzo de acción, pero también de misterio.
ResponderEliminarLo que más me fascina de todo esto es la capacidad de imaginar (y explicar con la palabra, por tanto) un mundo al completo.
ResponderEliminarY esas voces llenas de palabras que adoro: "El honor será nuestro".
Y el gusto, mío; el de leerte.
Bs
Ahhhhhhhhhhhh...ya viene lo buenoooooooooooo
ResponderEliminarBesotes.
Lo siento, la acción tardará un poco en llegar.
ResponderEliminarCuando llegue, levantad los escudos.
Saludos.
Son en los momentos difíciles, en las épocas de crisis donde los que dirigen el destino de los hombres están obligados a dar la talla y, ponerse a la altura del la tropa dice mucho en su favor... Ojalá hoy día, con la que está cayendo, los que mandan tuvieran el coraje de hacerlo..., igual otro gallo nos cantaría.
ResponderEliminarSaludos.
Ojalá. Amén. Y es verdad lo que dices. En parte, durante el hundimiento que supuso el principio de la Segunda Guerra Mundial, un hombre supo estar a la altura y levantar a su país y a media Europa con su "no pasarán". Winston Churchill.
ResponderEliminarSaludos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarIgor, estaba copiando todo en un Word para leérmelo en el eReader, y me he fijado en una tontería (de pura casualidad XD), una nadería:
ResponderEliminarEl «ordenó Ciros» final se repite en el anterior capítulo. Quiero decir: ambos capítulos terminan con «ordenó Ciros». Es una chorrada, ¿eh?, pero sabes que me encanta tocar las narices XD. El caso es que cambiar el verbo de habla en uno de los dos casos le quedaría mejor.
Bueno, voy a seguir copiándolo y ya en unas semanitas te comentaré^^.
Un abrazo.
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