Poema a un amigo, titulado Buena Suerte. Otra de las piezas del poemario Poemas 3,14, disponible para descargar en Google Play, Smashwords, Amazones y otras tiendas de ebooks, en PDF, epub, mobi, kindle para tablets, smartphones, iphones, android y no sé cuántas cosas más.
Buena
suerte
¿Acaso es justo que
te señale
si nunca hablaste de
amar?
¿Nos cubría un matiz
trágico
o nos impulsó una vez
la fortuna?
Repetíamos el paseo
de hojas pobres
bajo los soles de la
tarde esperando
las impenitentes
mañanas feroces
cuando medíamos
nuestro hogar ínfimo.
Todo era, tú también,
una enorme broma
cocida por tus
dientes de seca ironía,
bronce por el pánico
al mundo real.
¿Te pude decir que
las coincidencias
nos ataban más en
nuestro mundo
que tildábamos de
único, precioso y estético?
¡Lapislázuli! Ese era
tu puente
yo ya lo entendía y
me sorprendía
que el azar fuera,
otra vez, un dardo oscuro.
Evoco los contornos
de tu alto santuario
de ventanas gélidas
sin balcones
con pocos pero muy
adecuados muebles
donde no era admitido
el beso desconocido.
En el altillo,
latentes y ordenados, yacían
tus anhelos de
agitador ortodoxo.
Y en el rincón opaco
nadan las sirenas,
las prisas y los años
todo lo desnudan.
Todavía mi memoria te
conserva
alzando la ceja de la
cansada
cara de lechuza,
emitiendo el dictamen
de un sátrapa antiguo
que perdona y salva
destripando el
parecer ajeno, el juicio
de los humildes que
amagan con la divergencia.
El azúcar. El deseo
por sobrevolarnos.
El tiempo. A pesar de
todo, aún me trastorna
tanta seducción.
Tanto, tanto te quería.
Pocos fueron los
secretos que te guardaste.
Yo sabía que tú
buscabas días
claros y tú que yo
moría en el ocaso
si el cielo ardía y
la antesala estaba vacía.
Habían chicas y no
mucho sexo,
la intimidad era un
campo literario
donde cabían
referentes y maestros,
ángeles y letras de
un valle fantástico.
Compartir. Siempre
ganaba porque
servía plato pequeño
en nuestra mesa
de necios, tedios y
cafés homéricos
donde cocinábamos
dioses y zurcías fábulas.
¿Qué esperaste del
retorno a casa,
tan largo, enfermos
de luz, sucios de noche?
Querías un nuevo
hombre, lo amamantabas,
modelando con dedos
exigentes la carne
de alguien que sólo
existía en el salón
que no encontré, que
no existía ni existió.
No recuerdo cómo se
desmoronó.
Encender la luz, el
amor sin trampas.
Más tarde me llegaron
fragmentos y ecos
de aquí y de allá,
imágenes heridas
del espía
defenestrado de Palacio
que ya no comprende
cómo viste la Reina.
Años. Huracán que
levanta piedras
para llevárselas muy
lejos. Olvido.
Y no. Te muestras y
te apagas, cada vez
más frecuentemente.
Recuerdos,
mi buen amigo.
I.K, en Poemas 3,14.
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ResponderEliminar¡Jo-der!
ResponderEliminarEspero que el poema a un amigo te haya gustado, ¡un abrazo!
ResponderEliminarMe ha encantado.
ResponderEliminarMuy bueno.
La añoranza por los amigos perdidos. ¿Quién no la ha sentido alguna vez?
ResponderEliminarSaludos.