Ha estado lloviendo a cántaros este final de octubre y vuelve El festín de Babette, desde el año 1987. Vuelve porque la recuerdo. He olvidado casi todas las películas. En cambio, este film rebota en la negrura, como El Sur, Doctor Zhivago o Blade Runner. Cuenta una historia. A un ritmo indecentemente lento sino fuera porque esa lentitud acaba por ser narcótica, al estilo París-Texas, por decir algo. Belleza, poética y una reflexión sobre la vida que sirve en cualquier momento, en cualquier situación. Puede ser un remedio. La película se basa en un relato de la escritora danesa Isak Dinesen o Karen Blixen, sí, la autora de la magnífica Memorias de África.
Babette es una cocinera francesa que huye de París.
De hecho, es una notable cocinera. Quizá esta premisa interese a Madame y sus Dioses y Héroes,
aunque dudo que vaya a sorprenderla. Babette acaba con sus huesos en una aldea
aislada y puritana, grisácea, en algún rincón perdido e inhóspito de Dinamarca,
frente al belicoso Mar de Jutlandia. Donde es bien acogida. Babette, por un
golpe de la fortuna, recibe una fuerte cantidad de dinero con la que costea una
auténtica cena, que quizá remita a la Santa Cena. Una cena cuyos ingredientes
hoy no serían políticamente correctos, pero que más da eso. Cuando pierdo el
apetito o me desanimo, pienso en Babette.
Y allí donde Babette huyó y recaló, el viento es el
señor del mundo. Como dejó escrito Ted Hughes en Wind:
The woods crashing through darkness, the booming hills,Winds stampeding the fields under the windowFloundering black astride and blinding wet (...)(...) and the wind wieldedBlade-light, luminous and emerald,Flexing like the lens of a mad eye.La desbandada de los vientos por los campos, bajo la ventanaVagando a horcajadas, negros, cegadores y húmedos (...)(...) y el viento empuñabaUna espada de luz, con un brillo negro y esmeralda,Arqueándose como las pupilas de un loco furioso.
Fragmento de El azor en el Páramo, traducido por Xoán Abeleira.
Será que Ted Hughes era de cerca de Yorkshire, esa
Inglaterra norteña por la que se pasearon tantos daneses, el hacha en la mano,
justo de donde tiene su orgien El festín de Babette.
¡Bon Appétit!
Una película para degustar poco a poco. Cuidado con el atracón final, la excelente y larguísima secuencia de la cena reconciliadora. Gente curiosa la de ese pueblo. Estupenda como siempre la musa de Chabrol, tan enigmática como suele acostumbrarnos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues no he visto esta película, pero viviendo de usted la recomendación la tendré en cuenta. Un saludo.
ResponderEliminarNi idea. Pero la apuntaré (¿te dije que me encantó excalibur, no? ;) ) Y si viene al lado de Zhivago, Blade Runner o Paris-Texas... eso es un sello de calidad. Gracias :)
ResponderEliminar¡Espero que la peli te guste! El Festín de Babbete es una joya.
EliminarSaludos.
¿Te gustó Excálibur? Joder, eso es toda una recompensa. A mí me encantó. Vale, chirría un poco pasados tantos años, pero esa película de Boorman sigue teniendo pura magia.
ResponderEliminarSaludos.
¡Qué casualidad! Justamente la novela que hemos comentado este mes en el club de lectura. Una historia con muchas lecturas, que mientras parece que hable de una cosa, está hablando de muchas otras. Isak Dinesen (entre otras cosas) nos anima a concedernos placer y un placer es leerla y releerla.
ResponderEliminarSalud!
mmm pues habrá que leerla si. Un besazo.
ResponderEliminarDisfruté de esa película mucho, y eso que la vi de rebote. Me incitas a volver a verla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo la vi siendo un chaval. Dissortat, ¿no será que por entonces tenía una capacidad de impresión que con los años he ido perdiendo? Eso me da miedo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdo que me resultó soporífera por la lentitud de la trama, igual que París Texas o Doctor Zivagho. Sí, ver se dejan ver, pero acabas más cansao que después de cien flexiones.
ResponderEliminarEstoy desarrollando una teoría: hay pelis como de Takovsky, Bergman y otros prodigios que son mucho más buenas de lo que se disfrutan... ¿agree? jajaja
¿Doctor Zhivago? Es mi peli preferida, por encima de Blade Runner. ¡Pecador de la pradera! O señor, deberé ir a ver un médico.... Buena teoría, pero las pelis de Bergman son tan buenas como una tortura. Ahí sí que me cuesta, y mucho.
EliminarEn fin, ¿cuándo el intercambio de cuerpos? No es una buena idea para un relato. Ah... Te garantizo aburrimiento perpetuo.
Un abrazo.
Ah, ya que menciones a Blixen, estuve hace un par de meses en su casa en Nairobi. Menuda choza, chabón. No pude evitar oler la cama donde "materializaba" su pasión jajaajaja ese tipo de cosas son de enfermo mental
ResponderEliminarAmigo mío, es muy simple lo que te propongo: un cambio de cuerpos. Yo en el tuyo y tú donde te pareza mejor, si quieres te dejo la chatarra de mi cuerpo para que lo habites.
EliminarY así iré a sitios como Naorobi, no en alma, sino en cuerpo material y presente. Snif-snif-snif.
Su recuerdo imborrable. La primera vez que el cine se convirtió en una tétrica tortura. Sin ningún sitio más en el que volcar la atención salvo en la pantalla de la sala, mi incapacidad de ver algo en aquel film convirtió las dos horas que durara en un tormento.
ResponderEliminar¡Lo lamento mucho! A mí sí me gustó, aunque me costó entrar, como me costó meterme en París-Texas. Bueno, dafd, lo terrible también es imborrable.
ResponderEliminarUn abrazo.
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