Príncipe de Nada es una barbaridad. No recomiendo el libro. Excepto si se es un habitual de la fantasía épica. Si estás iniciado, la cosa cambia y el chute de R. Scott Bakker es tremendo. Quizá este libro materialice aquello que he oído alguna vez de “alta fantasía” o fantasía épica llevada al extremo. No lo sé, los conceptos abstractos se resisten a ser metidos en una botella. Y hablando de botellas, en este caso electrónicas, el libro está disponible tanto en papel como en descarga en epub, mobi y pdf en las principales plataformas de ebooks.
Porque, más allá de si el libro gusta o no, esta novela fantástica es
ante todo un templo al barroquismo literario. Un templo excelso, complicado,
inimaginable. Este escritor realiza un trabajo de orfebrería, puntilloso, infinito. No sé si disfruté más con la historia o cómo está escrita. Debo
reconocer que me perdí en los recovecos de sus páginas y múltiples planos y
personajes de nombres imposibles. Qué complejidad. Quedé desorientado. ¿Cómo se
maneja eso? Imagino a su autor, este novelista canadiense, en plan anacoreta
enloquecido, metido en un sótano lleno de pilas de libretas y notas enganchadas
a la pared con chinchetas, eso que ya no se usa porque queda feo.
Insisto. No es un libro para todos los públicos. No. Hay que saber
dónde se mete uno. Me maravilló pero también me costó. Es una novela muy
exigente con el pobre lector. Solo quería mencionar eso. Eso y la sensación que
tuve mientras leí sus primeras páginas. Literalmente, sentí que me habían
arrancado el suelo y que vagaba flotando por alguna extraña dimensión. El trabajo
literario que hay detrás del Príncipe de Nada es ingente, inabarcable.
Príncipe de Nada es una saga de la que hay tres títulos publicados: En el principio fue la oscuridad, El
Profeta Guerrero, El Pensamiento de las Mil Caras. Pero llegarán
más. The Great Ordeal (La Gran Ordalía) y The Horns of Golgotterath
(Los Cuernos de Golgotterath). De
momento, y por lo que sé, la editorial Minotauro ha renunciado a seguir
publicando a este príncipe.
Fragmento de la primera entrega, En el
principio fue la oscuridad.
Ascendiendo por escarpados caminos de montaña, Anasurimbor Kellhus dobló una rodilla y se giró para mirar la ciudadela monástica.Las murallas de Ishual se alzaban más allá de una pantalla de píceas y alerces, aunque eran empequeñecidas por las agrestes laderas delas montañas. «¿Viste esto, Padre? ¿Te giraste para mirar por última vez?» Figuras distantes desfilaban entre las almenas antes dedesaparecer bajo la piedra. Los ancianos dunyainos abandonaban suvigilia. Kellhus sabía que descenderían por las imponentes escaleras yentrarían uno a uno en la oscuridad de los Mil Veces Mil Pasillos, el gran Laberinto que daba vueltas en las profundidades, bajo Ishual. Allímorirían, tal como había sido decidido. Todos aquellos a los que su padre había corrompido.«Estoy solo. Mi misión es lo único que me queda.» Apartó la vista de Ishual y siguió ascendiendo por el bosque. La brisa de la montaña era amarga a causa del olor del pino marchito. A última hora de la tarde, dejó atrás los límites del bosque y después de dos días escalando glaciales laderas alcanzó la cima de las montañas de Demua. En el extremo más lejano de su campovisual, los bosques de lo que en el pasado había sido llamado Kuniurise extendían bajo nubes en movimiento. ¿Cuántos paisajes como ésedebería cruzar antes de encontrar a su padre? ¿Cuántos horizontes escarpados debería dejar atrás antes de llegar a Shimeh? «Shimeh será mi hogar. Moraré en la casa de mi padre.» Descendiendo por barrancos de granito, se adentró en laespesura.Vagó por la oscuridad del interior del bosque, a través de galeríasde secuoyas silenciadas por la total ausencia de hombres. Tiró de sumanto entre matorrales y sorteó la fiereza de las corrientes de lasmontañas.A pesar de que cruzar los bosques que había bajo Ishual habíasido muy parecido, por alguna razón, Kellhus se sintió agitado. Se detuvo para tratar de recuperar la compostura valiéndose de antiguas técnicas para imponer disciplina a su intelecto. El bosque estaba tranquilo, alborozado por el canto de los pájaros. Y sin embargo, él oía los truenos...