Publico un nuevo relato corto e inédito por si apetece una tapa de literatura novedosa y basada en los ingredientes de siempre, los tradicionales, los que siempre se mezclan. ¿De qué va el relato? Del universo.
El
Universo
«esperando a que asomara y se
arrastrara afuera
primero sus antenas ondulantes
como pajas de heno»
Egar Lee Masters
Spoon River
Con unos amigos
habíamos alquilado una casa rural de esas donde la mayor parte del tiempo se
invierte en preparar una comida tras otra. Llegada la mañana del domingo
hicimos una excursión al río. Fue en primavera, una cualquiera, rutilante,
esplendorosa. La naturaleza prepara los frutos para la ofrenda de invierno.
Llegamos al río. Grandes rocas pulidas que fueron movidas por gigantes de otras
eras estrangulaban el curso de agua limpia hasta llegar a un salto que a sus
pies creaba una poza que replicaba con esmero el color del cielo. Luego el
riachuelo seguía su curso en llano, entre grupos de cañas altas que como
guardianes lo custodiaban. Como la profundidad era poca decidimos seguir
adelante desde el interior del río. Saltamos adentro. Los niños, entre
asustados y excitados, reían al observar las nubes de barro que levantaban sus
pies bajo el agua. Hasta que uno gritó. Un ser extraño, la viva fisonomía de un
alienígena. Se había movido hacia atrás a una velocidad de vértigo. Habían más,
habían muchos. El cauce, tranquilo en aquel tramo, era una colonia de cangrejos
de río, rojo brillante si la luz se reflejaba en sus caparazones de grueso
esmalte. Nuestras pisadas provocaban que los cangrejos se propulsaran hacia
atrás como si estuvieran montando un cohete de vuelo corto. Avanzábamos y los
saltos subacuáticos se repetían dejando bajo el agua estelas de fango en
suspensión. Éramos los kraken mitológicos, los seres inimaginables de otra
esfera que invadíamos sus dominios. Algo que, cuando nos marcháramos, no
entenderían. Aquel tramo de río moría en otra pequeña cascada. Y ese espacio,
entre salto y salto, justo ese espacio y nada más, en el que asomaban unos
inalcanzables abedules de hoja lejana, en el que a veces los rayos del sol
barrían los secretos del fondo del cauce ancho de corriente mansa sobre el que
volaba una solitaria golondrina o se posaba, durante el suspiro de una
eternidad, una libélula larvada con vidrio nervudo de catedral, donde en alguna
ocasión asomaba el zorro para lamer el agua, todo aquello y sus cuatro
estaciones con lluvia, niebla y días soleados, el corto tramo de río entre
saltos, para la discreta colonia de cangrejos todo aquello era el completo,
perfecto, inconmovible y entero universo, que nosotros nos disponíamos a
abandonar en tres o cuatro pequeños saltos.
Igor Kutuzov, octubre de 2014.
Un pequeño tramo de río: vasto universo para esos animalitos con pinzas que lo ven tambalearse con la llegada de monstruos lejanos, olas gigantes, ruidos no escuchados antes...
ResponderEliminarUn pequeño tramo de rio: sinopsis del universo de aquellos que, descalzos, lo patean. Y de otros universos con otros seres, y de todos ellos; que no son más que uno.
La naturaleza y los niños, nada ´mejor para sentir el bullir de la vida.
¡Saludos!
Pues sí. Los niños y la naturaleza hacen que la vida fluya. Ya ves, esto del universo es un tema de escalas. Imagino lo que es el universo para los gatos que tengo en casa: el piso, el pequeño patio y las casas que los rodean. ¿Imaginarán que más allá de esas casas, que son el límite, habrán otras casas y luego campo, bosques, mares y otros gatos en otras casas...?
ResponderEliminarTan sencillo y tan... inalcanzable.
ResponderEliminarGracias por el comentario, dissortat. Sí, creo que uno de los motivos de la fascinación que causa el universo -el futuro del hombre está ahí-, es que resulta inalcanzable.
EliminarSaludos.
Así es señor Kutuzov, de ahí es estudio del macrocosmos y el microcosmo, esas dos esferas que van a su aire sin importarles nada; y luego está, como obra humana la macroeconomía, que por grande nos ahoga a "casi todos" y la microeconomía, en la que como esos cangrejos estamos todos y que de tan pequeña como es no nos deja ni respirar.
ResponderEliminarVolviendo a su relato, describe perfectamente, cómo es la vida en ese pequeño universo.
Un saludo.
Ostras... El paralelismo está de muerte. Y ahora que lo pienso, yo me dedico a la átomoeconomía, porque ni micro. Este ha sido uno de los resultados de la globalización: la macroeconomía fagocita la microeconomía sobre la que se sustentaba. A mi me sigue recordando el periodo anterior a la caída del Imperio Romano, cuando los latifundistas se cepillaron a los pequeños propietarios rurales y a los artesanos.
ResponderEliminarCangrejos todos, así es.
la macroeconomía fagocita la microeconomía sobre la que se sustentaba. ¡Genial!
EliminarEsta la hago sentencia de cabecera.
Que alegría. A veces miro la economía y bien parece una pirámide vegetal en la que todo está enlazado y enraizado en todo. ¡Cuánta agua falta y buena tierra!
EliminarMe ha gustado mucho el relato, además me ha recordado mis días de la infancia cuando pescábamos esos "alienígenas" en el Arlanzón, a las afueras de Burgos...
ResponderEliminarSaludos.
Arlanzón, que toponimia tan épica. Será que está cerca de Burgos.
ResponderEliminarComo cuesta encontrar cangrejos de río. Además, son un indicador de limpieza. Ah, ¡la pesca de la infancia, la que no se olvida!
Jaja, en tres saltos. Eso es todo lo que da de sí todo el universo de un cangrejo y, relativizando, por qué no predicarlo de nosotros mismos.
ResponderEliminarYa podías colgar más de estas fotos-descripciones con esas frases made in Igor. Quizá como si fuera una especie de ejercicio.
El relato, bien pensado, hubiera podido llamarse "relatividad". Imagínate algún tipo de ser galáctico que viene a visitarnos a la Tierra, esa pequeña bola de materia compacta, aire y agua. Un ser capaz de salir de aquí en dos o tres saltos.
ResponderEliminarSubiré más foto-descripciones, a medida que salgan, seguro. Un abrazo.