Enlazo con un
interesante artículo de la edición digital de El País sobre la vocación literaria, firmado por Javier Gomá (Vocación Literaria).
Básicamente, el artículo intenta responder a esta atormentadora pregunta:
«por qué determinadas
personas dedican las mejores horas del día, los mejores días del año y los
mejores años de su vida a producir algo que nadie les ha pedido, sin que el
éxito social, los requerimientos de la conciencia, el anhelo de fama o el
enriquecimiento económico constituyan nunca la motivación principal.»
Entre las respuestas,
hay una que me ha interesado, dice así: «hay determinadas personas que sí
tienen la visión del puzle
entero —la imagen del paisaje, el retrato, el edificio— porque son capaces de
completar con su imaginación los huecos de las piezas sin colocar.» y …
«Quien tiene esta “idea
del todo” siente dentro de sí el apremio de producir un objeto que la incorpore
y le dé soporte para así evitar que se pierda, como las demás cosas humanas,
arrastrada por la corriente del tiempo».
Quizá sea así. Pobres
alucinados, los escritores. Ya me lo decía mi padre: “¡¡¡estudia para
abogado!!!”. Y la voz del padre, con el tiempo, gana en argumentos. Tener visión o creer tenerala, esa es la cuestión. El gran enemigo
no es el estado, ni los otros, ni la crisis, ni los falsos recuerdos que
moldean un mundo que jamás existió, ni tan siquiera el loro chillón de la
vecina del sexto. El gran enemigo es el tiempo.
y para qué?
ResponderEliminarpara alimentar un ego, para divertirse, para superarse, para ver si soy capaz, para encontrar un lector o miles, para crear algo que antes no existía,... todos son buenos motivos, tan buenos como cualquier otro. Que siga!!
Yo a menudo tengo la sensación de que muchos de los que hacemos algo creativo -ya sea escribir, pintar, esculpir o componer-, lo hacemos por puro instinto de permanencia. Nos pasamos la vida levantando pirámides para seguir aquí cuando por fin nos venza el tiempo.
ResponderEliminarYo creo que todos estos son buenos motivos para la vocación literaria. Pero el de la visión, el de crear un mural sobre esa visión, de la que creemos, pobres de nosotros, que completa el mundo de algún modo, es un motivo muy poderoso. En el fondo, es una ilusión, en el sentido onírico de la palabra. O eso opino.
ResponderEliminarSaludos.
Muy interesante! Por más libros y lecturas e historias, todas son distintas, todos somos diferentes. Cada humano imagina, crea y permanece en ese mundo dejando su propia huella. ¿Pero acaso es suficiente? La imaginación es el infinito. Como lo decía Albert Einstein: "En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento."
ResponderEliminarEstudiar para ser abogado... ya lo he hecho y me quedo con la libertad de usar mi imaginación.
Un gusto volver a leer tus post Igor ;)
Por lo mismo que otros dedican su tiempo a otras cosas: por que les gusta, con la diferencia de que en las actividades creativas, escribir, pintar, ─y no resulta justo tacharlas de pretenciosas, aunque así lo piensan y hasta lo dicen algunos de los que no se ocupan de cosas así─, lo hecho por quien lo practica siente, aunque sólo sea él, haber hecho algo que merece la pena. Y...¿Quién no desea conservar lo que con su esfuerzo piensa ha hecho bien? Aunque sólo sea él quien lo piense.
ResponderEliminarUn saludo.
El tiempo, siempre el tiempo...
ResponderEliminarCreo que los motivos son, como ya se apuntó, varios. A mi me gusta el de Azaña, sintético y diáfano: por ímpetu confesional.
ResponderEliminarSaludos cálidos.
Escribo porque es la única manera de mantenerme cuerdo en un mundo que cada día que pasa me resulta más detestable.
ResponderEliminarSaludos, Igor.
A mí me parece una razón enorme, esa. Mantenerse en la superficie merced a la creación.
ResponderEliminarSaludos, Javier.
Mira, Umberto Eco dijo: Para sobrevivir, hace falta contar historias.
ResponderEliminarYo escribo porque lo necesito. Está más allá de una afición, pasión o costumbre. Es una necesidad. Yo escribo como me alimento, a veces me apetece, a veces no, pero no puedo dejar de hacerlo. Tampoco es una adicción, porque no es algo externo a mí, sino algo que nace del interior, algo que debe expresarse.
Es lo que lo hace sencillo y permite que no piense mucho en ello. Algunos estamos benditos/malditos con esa necesidad. No tiene importancia si lo hacemos bien, regular o mal, pero lo hacemos.
Escribimos.
Porque escribir es algo así como "traducir un latido". Eso decían en una peli que vi ayer y sobre la que escribiré luego. Y no podemos dejar de latir, Igor
ResponderEliminarPorque alguien tiene que explicar esas historias, es como ser médium.
ResponderEliminar¡Un abrazo!