12 ene 2012

Barça-Madrid

barça-madrid

Noche de diciembre del 2011. Los bares de Barcelona están para no entrar, de llenos. El árbitro se moja los labios y pita el final del partido. Estoy en una mesa atiborrada de tíos con cervezas. Son los coleguitas. En las otras mesas no podría sentarse ni la princesa Leticia, y eso que la pobre cada día más es como esa canción de El Último de la Fila “huesos, huesos, tú eres solo huesos, unidos por un alfiler…”. Se cierra el partido y se cierra la noche. Mis amigos asaltan las Blackberrys y los Iphones, buscando qué dice Mou, qué gracia poética suelta Guardiola y cuál es la portada del Marca, del As, del Sport y de la madre que los parió a todos. De repente, cesan las conversaciones. El bar es una tumba. La Nada Laforetiana. Aguanto un tiempo, yo que soy de papel y lápiz. Pero nada, las conversaciones han cesado por completo. «¡Coño, qué estoy aquí!», digo. Los amigachos están serios, concentrados en sus pantallitas. Miro a las otras mesas. Es lo mismo, todos pillados con los Payphones. «Eo, y si vamos a tomar la última al bar del Rafa». Nada. Y eso que no llueve. Por un momento, tengo la sensación de estar en una novela de zombis, donde hay un No-Infectado por cada mil tíos con cara de haberse zampado una paella para siete bastante indigesta. «Oye…Que…».
Necesito aire. Salgo a la calle. Nada, no se oye ni un ruido. ¿Y los coches, y la gente? Carmen Laforet tenía razón y Amy también. ¡Mierda! Corro a la calle Aragón, el pecho roto por el esfuerzo. Allí seguro que hay coches. Pero no. Veo todo tipo de vehículos cruzados, con el motor apagado, papeles olvidados arremolinados por el viento. Nadie en las calles. Salgo pitando para la Meridiana. ¡Estoy solo, totalmente solo! ¡Solo en la ciudad!
«¿Hay alguien ahí? ¡Aquí, estoy aquí! ¡Aquí!». Una ráfaga de viento me contesta, asolando las calles vacías. Algo se mueve detrás de las fachadas. No estoy exactamente solo. Me siento como Charlton Heston (de bolsillo o Bolsón ya no sé yo) en The Omega Man. Soy el Último Hombre Vivo. Ojos brillantes tras las ventanas. Nadie en la ciudad. Jesusito de mi vida, ya sé que no te hago mucho caso, pero en esta noche sin vela… «¿Hola? Eo-Eo-Eo, ¡Aquí!»



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14 comentarios:

  1. Ja, ja, ja, ja. Me parto. Venga, seguro que después del partido estaban las calles de Barcelona a reventar celebrando nuestra derrota –again–. Me parto. Y tienes razón con las BB y los iphones. Lo último: fui al cine con un amigo hace no mucho, estábamos viendo la de Polanski, y el tío contestando los whatsapp, Blacberry en mano. Le dije: imposible que hays disfrutado la peli, estabas pendiente del whatsapp... "Tanta comunicación" nos esclaviza.
    Y las calles vacías de la ciudad... un sueño. ESpero que ganaros el día 16 sera una realidad.
    Un abrazo de esta merengue a muerte, amigo culé.
    Bs

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    1. Luisa, palabra, las calles vacías. Al menos, lejos del centro. El viento aullaba, la gente pillada al whatsup éste...El fin.
      Bs

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    2. El Apocalipsis se cernía sobre tu cabeza, embriagada de victoria (quizá el fin del mundo, previsto para 2012, llegue tras el próximo partido de alta tensión)...

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  2. No hace falta un Barça-Madrid... el otro día de nueve personas sentadas en una mesa de un restaurante, ocho estaban con el móvil en la mano. ¿Progreso? bahhh incomunicación total!

    Besos.

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  3. Jajajaj Ígor, te he visto, ahí, sólo ante el mundo. No sabemos vivir, eh?, ya lo dije hace unos meses...lo que no escribes en el facebook...es como si nunca hubiera pasado. Ahora el facebook en nuestro bolsillo. El otro día, tomando café con un amigo, hizo lo mismo que los tuyos, así que saqué de mi bolsillo el móvil y tuve que llamarle para conseguir algo de su atención. pero sabes qué es lo peor? que también tú sucumbirás (como ya he hecho yo)

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  4. Buenas,
    El otro día en una tienda Vodafone. Le pregunto a la mujer, "dice un amigo mío que le regalaron el Ai!Phone.". La dependienta me contesta: "a la gente le gusta que la engañen".
    Y el poco dinero de los bolsillos se desvía a eso, a la incomunicación. Porque, vaya pasta estos gadgets. Mejor un torta del casar, un vino, unos suculentos filetes...
    Y a cada nuevo gadget, más control.

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  5. Por eso me alegro cuando hay un partido de fútbol donde juegan los grandes.¡¡¡La ciudad es mía!!
    Besotes.

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  6. Parece el cuento de Maupassant sobre la noche. Yo ahora trabajo en apple, y todo es muy moderno y por un rato te emocionas. Luego recuerdas que eres el ultimo mono, pero que con un libro en la mano, te da igual casi todo lo demas. Y de acuerdo con aina, tenemos que aprender a vivir de nuevo.

    Un abrazo :)

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  7. Una experiencia curiosa, especialmente en una gran ciudad. Ha de ser como una escena cumbre de película de misterio.

    Buenas noches, monsieur

    Bisous

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  8. En la era cibernetica, no hay dialogo personal....

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  9. Jajaja qué exquisitez tan explícita pardiez. Pues asoman dos más... y nos envuelve... ¡nos envuelve!

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  10. Sotso Anibor, y ya puestos, Amíclar!
    Nos envuelve es una gran palabra que lo define. Calcadito. Imposible sustraerse, ¿verdad?
    Y en 1/4, digo yo, ¡hiperinflación de madrid-barça! Esto es la República de Weimar.

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  11. Muy bueno, Igor. Has injertado, con una transición imperceptible, sobre una historia anecdótica, otra absolutamente fantástica.
    Por cierto, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el Mirandés ha pasado la eliminatoria y sigue adelante en la Copa del Rey, y eso es toda una hazaña.

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  12. Buenas dafd,
    Por favor, ¿no tendrías por ahí un formulario para hacerme socio del Mirandés? Esos tíos sí que saben lo que es la épica.
    El Barça y el Madrid ya no. Son dos apisonadoras.
    Echo de menos las ligas de antes, en la que cualquier equipo podía ganar a cualquiera.
    Saludos.

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