En 1947 los
norteamericanos se subieron a un globo y empezaron a ascender hacia el
firmamento. Y desde las alturas miraron hacia abajo. Vieron un continente
arrasado, deprimido y hambriento. Era la Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
Aprendida la lección de la primera guerra, lanzaron uno de los planes de
rescate y reconstrucción más ambiciosos de la historia, el Plan Marshall que en
ese rincón olvidado e irreducible de tribus ibéricas, el director de cine Luis
García Berlanga inmortalizó en la famosa película Bienvenido Mr. Marshall (1953). Y por favor, recuerden el final de
la película.
Tras años de recesión,
los alemanes se han dado cuenta que su discurso de “devuélvame la pasta, tío”, la política económica de la UE
consistente en hundir todavía más las economías del sur de Europa obligándolas
a devolver los préstamos de la dolce vita
que son, sencillamente, impagables, no les beneficia. Es más, al convertir a
sus clientes, los pobres del sur, en zombies adictos al Prozac, se han dado
cuenta que venden menos VW y BMW. Su política está cambiando, pues sus
exportaciones se están reduciendo a marchas forzadas. Todo el mundo lo sabe.
Los zombies depresivos gastan poquito.
La UE ha ido mandando
bolsas de dinero a los bancos españoles. Pero no ha servido de nada. El dinero
y el crédito no fluyen, porque los bancos españoles deben tanta, tanta pasta,
que son como Bob Esponja. Por mucha
agua que eches, Bob se la bebe toda. Lo mejor es dejar que Bob se pudra en el
fondo del mar con sus presidentes calamardos.
Por dicha razón el
gobierno alemán ha optado por la vía directa para aliviar al enfermo pig peninsular: entregar al ICO un
montón de euros para que a su vez los repartan entre las pymes, que son las
crean mayoritariamente empleo en España, básicamente bares para que los
turistas alemanes puedan beber cerveza barata.
Así, El gobierno alemán,
a través del Instituto de Crédito público –KfW en sus siglas en alemán– ha
concedido un préstamo de 1.000 millones de euros al Instituto de Crédito
Oficial de España (ICO), ¡¡¡¡Bienvenido Frau Panzerfaust!!!!
Y ahora dejo un vídeo del
día en que se esperaba al citado Mr. Marshall. Es más probable hallar la verdad
en la ficción, en el arte, en el cine, en los comentarios en la cola del Lidl,
¡atentos!
Los alemanes, a pesar de haber perdido dos grandes guerras (y no me voy a remontar a la de los 30 Años porque allí algunos perdieron y otros ganaron), siempre salen bien parados a la larga.
ResponderEliminarNo sé yo si Herr Panzerfaust nos ará mucho bien.
¡Salud!
Por cierto, donde puse Herr Panzerfaust, quizá debí poner Frau Panzerfaust.
EliminarMientras siga esa tipa de corte de pelo infame en el poder lo tenemos crudérrimo. Aquí volvemos a los sesenta, para solaz de la espléndida, recta y laboriosa clase media del norte. Este es su modelo para el sur: un país pintoresco, cercano, barato y soleado donde al guiri se le alegra la estancia y se le hace sentir rico por la diferencia de renta. Un saludo.
ResponderEliminarVolví!!un saludo :)
ResponderEliminarBuen análisis con humor, que al menos no nos quiten esto. Poder sacarle algo de chispa a los desmanes de estos políticos.
ResponderEliminarun saludo
Unas chispas de humor, queda eso.
ResponderEliminarY por cierto, el otro día, en una de esas comedias ligeras británicas, uno dice esto: "¿Inglaterra entrar en el euro? Eso nunca. El euro es el caballo de Troya del Bundesbank".
Jo, y eso que intentaba ser un chiste el diálogo de la peli....
Saludos.
Clarito y en botella. Valemos más como consumidores vivos que como deudores muertos y resecos de liquidez. De verdad, qué cosas. Si a eso le añadimos la sal que le pone la competencia que viene del Extremo Oriente, el cóctel es explosivo para los intereses alemanes.
ResponderEliminarJe, je, "clarito y en botella".
ResponderEliminarUna de las grandes preguntas siempre ha sido "¿Quién soy?". Hoy, relamente, la pregunte ardiente es "¿Hacia dónde vamos?", y en plural.
Un abrazo.