Avatar tiene algo de cine mudo, porque lo único importante parece ser la imagen. Avatar se sostiene por lo visual.
Ayer, domingo, fui a ver Avatar de James Cameron. Quería ir al cine Bosque, porque en el Frankfurt de al lado tiran la mejor cerveza de barril de Barcelona, la Selecta. Primera victoria del camarada Cameron. No habían entradas. En venta anticipada y en primera sesión esto es un hecho excepcional. Tuve que cambiar hasta tres veces de cine. ¡Oh! ¡Gran expectación!
Tras la cola, me zambullí en la sala oscura avisado. Se ha hablado mucho sobre un film que lleva muy poco en cartel. ¿Avatar es un bodrio pseudoecologista o estamos ante un nuevo concepto de cine? Porque no es ningún secreto que el cine atraviesa una grave crisis, la de la sobreabundancia, muy propia de nuestros tiempos.
¿Cómo solucionó Harley Davidson su grave crisis tras la Segunda Guerra Mundial? Sudando gasolina para sacar al mercado nuevos modelos. ¿Cómo competir con las descargas, los videoclubs, las teles gigantes, los canales de pago, los digitales, y los fans de Gran Hermano y Belén Estaban? Haciendo algo nuevo, algo que te obligue a volver a hacer colas en la calle.
No haré mucho análisis de la obra en sí. No es la idea del post. Decir que la trama es la propia de un western de finales de los sesenta, en la que los indios son los buenos, y que los diálogos a veces se caen a trozos. Pero, para mi sorpresa, la película funciona. Aquella selva esmeralda, a veces poética, logra que los sueños vuelvan a fluir entre las cabezas medio recortadas sobre las butacas. Ese es su gran logro.
Gracias a un primoroso, deslumbrante y colosal espectáculo visual, que te hace olvidar el tiempo y el mundo. Hasta te olvidas de ti mismo. ¿Cuántas horas, cuánta gente, cuánto arte habrá hecho falta para lograrlo? Hacía decenios que no me preguntaba, en cine, ¿cómo han hecho esto? Imaginativo, precioso, asombroso Avatar, potenciado por esta tabla de salvación, el 3D.
Una dama distinta |
Personalmente, me hicieron gracia las puñaladas a la anterior administración americana, la era Bush y los neocon, en el papel de los malos malísimos (lo que siempre tranquiliza al respetable), con la repetición de conceptos como “ataque preventivo”, “guerra preventiva”, o “combatir el terror con terror”. La película cuestiona el expansionismo americano, lo que no es moco de pavo, el poder de las multinacionales y el uso indiscriminado del gatillo como medio de resolución de problemas. Como se parecen a los romanos, aunque Obama pretenda ser diplomático.
Y hay un breve homenaje cinematográfico. ¿Adivináis como se llama la operación aerotransportada? Valkiria… Como en esa película en la que también se surfea.
¿Qué más? A nivel narrativo, no se inventa nada. Los Na'vi, por ejemplo, son un cruce entre los arapahoes, en las costumbres, y los faunos, por su aspecto físico. Y también me recuerdan a los murrianos de Vamurta. Ante la improbabilidad de que Cameron me haya plagiado, creo que él volvió su mirada a la antigüedad, a esos faunos romanos inspirados por los sátiros griegos. La Antigua Grecia, fuente de fuentes, como lo es la Biblia.
Y es que Avatar va a ser, durante mucho tiempo, la Biblia para la gente del cine, la hoja de ruta para reflotar un sector ensimismado, para lograr lo que parecía imposible, embelesar a las masas.
El futuro está aquí, y se llama Avatar.