«Algo me está sucediendo. ¿Es ésta mi primera prueba, Padre?» Encontró un riachuelo brillante por la luz del sol y se arrodilló ensu ribera. El agua que se llevó a los labios era más reconstituyente,más dulce que cualquier agua que hubiera probado antes. Pero ¿cómo podía el agua ser dulce? ¿Cómo podía la luz del sol, quebradaen la espalda de las aguas de la corriente, ser tan hermosa? Lo que sucede antes determina lo que sucede después. Los monjes dunyainos pasaban sus vidas inmersos en el estudio de eseprincipio, con el fin de arrojar luz sobre la intangible malla de la causa y el efecto que determinaba todas las casualidades, y para minimizar todo lo salvaje e impredecible. Debido a esto, en Ishual los acontecimientos siempre se desarrollaban con una certeza granítica.La mayor parte de las veces, uno conocía el balanceante curso queuna hoja seguiría a través de las arboledas dispuestas en terrazas. La mayor parte de las veces, uno sabía qué diría el otro antes de quehablara. Comprender lo que había sucedido antes era saber lo que sucedería después. Y saber lo que sucedería después era la bellezaque acallaba, la sagrada comunión del intelecto y la circunstancia: el don del Logos.La primera sorpresa de verdad, aparte de los días de formaciónde su infancia, había sido esa misión. Hasta entonces, su vida había sido un premeditado ritual de estudio, condicionamiento y comprensión. Todo era sabido. Todo era comprendido. Pero entonces,caminando a través de los bosques del Kuniuri perdido, parecía que elmundo se hundía mientras él permanecía inmóvil. Como tierra en lasaguas apresuradas, era golpeado por una infinita sucesión desorpresas: el débil trino de un pájaro desconocido; espigas de hierbas también desconocidas en su manto; una serpiente enroscándose enun claro iluminado, buscando una presa igualmente desconocida. El seco aleteo pasaba sobre su cabeza, y él se detenía paracambiar de paso. Un mosquito se posaba en su mejilla, y él le dabauna palmada; entonces, sus ojos veían una configuración distinta deun árbol. Sus alrededores le habitaban, le poseían, hasta que eramovido por todas las cosas a la vez: el crujir de las ramas, las infinitas transformaciones del agua sobre las piedras. Esas cosas lo sacudíancon la fuerza de las mareas.En la tarde de su decimoséptimo día, una ramita se alojó entre susandalia y su pie. La sostuvo contra unas nubes cargadas de tormentay la estudió; se perdió en su forma, en el camino que trazaba en elaire: las delgadas y musculosas ramificaciones que llenaban tanto vacío en el cielo. ¿Había caído simplemente con esa forma o había sido ahormada, como un molde que se vacía de cera? Levantó lamirada y vio un cielo surcado por las infinitas horcas de los ramajes.¿No había un solo modo de comprender un cielo? No fue conscientedel largo rato que permaneció allí, pero para cuando la ramita cayó por fin de sus dedos ya era de noche. En la mañana del vigésimo noveno día, se acurrucó sobre unas rocas enverdecidas por el musgo y observó cómo los salmones saltaban y cabeceaban contra la corriente del río. El sol salió y se puso tres veces antes de que sus pensamientos escaparan de esa inexplicable guerra de peces y aguas.En los peores momentos, sus brazos eran vagos como la sombracontra la sombra, y el ritmo de sus pasos se avanzaba a él mismo. Sumisión se convirtió en el último vestigio de lo que había sido. Por lodemás, carecía de intelecto e ignoraba los principios dunyainos. Como una hoja de pergamino expuesta a los elementos, cada día veía cómole eran robadas más palabras, hasta que sólo un imperativo permaneció: «Shimeh... Debo encontrar a mi padre en Shimeh». Siguió vagando hacia el sur, a través de las estribaciones del Demua. Su desposeimiento se agudizó, hasta que dejó de engrasar su espada después de que se hubiera humedecido por la lluvia, hastaque dejó de dormir o comer. Sólo había bosque, camino, y los días que pasaban. Por la noche, buscaba refugio como un animal en la oscuridad y el frío.«Shimeh. Por favor, Padre.»
Totalmente de acuerdo con la entrada. Lo tengo pendiente desde hace tiempo, pero soy consciente del peligro que conlleva elegir un momento inadecuado para una saga como ésta.
ResponderEliminarMuy, muy importante el momento para empezar con el Príncipe de Nada. Es una novela terrible y densa. No apta para pasar el rato.
ResponderEliminarSaludos.
Yo te haría caso, no soy amante de las historias súper fantásticas...si quiero algo denso y que me ocupe de ejercitar el coco, elijo filosofía sobre fantasía, al fin podrían ser lo mismo pero en distinta dimensión.
