J.G Ballard, escritor de ciencia-ficción, de impresionantes relatos de literatura fantástica, un hombre cuya literatura ha sido reiteradamente adaptada al cine. Y un gran escritor, que era también un visionario, algo inusual. Para mí, lo mejor de este escritor inglés son sus relatos y una novela, El Imperio del Sol, editada en España en 1984 por Minotauro.
Sin menospreciar, ni mucho menos, sus otras
novelas, Empire of the Sun constituye
un momento álgido de la literatura. Este 2014 espero hacer una reseña de esta
obra de J.G Ballard, hoy sólo quería reproducir en este blog una de sus últimas
páginas. Sólo añadir que el libro recoge las experiencias del escritor en
Shanghai, entre 1942 y 1945 y que El Imperio del Sol fue publicada en 1984,
hace 30 años. Cuando acaben de leer este breve fragmento comprenderán lo de
visionario.
«Sin embargo, las
cabezas de los chinos se volvían hacia otro espectáculo. Ante los escalones del
Shanghai Club se había congregado una muchedumbre. Un grupo de marinos ingleses
y americanos habían emergido de las puertas giratorias y discutían borrachos en
lo alto de la escalinata, señalando al crucero fondeado ante el Bund. Los
chinos miraron mientras los marinos se alineaban como en un coro. Excitados por
ese público curioso pero callado, los marinos empezaron a burlarse de los
chinos. A una señal del marino de mayor edad, los hombres se desabotonaron los
pantalones acampanados y orinaron en la escalinata.
Los chinos
contemplaban sin comentarios, quince metros más abajo, los arcos de orina que
descendían en una espumosa corriente hacia la calle. Cuando llegó al pavimento,
los chinos retrocedieron con rostros inexpresivos. Jim miró la gente de
alrededor, los empleados, los coolies, las campesinas, sabiendo lo que pensaban.
Un día la China castigaría al resto del mundo y se tomaría una venganza
espantosa.»
No tengo muy claro si se vengan del mundo o de ellos mismos por esa forma tan inhumana en la que explotan a sus conciudadanos. En cualquier caso es admirable la disciplina de los soldados occidentales Igor, me llama la atención esa coordinación en las meadas a la voz de ¡Ar! o como digan ellos en esos casos.
ResponderEliminarYa está escrito eso de..."los últimos serán los primeros", frase que los chinos están aplicándose a base de bien.
ResponderEliminarDel mundo unipolar al mundo multipolar. En eso estamos. JG Ballard lo supo ver con bastante antelación. Por cierto, sus relatos completos han sido publicados recientemente en España en una edición espectacular. No se pierdan la historia del Bosque de Vidrio.
ResponderEliminarNo sé si se vengarán de Occidente, lo que sí que han hecho es castigar a sus "primos" los tibetanos por ejemplo, a los cuales humillaron y mataron (y siguen haciéndolo). ¿Será ese mismo destino el que nos aguarda por unas cuantas meadas de unos pocos soldados descerebrados? ¿Ha despertado China ya, como se temía Bonaparte cuando afirmo aquello de: "Dejad que China duerma, porque cuando despierte, el mundo temblará."?
ResponderEliminar¡Salud!
Yo tampoco tengo muy claro de qué podrían vengarse. Ellos que han estado aislados del mundo durante siglos por voluntad propia o mejor dicho por la de quienes les mandaban, hasta que al fin, abriéndose al mundo, sin perder su ser, son, como los japoneses vienen demostrando desde hace casi setenta años, totalmente permeables a los modos occidentales, aunque aquellos conserven aún, quienes les mandan en realidad, comportamientos autoritarios. Otra cosa es que, no cuando despierte, como dice Jordi, que ya lo ha hecho, sino cuando se ponga en pie, y veamos su altura, el mundo tiemble, como lo ha hecho siempre ante los gigantes que lo dominan.
EliminarSuelen tener los escritores de ciencia ficción y sexto sentido para anticipar el futuro.
Un saludo.
Ha habido desde hace unos decenios tales carreras de las empresas por llevar allí la producción desmantelando a los países de origen, que parecía que les daban caramelos. China, y otros países, ha sido la herramienta que le han puesto en las manos al gran capital para aumentar los beneficios. No sé si China ha sido una herramienta, o, más bien, un colaborador silencioso (por eso esa actitud callada de los fascinados mirones de la calle, me parece bastante ejemplar).
ResponderEliminarPero, como la agricultura de rozas no puede tener continuidad, este sistema loco tampoco, pues más tarde o más temprano colapsará por la parte más débil, que es la mano de obra.
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