“Hemos
vuelto a perder —dice uno de los siete samuráis—. Los campesinos son los que
han ganado”.
La importancia de un buen director de fotografía. |
El samurai que está a su
lado lo mira y no dice nada. Silencio. Nueva escena. Los campesinos han vuelto
a su trabajo y cantan y cosechan. Los
siete samuráis del director japonés Akira Kurosawa está a punto de llegar a su final.
Muchas veces se cataloga a
esta obra maestra del cine, Los siete Samuráis, como exponente de cine de
autor, de arte y ensayo. De cine para minorías. Menuda idiotez. Kurosawa en
1954 nos regaló una historia de acción, de amor, de aventuras, de locura que,
además de hacerme pasar muy bien el rato, bueno, de regalarme uno de los mejores ratos
que he vivido viendo cine, me mostró unas enseñanzas que no he olvidado y tengo
siempre presentes.
Como las promesas están a
precios muy bajos, prometo volver a los Siete
Samuráis con calma, tiempo, para así ordenar y recordar y no olvidar, ya que
como decía el mago Merlín en Excálibur,
“el olvido es la perdición de los hombres”.
Un gran treball del Kurosawa, si senyor.
ResponderEliminarOh, Los Siete Samuráis es una pasada. Y Kurosawa mantiene la cámara fija. Que detalle por su parte. Ayer vi los Guardianes de las Galaxias (otra decepción) y casi saco la escopeta. Cómo marea la cámara esa de sube, baja, derecha, etc.
ResponderEliminarSalut.
Estoy de acuerdo. Uno de los vicios (por habitual y reiterado) de muchos críticos, literarios, de cine, en general creadores de opinión, basados en la suya propia, es la de un pedante encasillamiento de determinados autores, obras etc… El caso es clasificar, encasillar, ideologizar y encima, de modo inmutable.
ResponderEliminarUn saludo.
Kurosawa admiraba a Ford y se nota. También le gustaba la lluvia ¿verdad? jajaja
ResponderEliminarSi es que entre aventuras y luchas le da tiempo a convertir a cada personaje en categoría, y todo como sin querer o como sin darte cuenta.
ResponderEliminarQué imagen más poderosa has elegido (seguramente lo serán casi todas en esta película). Parece el ocaso de algo, o el amanecer de lo contrario.