ResponderEliminarSaludos.
Seguro que seguiré tu consejo
ResponderEliminarPues viendo que es para iniciados en literatura fantástico, voy a dejar pasar esta saga de novelas. Yo más allá de "El señor de los anillos" y la "Espada rota", poquito.
ResponderEliminarUn abrazo, Igor.
Pues yo también, como Jordi, seguiré su consejo. Igual hay algo de eso que cuenta que haya hecho tomar esa decisión a la editora.
ResponderEliminarSaludos.
Príncipe de Nada es un libro de fantasía muy especial. En algunos momentos, me alucinó completamente. Eso sí, no es para grandes públicos, es un libro para grupos pequeños.
ResponderEliminarUn libro difícil, increíble, barroco.
Saludos.
Una obra maestra, sin duda. Lo leí hace ya tres años y todavía siento un regusto incomparable cada vez que me encuentro con los lomos de la trilogía expuestos en mi librería.
ResponderEliminarEso sí, se supone que la saga debe continuar, ¿no? De hecho, me suena que la primera secuela ya está publicada (o pronto lo hará) en inglés.
"Imagino a su autor, este novelista canadiense, en plan anacoreta enloquecido, metido en un sótano lleno de pilas de libretas y notas enganchadas a la pared con chinchetas, eso que ya no se usa porque queda feo."
ResponderEliminarMe quedo con este párrafo y dejaré la fantasía del narrador con su narración fantástica en una esquina. Ya sabes: es un género que no me entusiasma. No obstante la presentación de tu crítica es de muy agradable lectura.
Un abrazo
No es mi género, no me lo tengo trillado. Pero, como siempre, gracias por la recomendación.
ResponderEliminarNo la conocía, le echaré n ojo. Y si es un mundo bien creado, donde no hay olvido, la leeré gustoso. Gracias ;)
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Yo creo que la empecé a leer. Me parece recordar que topé con un texto duro, sin contemplaciones. Acciones simultáneas se narraban en distintos escenarios del mundo que recreaba, haciendo muy compleja la trama. Pero sí estaban bien perfilados los personajes. Una vez leí que este Scott Baker es o fue un estudioso académico de filosofía, lo que quizá tenga alguna relación con la enrevesada trama de su Príncipe de nada.
ResponderEliminarLo que sí hay que reconocerle al autor es el esfuerzo que imagino le supuso componer este enorme fresco épico, de una épica rudamente realista. Ahora me entero de que la editorial española no la sigue publicando. ¿Haber si habrá que decir, con Julio Llamazares, aquello de Tanta pasión para nada?
PdN es una obra maestra en todo su conjunto. La trilogía publicada en España por Timun Mas es de lo más excelso, no solo para los lectores de Fantasía, alta, baja o mediana, es una obra para todo todo aquél que disfrute de la buena literatura. La trama va avanzando y haciéndose más amable con el lector. Cierto que quizá no sea fácil de leer en un principio (peronalmente no paré desde que empecé) pero estoy seguro que quien la lea no quedará defraudado. En el principio fue la oscuridad, El profeta guerrero y El pensamiento de las mil caras, ¡geniales!
ResponderEliminarSí, es una gran saga de fantasía. De las mejores, o acaso la mejor, de los últimos años. Un libraco entretenido y que además contiene mucha literatura. No es fácil, nada fácil anuar pura evasión y el nivelón literatrio. Príncipe de Nada lo tiene, sí señor.
ResponderEliminarEstoy en desacuerdo con la reseña en su idea principal "no te lo leas si no te gusta la literatura fantastica",en todo lo demas (en lo de que el libro es la bomba)nada que objetar. Si te gusta "leer", y eres de los que pasa de la literatura fantastica por ser en muchos casos simplona y con personajes planos, este es tu libro. Enorme, brillante y casi (casi) lo mejor que he leido en cualquier genero...
ResponderEliminarBuenas,
ResponderEliminarEstamos de acuerdo en que es una obra grande. Uf, yo estoy habituado a leer literatura fantástica. Y aún así, me costó. Al principio me costó no meterme en la historia (me gusta, y además hay el deleite de lo bien escrita que está), me costó seguir el hilo narrativo.
Coincido en que hay mucha obra simplona, para ganar cuatro perras con los acólitos del género de fantasía. Ejemplo: muchos de los libros de Dragonlance que leí en momentos de cansancio.
Y si tienes alguna recomendación, ¡soy todo oídos!!!!