Pues sí. He aquí uno de los
mejores poetas de la historia en uno de sus poemas mal conocidos. Monotonía. He decidido hablar de Juan
Ramón Jiménez, que de mayor se colgó un poco —tanta poesía pura no debe ser
buena si hablamos de azoteas—, encerrado en sí mismo y puliendo sus poemas una
vez y otra —dicen que sin mucho sentido—, porque Luisa Tomás le ha sacado
brillo a algunos poemas de JRJ en Facebook. Por si alguien anda despistado,
decir que el mundo se ha ido en masa a Facebook. Sí, ese armario que cada vez
que es abierto lo entierra a uno en un alud de suéteres, calzoncillos viejos,
tejanos raídos a lo Kurt Kobain y bragas de la tatarabuela que veía películas
de Sisí Emperatiz. Eso es, millones de notas. Facebook me estresa, no llego a
tanto contenido.
Y en parte me sabe mal porque también hay mucha cosa buena. Bueno, yo sigo aquí con el blog. Ya sabéis, a la gente mayor nos cuesta cambiar y le he cogido el gusanillo a esto de lanzar chatarra al ciberespacio. Claro, claro. La monotonía de Juan Ramón Jiménez. Ya voy. Ojo al dato. Es el número XXX en el libro Diario de un poeta recién casado (1916). Ha llovido un rato, pues. Dicen los que sabían de poesía que fue el libro-superación del modernismo. La inspiración del poema es un viaje de Juan Ramón Jiménez a Nueva York, donde siempre observa el mismo mar, el mismo paisaje. Monotonía es otro poema perfecto, como aquel de Rilke del que hablé, la Pantera, donde la forma y el contenido se funden. Está cargadito de símbolos y sensaciones y cruces entre ellas. Como un juego, tras leerlo, si alguien tiene humor, puede ir descifrándolos, por ejemplo: El Mar ƒ blanco ƒ espumas de cal ƒ seco ƒ nubes de cal ƒ blanco ƒ el cielo. ¿Genialidad? Muy posiblemente.
Y en parte me sabe mal porque también hay mucha cosa buena. Bueno, yo sigo aquí con el blog. Ya sabéis, a la gente mayor nos cuesta cambiar y le he cogido el gusanillo a esto de lanzar chatarra al ciberespacio. Claro, claro. La monotonía de Juan Ramón Jiménez. Ya voy. Ojo al dato. Es el número XXX en el libro Diario de un poeta recién casado (1916). Ha llovido un rato, pues. Dicen los que sabían de poesía que fue el libro-superación del modernismo. La inspiración del poema es un viaje de Juan Ramón Jiménez a Nueva York, donde siempre observa el mismo mar, el mismo paisaje. Monotonía es otro poema perfecto, como aquel de Rilke del que hablé, la Pantera, donde la forma y el contenido se funden. Está cargadito de símbolos y sensaciones y cruces entre ellas. Como un juego, tras leerlo, si alguien tiene humor, puede ir descifrándolos, por ejemplo: El Mar ƒ blanco ƒ espumas de cal ƒ seco ƒ nubes de cal ƒ blanco ƒ el cielo. ¿Genialidad? Muy posiblemente.
En el poema Montonía me he visto como en un espejo. No siempre ni cada día,
claro, de lo contrario me habría colgado de un árbol sin redes. Pero esa
monotonía del poeta es verdad y forma parte de la vida. En el nombre del Padre…
Monotonía
El mar de olas de zinc y espumas
de cal, nos sitia
con su inmensa desolación.
Todo está igual -al norte,
al este, al sur, al oeste, cielo y agua-,
gris y duro,
seco y blanco.
¡Nuca un bostezo
mayor ha abierto de este modo el mundo!
de cal, nos sitia
con su inmensa desolación.
Todo está igual -al norte,
al este, al sur, al oeste, cielo y agua-,
gris y duro,
seco y blanco.
¡Nuca un bostezo
mayor ha abierto de este modo el mundo!
Las hora son de igual medida
que todo el mar y todo el cielo
gris y blanco, seco y duro;
cada una es un mar, y gris y seco,
y un cielo, duro y blanco.
que todo el mar y todo el cielo
gris y blanco, seco y duro;
cada una es un mar, y gris y seco,
y un cielo, duro y blanco.
¡No es posible salir de este castillo
abatido del ánimo!
Hacia cualquiera parte -al oeste,
al sur, al este, al norte-,
un mar de zinc y yeso,
un cielo, igual que el mar, de yeso y zinc
-ingastables tesoros de tristeza-,
sin naciente ni ocaso…
abatido del ánimo!
Hacia cualquiera parte -al oeste,
al sur, al este, al norte-,
un mar de zinc y yeso,
un cielo, igual que el mar, de yeso y zinc
-ingastables tesoros de tristeza-,
sin naciente ni ocaso…
Un playa pálida y una brújula sonámbula.
ResponderEliminarContrasta a la superficialidad de colores,
lo que hablabas de facebook.
Me quedo con los tres primeros versos.
Supongo que sería un viaje de compromiso que no le apetecía nada hacer o de altísimas expectativas, profundamente frustradas. Su estado de ánimo está en el subsuelo. En el norte debería estar la ciudad, lo interesante. Supongo que en Nueva York lo de menos es el mar. Joder Igor, parece escrito en una isla perdida en el mar de Barents, durante una estancia interminable.
ResponderEliminarEs verdad, es un poema que refleja perfectamente el ánimo abatido reflejado en el paisaje (mar, cielo, destino). Y no es un poema alegre. A mí me impresionó al leerlo. ¿No será que seremos muchos a la vez, como los heterónimos de Pessoa? Una parte de muchos está en ese poema, tan genial.
ResponderEliminarSaludos.
Y yo me acuerdo de Giacomo Leopardi:
ResponderEliminar"Siempre caro me fue este yermo monte
Y ese obstáculo, que de esta parte
Del último horizonte la vista excluye.
Mas sentado y mirando interminables
Espacios tras él, y sobrehumanos
Silencios, y profundísima quietud
Mi mente imagina; tanto que por poco
mi corazón se asusta. Y como el viento
oigo susurrar entre las plantas, yo aquel
Infinito silencio a esta voz
Voy comparando: y me acuerdo de lo eterno,
Y las muertas estaciones, la presente
viva, y su sonido. Así en esta
Inmensidad mi pensamiento se hunde:
Y el naufragio me es dulce en este mar."
Vaya, preciosos estos versos de Leopardi, a quien me falta leer.
ResponderEliminarUna profunda conexión este poema. Saludos.
Es, sin duda, uno de mis poetas. No tengo palabras para él. Fíjate, qué pobre soy. Él, que nos dejó tantas...
ResponderEliminarLo adoro