Lamentablemente,
causo hilaridad. Cuando quiero ser gracioso obtengo silenciosa conmiseración y,
cuando no lo pretendo ser, causo risas rotundas. Eso me pasó el lunes pasado
pasada la clase de judo. Habíamos acabado el entrenamiento y estábamos en el
vestuario, sudorosos, apestosos y felices.
No sé
quién dijo algo del grupo de música Daft Punk. Comenté que por casualidad había
descubierto un precedente, también francés, la canción Supernatural, de Cerrone. Dije: «estaba en un bar y oí la canción. Me gustó tanto que le pregunté a la
camarera de quién era esa canción. Y hasta me la apunté en un papel.»
Carcajadas
al unísono. Todo el vestuario muriéndose de risa. No entendía nada. No
entendían de qué se reían.
«¿De verdad que lo apuntaste en un papel?” “Pero,
¿tú no sabes que hay una aplicación que pones el móvil hacia la canción y te
dice de quién es?” “Y hasta le pediste un lápiz a la camarera, ¿no?»
Dije: «no tengo ninguna aplicación el en móvil.»
Aquí
los “compañeros” se destornillaron. Cuando dije que no tenía wuasap uno casi se
va al suelo, sin mediar llave de judo alguna. Durante unos momentos estuve
seguro que hubo compañeros que no me creyeron. No era posible eso de no tener
aplicaciones.
Luego
volví a casa en coche, conduciendo a través de la hermosa solemnidad de la
Diagonal de Barcelona, que como una dama misteriosa solo se la descubre hermosa
en las noches vacías. Volvía a casa pensando en mi vida sin aplicaciones que es
tan parecida a la de los otros. Y recordé al poeta griego Simónides de Ceos,
creador del método loci o de los lugares, más conocido
como mnemotecnia.
La vida
Smartphone. La vida mediante el filtro de aplicaciones muestra cómo será el
futuro. Un futuro en el que los sapiens introduciremos en nuestro sistema
nervioso cajas de memoria (RAM), y todo tipo de aceleradores y filtros para
mejorar nuestro rendimiento, ya no sé si social o productivo.
A pesar
de, tras entrenar, volviendo a casa, tener más del 87% de la mente ocupada en
el binomio comida-cerveza-comida-cerveza, todavía llegué a pensar en que había
recordado una canción sin usar el teléfono, probablemente porque al escribirla
en un papel entró en juego la memoria visual y que, además, me había comunicado
verbalmente con otro sapiens, la camarera y que, además, ésta tampoco tuvo que
consultar con ningún Smartphone. Tan solo usó su propia memoria.
Genial entrada, coincido contigo al cien por cien. Me da mucho miedo que me sustituya una máquina y el aislamiento a que puede conducir el mal uso de la tecnología. Get lucky, amigo.
ResponderEliminarQue vivan los que nos negamos a ser domesticados por el smartphone y sus aplicaciones. Buena entrada.
ResponderEliminarEstá bien la canción. La recuerdo.
ResponderEliminarA medida que vas viendo el video, vas sintiendo una creciente sensación de deja vu, una sucesión de imágenes reenviadas aleatoriamente por mi juguetona memoria, pero en el orden correcto. La memoria es tan caprichosa. Es como una amante veleidosa que tan pronto nos embriaga al prodigarnos su atención, ingrata, luego, se aparta abandonándonos en la oscuridad. Pero a ti y a la camarera no se os escapó a las primeras, pues la sujetasteis bien, bien: nada de RAM, sólo papel y lápiz. Tal vez haya que empezar a salvar nuestro conocimiento y recuerdos en papel y lápiz porque la informática nos puede volver la espalda en cualquier momento y hacer desaparecer de un fallo o un corte de luz nuestro yo y nuestra circunstancia. Quién reirá en ese caso.
Tampoco soy un talibán antitecnología. Cuando veo las fotos de esos smartphones alucino. Son mejores que las de mi cámara moderna. ¿Cómo puede ser? Pero sí hay sobredosis de aplicaciones. Pronto habrá una que nos avisará para ir al váter.
ResponderEliminarY la memoria. Menuda amante veleidosa. Y tan juguetona. Ayer sufrí un caso de falso recuerdo. Algo que creí vivir y que la memoria registró como real. Suerte que alguien me corrigió.
Le felicito, amigo Igor, por su buena memoria...; y por tener la aplicación You Tube en el ordenador.y así oír también la canción. Y es que aislado del todo, del todo hoy ya no se puede estar.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo no tengo Facebook ni Twitter y todavía estoy vivo, en cuanto al iPhone, pues eso pienso que tiene su utilidad, pero solo uso 6 app. Supongo que soy muy básico.
ResponderEliminarYo sí estoy en Facebook. Y hasta en Twitter, aunque casi nunca piso esa sala de baile. Y en Facebook, bueno, al final actúas como la vieja del visillo: miras por la ventana a ver qué pasa en la calle. Y si no visitas Facebook con asiduidad, te paso como aquel que abre un armario hasta los topes de ropa. Lo abres, y mueres sepultado bajo una avalancha de información.
ResponderEliminarTan básico como tú.
Saludos.