Sufrió un terrible accidente de coche. Conmoción cerebral, dijeron los médicos.
No reconoció a su mujer al despertar, pero eso no le preocupó mucho porque
encontró que aquella desconocida tenía una gracia. Sí olvidó su número de
teléfono y las contraseñas del gmail, Facebook y whatsapp. Aunque intentó empezar
de nuevo, su agenda y su red social eran un campo de casillas vacías. Poco a
poco fue quedándose aislado, vagabundo en las redes, hasta caer en la más
absoluta soledad. ■
"Sin memoria, no puedo vivir sin memoria" canta Víctor Manuel. És fort no recordar-se ni de la dona.
ResponderEliminarEsa soledad que toca fondo puede ser una oportunidad. La vida es una memoria virgen por llenar. Si se ha vaciado de contenidos, poco a poco va a volver a tenerlos.
ResponderEliminarLas redes...
ResponderEliminar:)
Besos.
LLegará el día en que los seguros de vida nos hagan copia de seguridad de nosotros mismos...
ResponderEliminarSaludos
Pues sería triste que olvidar el número de teléfono y las contraseñas de las redes sociales supusiera la soledad, pero al paso que vamos, nada me extrañaría. Un saludo.
ResponderEliminarQuien sabe si el accidente ha sido un proceso de depuración y ahora solo tiene que atravesar el "mono" y volver a empezar. Es una alternativa....aunque también puede hacerse budista.
ResponderEliminarQuizá la soledad sea no tener a nadie que te haya conocido lo suficientemente bien como para adivinar tu contraseña.
ResponderEliminarAdivino en esa soledad una oportunidad para un renacimiento más auténtico. Why not? ;)
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